Marisol Figueroa.

¿Cuál es la visión de AB Chile de la nueva Ley de Etiquetado?
Tal como lo hemos señalado en otras ocasiones, concordamos con el espíritu de la Ley. Sin embargo, creemos que tuvo errores en su implementación práctica, por ejemplo, cambiando el criterio de fecha de entrada en vigencia, como también falencias de carácter técnico, como es el caso de medir los alimentos en 100 gramos y no por porciones. Esto, más que educar, que es el desafío que tenemos pendiente, no le permite al consumidor entender lo que realmente está consumiendo ni tampoco comparar productos.

¿Qué acciones tienen que tomar las empresas para cumplir con la nueva normativa?
Las empresas vienen trabajando por hacer sus productos más saludables hace mucho tiempo, incluso antes del inicio de la discusión de esta Ley. Es así como, en el último año, más de 1.550 productos han sido reformulados para disminuir la cantidad de nutrientes críticos, tales como sodio, azúcares y grasas saturadas. Por tanto, hay un compromiso real de su parte, el que se refleja no solo en la reformulación, sino también en el esfuerzo que han realizado para alcanzar a rotular en el actual contexto y condiciones.

Entonces, ¿a qué complejidades se han visto enfrentadas?
Las complejidades han tenido que ver, básicamente, con el cambio de criterio, lo que fue forzando a toda la cadena al límite, a agilizar el cambio de stock y exigir a los proveedores plazos que no eran los que se habían señalado en un comienzo. Asimismo, esto ha significado una tremenda inversión, tanto en la reformulación de productos como en el etiquetado de impresiones, cambios en el diseño de los envases, etc. Por otra parte, el atraso en la entrega de las normas de fiscalización también impacta negativamente, ya que en ausencia de estas no se tienen las certezas jurídicas necesarias para trabajar de manera eficiente. Han sido varios los detalles que han hecho de este proceso un proceso complejo.

¿Están de acuerdo con lo que la Ley estipula o tienen ciertos reparos?
Nuestra gran crítica se centra en la decisión de normar por 100 gramos y no por porción. Nos parece que no favorece a la educación de la población, sino que va en el sentido contrario: asusta y confunde. No parece lógico etiquetar un producto como “Alto en” basándose en los 100 gramos, si es que el paquete es de 20 gramos solamente, solo por poner un ejemplo. Al fin del día, la gente no va a saber qué comer. Además, esto no permite comparar productos entre sí, que es lo que debemos aprender a hacer.

¿Tienen alguna propuesta para plantear a las autoridades?
Durante la discusión del reglamento, propusimos a las autoridades un Plan de Reducción de Nutrientes en 14 categorías de alimentos. Este es un esfuerzo con resultados reales, pues implica poner a disposición de los consumidores productos con menores cantidades de determinados nutrientes. Como industria, este esfuerzo se realiza de manera permanente, pero requerimos de un trabajo públicoprivado que nos permita coordinar estos esfuerzos y lograr resultados mucho más profundos y transversales. Lamentablemente, esta propuesta no fue considerada. Nosotros estamos dispuestos a seguir trabajando en acciones que realmente ayuden a generar hábitos saludables en la población. Como gremio nos hemos preocupado de contar con expertos en las distintas áreas que engloba la normativa, lo que nos ha permitido orientar a nuestros socios.