Los bien sabido que la distribución de mercaderías en ciudades como Santiago, genera externalidades. Es decir, cuando las empresas deciden cuánto transportar, con qué frecuencia y en qué tipos de vehículos, no se consideran los costos sociales importantes que le imponen al resto de las personas, por lo que sus decisiones de cuánto transportar y cómo hacerlo son menos eficientes de lo que deberían ser. Las externalidades más importantes dicen relación con la contaminación atmosférica, el daño de la infraestructura, la congestión vehicular y los accidentes.

En esta columna, revisaremos cómo se generan estas externalidades y algunas estrategias o regulaciones que podrían ayudar a reducirlas.

Los vehículos de carga livianos que transitan por Santiago, prácticamente no tienen límites en su antigüedad. A pesar de lo deteriorada de la condición ambiental de nuestra ciudad, un camión mediano de más de 20 años puede circular prácticamente libre por ella. Las restricciones existentes sólo aplican a vehículos de peso bruto vehicular superior a 3.860 kg (que cargan más de 1.700 kg), los cuales no pueden ser más antiguos que 12 años para entrar al anillo Américo Vespucio.

Luego de la puesta en marcha del Transantiago, se espera que los vehículos de carga sean la principal fuente móvil de material particulado, el que pone en jaque a nuestra ciudad todos los inviernos (ver cuadro).

La pregunta es entonces, qué hacer para evitar que esto siga pasando. La respuesta más evidente es mejorar la regulación y reducir la antigüedad de los vehículos. Esto tiene el inconveniente de la difícil fiscalización. Esta se vería facilitada si en la distribución hubiese menos actores. He aquí un segundo tema a regular: el sistema funcionaría mejor si no fuese tan atomizado como lo es hoy. ¿Por qué no pensar en poner un número limitado de permisos transables para hacer distribución en Santiago? Los permisos transables tienen la ventaja de despejar el mercado y dejar funcionando sólo a los más eficientes.

La eficiencia del sistema de distribución actual es desconocida, pero seguramente bastante baja. Hoy, una persona que tenga una camioneta de 1.700 kg sólo tiene que cubrir sus costos marginales (petróleo, tag y algo para el bolsillo) para salir a hacer una vuelta de reparto. Así, tenemos infinidad de camionetas blancas, medio vacías, distribuyendo productos alrededor de la ciudad. Ni hablar de mantenciones o renovación, si esta persona sólo cobra pensando en sus costos marginales. ¿Cuánto nos cuesta esta ineficiencia en términos medioambientales?

En Santiago y en cualquier otra ciudad del país no existen equipos de pesaje en calles principales que permitan pesar los camiones de distribución que circulan por la ciudad. Con solo dar una vuelta por la ciudad en la mañana, es fácil observar el sobrepeso con que circulan estos vehículos. Esto es muy marcado en camionetas de prestadores de servicio informales.

El Decreto Nº 158 del 29 de Enero de 1980 fija el peso máximo de vehículos que pueden circular por caminos públicos. Por medio de este decreto se prohíbe la circulación por caminos públicos de vehículos de cualquier especie que excedan los límites que se indican en cuanto a peso por eje o conjunto de ejes y peso bruto total. El problema, entonces, no es sólo regulatorio, sino que también de fiscalización. Seguramente, es más barato implementar un buen sistema de fiscalización que tener que invertir en reparar las calles una y otra vez.

Los camiones de distribución aumentan la congestión fundamentalmente por tres razones: Primero, demoran el tráfico porque los camiones aceleran lentamente después de haberse detenido. Segundo, retrasan el tráfico cuando el diseño de los accesos y salidas a las vías no es apropiado para que los camiones viren, o bien no están diseñados adecuadamente para que accedan a zonas de carga y descarga. Por último, el tráfico también se ve demorado cuando las instalaciones de carga y descarga son inapropiadas y los camiones deben utilizar la vía para ello. Para combatir esta externalidad, hay estrategias como hacer distribución nocturna o reducir el número de camiones circulando, mediante regulaciones que ayuden a hacer el transporte más eficiente.

Hace alrededor de un mes, un camión en mal estado causó un gravísimo accidente en Santiago en el sector "La Pirámide". Esto no hace más que confirmar la escasa inversión en mantención de los vehículos que circulan por nuestras calles. Según estadísticas de Carabineros, 15% de los accidentes de Santiago involucran a un camión. Nuevamente las estrategias de mitigación de esta problemática pasan por la profesionalización de los prestadores de servicio, lo que sólo se puede lograr con mejores regulaciones y una mayor fiscalización.