Por Pablo Briceño
pablo.briceno@cstsolution.cl

Gracias a la incorporación y uso intensivo de las Tecnologías de la Información, desde que se implementaron las primeras bodegas manuales se ha logrado evolucionar a centros de distribución automatizados, que incluso pueden operar con una baja presencia humana.

Pero, ¿a dónde va la tecnología?, ¿vamos a prescindir de las capacidades humanas para la operación de los CD? A mi entender, creo que si bien los centros de distribución masivos contarán con una fuerte presencia tecnológica, existirá de todos modos una gran cantidad de operaciones que van a requerir el uso de tecnologías más simples y de mano de obra. Actualmente, aún existe una cantidad importante de centros de distribución y bodegas que operan de forma manual, lo que convierte a este mercado en una importante oportunidad de desarrollo para los proveedores de productos y soluciones TI.

Las empresas que incorporan tecnologías a sus procesos pueden llegar a aumentar sus costos inmediatos, pero al mismo tiempo, deben considerar que esta inversión les va a permitir ser más eficientes y productivas. Estos beneficios se lograrán a través de una mayor capacidad de operación, procesos con menores tasas de error y la posibilidad de contar con valiosa información, tanto de los usuarios internos, como externos (clientes y proveedores).

En las organizaciones, se tiende a comparar el costo de la mano de obra versus la incorporación de tecnología, lo que las lleva a optar erróneamente entre suplir personal o incorporar tecnología de menor valor. A mi juicio, ambas alternativas están equivocadas debido a dos aspectos. Primero, la tecnología nos permite ser más eficientes, ya que no se busca mantener el mismo nivel sino mejorar y aumentar la operación; segundo, si se implementa tecnología más económica, es muy probable que no se lleguen a mejorar los procesos, por lo que no se cumplen con los objetivos centrales de este cambio.

Asimismo, las empresas, al seleccionar una tecnología, deben considerar también cuál será su impacto en los procesos que llevará a cabo, cómo se ajustará a la cadena de valor en la cual interactúa con sus proveedores y clientes (ecosistema), y cuál va a ser su duración en el tiempo.

Es posible decidirse por tecnologías ya probadas y en una etapa de madurez, lo que implica una integración menos riesgosa, pero al mismo tiempo, no tan innovadora y que podría llevar a la compañía a igualarse a su competencia. Por otra parte, si se elige una tecnología en evolución se puede apostar por la innovación y el cambio, situación que puede ser más riesgosa, pero permite estar a la vanguardia y marcar el camino.

En general, el cliente chileno no asume riesgos tecnológicos, lo que muchas veces puede limitarlo, por lo que creo que debemos ser capaces de conocer nuevas soluciones tecnológicas, aprovechar lo que existe en el mercado y utilizarlo de forma innovadora, de forma tal que podamos, no solo mejorar nuestro quehacer, sino ser líderes.

Chile está llamado a ser un actor relevante en el desarrollo logístico, pero para eso no podemos solo copiar lo que otros han hecho, debemos ser capaces de marcar el camino y abrir nuevos senderos.