Hasta ahora, nada nos informaba al comprar productos perecederos que la cadena de frío se pudiera haber roto durante el transporte o distribución. Este factor impacta, especialmente a productos alimenticios y farmacéuticos, que son sensibles al tiempo y temperatura. Y si bien tendemos a revisar la fecha de caducidad o vencimiento impresa en el envase, ésta no indica la ruptura de dicha cadena.
Romper la cadena de frío es tan simple como usar calefacción en el invierno dentro del vehículo; apagar el motor para echar bencina; o bajarse a almorzar durante el verano capitalino, dejando el vehículo cerrado al sol. Por ello, las empresas están exigiendo cada vez más envases "inteligentes" con un detector de frescor incorporado, el que permite controlar las cadenas de frío e informar adecuadamente al comprador en el punto de venta. "Los envases producidos en la actualidad, para tener una mejor estabilidad, necesitan menos material y pueden manejarse eficientemente. Además, los actuales indicadores de tiempo-temperatura o microchips proporcionan en cualquier momento información sobre el estado de calidad del producto. Los sistemas activos incluso pueden mejorar la calidad del producto envasado durante el almacenamiento". Por este motivo, el Smart Packaging agrega valor a las empresas fabricantes de productos, dado que se hacen cargo de informar no sólo al comprador, sino también a los reponedores y cadenas de retail, tanto como de transporte, de cualquier corte en la cadena de frío, permitiendo reconocer y retirar a tiempo los productos que no están frescos. Los sensores de temperatura actúan como monitores del producto en el trayecto desde el fabricante al retail.
Este impacto cobra interés no sólo en el manejo de productos a nivel nacional, sino que en la cadena de transporte y distribución internacional en las exportaciones, donde el control de temperatura es aún más exigente.
La detección de cambios de temperatura puede también ser para temperaturas elevadas, como es el caso de la empresa suiza Ernst Kneuss Geflügel. Esta emplea un indicador de tiempo-temperatura que consiste en una etiqueta impresa (denominada OnVu) en la caja de cartón de su pollo para asar "Bachofe-Güggeli", que lo acompaña desde que el producto sale de la línea de producción recién hecho hasta el punto de venta. Un pigmento especial en el interior del símbolo de una manzana se irradia con UV durante el envasado y se vuelve azul. Desde ese momento, el color comienza a desvanecerse con el tiempo y en función de la temperatura. Dependiendo del tiempo que se haya almacenado caliente el pollo asado, más rápidamente cambia el color. Si el interior del símbolo es más pálido que el color de referencia del borde, el consumidor sabe que el pollo no debe comerse.
Con las etiquetas, los clientes pueden comprobar el frescor y la calidad de los productos y las empresas ponen de manifiesto su filosofía de calidad. Por otra parte, los productores de las etiquetas inteligentes están negociando en todo el mundo con cadenas comerciales y de comida rápida.
La fecha de vencimiento no indica frescor
Si se desea garantizar totalmente la seguridad de los productos, debe controlarse toda la cadena logística, desde la producción hasta el consumidor, especialmente en los casos de los alimentos perecederos más sensibles y de los productos farmacéuticos. Hasta ahora, los consumidores sólo pueden orientarse por la fecha de vencimiento. Esta indica el tiempo que un producto puede utilizarse sin problemas de calidad, si se almacena correctamente. El problema es que si se interrumpe la cadena de frío o entra humedad, se deteriora antes y puede ser un peligro para la salud de los consumidores. Por otra parte, a menudo hay alimentos que siguen estando frescos después de su fecha de caducidad, pero se descartan por precaución, desperdiciándose recursos innecesariamente. Los indicadores de tiempo-temperatura muestran exactamente el grado de frescor y evitan residuos innecesarios, contribuyendo también a la sustentabilidad y a reducir mermas.
Dado que cada vez son más los consumidores que valoran los productos sanos y ecológicos con valor agregado, los dispositivos inteligentes en el packaging cuentan con un fuerte crecimiento en el mercado. Markets and Markets estima que las ventas mundiales de envases inteligentes entre los años 2010 y 2015 aumentarán un 8,2%, alcanzando unos US$24.000 millones.