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Desafíos de la Logística Internacional

Frente al volátil escenario económico nacional e internacional, una empresa debe estar preparada para enfrentar fuertes cambios no solo en su demanda, sino también en su modo de operar.
Por Rodrigo San Martín, Director Comercial TNT para Chile & Argentina. www.tnt.com

Antes de partir, demos una mirada a algunos indicadores de la economía nacional:

Imacec: 0,8%.
Importaciones: 6% (cayendo).
Inflación mensual: 0,5%.
Inversión: 6% (cayendo).
Déficit anual: Cercano al 3% del PGB.

Si a esto sumamos la complicada situación de Grecia, las expectativas de alza de las tasas de interés de la Reserva Federal de EE.UU. y la volatilidad de las bolsas en China, tenemos un escenario económico muy complejo para los próximos 12 a 24 meses.

Entonces, las preguntas que quedan dando vueltas son: ¿Cómo enfrentamos esto desde la Logística Internacional en nuestras empresas? ¿Estamos realmente preparados? Bajo mi punto de vista, para enfrentar este escenario, hay que revisar y, eventualmente, estar dispuestos a cambiar la forma en que hacemos las cosas.

El primer aspecto a revisar debe ser la política de inventario, lo que significa revisar la cantidad de stock que tenemos en cada eslabón de la cadena, así como los tiempos de respuesta y los de tránsito con que estamos trabajando. En este escenario, el efectivo es clave y, por lo tanto, reducir inventario es muy relevante. Con una demanda volátil, no podemos quedarnos con productos sin vender. Por ende, decisiones que antes pasaban solo por reducir el costo unitario o tener inventario inmovilizado cerca de nuestros clientes para tener un nivel de servicio muy alto, pueden no ser las correctas en términos de costos totales y de utilidad para la empresa.

Otro aspecto relevante a evaluar es a qué clientes les prestamos servicio, pues no todos serán rentables en el nuevo escenario, especialmente si cambiamos las políticas de inventario. Puede haber clientes que querrán mantener los niveles de servicio en el punto más alto, pero pagando un precio mucho menor, pero podría ser mejor para la empresa no seguir vendiéndoles.

También se debe considerar que en un escenario de alta volatilidad y pronósticos que fallan, la cadena se descoordina y aparece el llamado “efecto látigo”. Este se evita, en parte, trabajando con mejor información y mayor coordinación con nuestros proveedores, impidiendo, por ejemplo, pedidos inflados a fin de mes. En ese sentido, las mejores cadenas de abastecimiento no son solo rápidas y efectivas en términos de costo, sino que también deben ser ágiles, adaptables y estar alineadas con los objetivos de la compañía.


Las compañías “AAA”

En línea con lo anterior, el profesor Hau Lee, de la Universidad de Stanford, plantea que las compañías de excelencia (a las que él llama “AAA”), cumplen con los siguientes requisitos:

Agilidad: Son capaces de responder a cambios rápidos en la demanda y/o manejar disrupciones externas de manera suave, como puede ser una recesión económica o una caída brusca de la demanda. Para esto, deben compartir información con sus proveedores, contar con socios confiables en la cadena de abastecimiento y tener buenos planes de contingencia, entre otros.

Adaptabilidad: Las organizaciones “AAA” pueden ajustar los diseños de sus cadenas de abastecimiento para seguir los cambios estructurales que puedan tener los mercados y modificar la red de logística para alinearla a la estrategia, los productos y las nuevas tecnologías. Es decir, las empresas deben estar atentas a lo que está pasando alrededor del mundo, evaluar las necesidades del cliente final, crear diseños de productos flexibles, entender el ciclo de vida de sus productos, etc. Para dar un ejemplo acorde al tema de esta columna, pensemos en cerrar centros de distribución, cambiar de origen de materias primas o de fábricas a lugares más baratos o incluso más caros, pero con mejores tiempos de respuesta. Todo con el fin de adaptarse al nuevo escenario.

Alineamiento: Deben crear incentivos al mejor desempeño, lo que se obtiene con mejor intercambio de información con clientes y proveedores, y el compartir riesgos, costos y beneficios de las mejoras en la cadena, entre otros. Un ejemplo puede ser los incentivos a los proveedores por nivel de servicio o compartir parte de los ahorros obtenidos por bajar los costos totales de operación de la cadena.

Estos principios se aplican completamente al escenario estudiado y nos dan luces de cómo debemos prepararnos a lo que estamos enfrentando, ya sea una demanda más volátil o que simplemente se está contrayendo. En este sentido, las organizaciones de excelencia en su gestión de cadena de abastecimiento, serán las ganadoras y sacarán grandes ventajas a sus competidores, dejándolas en una posición inmejorable para cuando el escenario cambie.

Agosto 2015
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