La primera, de Apertura Unilateral. En la década del 70, Chile bajó su arancel general de importación a un 10%, revelando una acción unilateral basada en los objetivos económicos estratégicos que se sostenían por esos días. Más tarde, orientó su comportamiento a Negociaciones Comerciales Multilaterales, al vincularse estrechamente con la Organización Mundial de Comercio (OMC), principalmente con el Acuerdo General sobre Comercio y Aranceles, que pretendía regular la economía mundial tras la Segunda Guerra Mundial e incluía una reducción de aranceles y otras barreras al comercio exterior. Además, durante esa época comenzó su participación en foros como ALCA y APEC, y formalizó su participación en la Asociación Latinoamericana de Integración.

Finalmente, logró una política de equilibrio. Es decir, una apertura negociada sobre la base de la suscripción de acuerdos comerciales con otros países o en conjunto con éstos, utilizando diferentes mecanismos de integración, tales como acuerdos preferenciales, Zonas de Libre Comercio, Uniones Aduaneras, Mercados Comunes y Uniones Económicas.

La estrategia chilena y sus resultados son importantes, si consideramos que el porcentaje de participación del comercio exterior en el PIB nacional fue superior al 60 % en el 2006. También las importaciones y exportaciones han aumentado sostenidamente, tanto en volúmenes como en precios, manteniéndose una balanza comercial favorable. Por último, los niveles de intercambio comercial con los países socios reflejan un aumento a partir de la entrada en vigencia de los acuerdos respectivos.

El desarrollo del comercio exterior ha sido muy veloz y consistente, y las cifras también lo demuestran: en 1975 Chile sostenía acuerdos comerciales con 50 países, en base a 500 productos comercializables. Para el 2006, 170 países intercambiaban con Chile un poco más de 3 mil 500 productos.

El rol de Agente de Aduana al respecto, dice relación con el sistema aduanero, cuyo principal objetivo es agilizar, facilitar y sistematizar las operaciones de ingreso y salida de mercancías del país. Para alcanzar esos objetivos la reforma a la Ordenanza de Aduanas establecida por Decreto Ley Nº743, se basó en el Principio de la Buena Fe y en la Delegación de determinadas funciones específicas de Aduana, en personas naturales especialmente designadas por la autoridad aduanera, denominadas AGENTES DE ADUANA.

El Agente de Aduana es un profesional privado, auxiliar de la función pública aduanera, autorizado para prestar servicios a importadores y exportadores en el despacho e internación de mercancías. Cuenta con la calidad de Ministro de Fe en cuanto a los datos que registra ante el Servicio de Aduanas, es Perito y Archivero de la documentación aduanera.

Sin embargo, eso no es todo. Para desempeñar eficaz y eficientemente esta función, los Agentes de Aduana agregan valor a la cadena de abastecimiento, ya que permiten el ahorro de costos a todos los participantes de la cadena logística al asesorar a sus comitentes respecto de los mejores servicios de fletes nacionales e internacionales, seguros de carga, asesorías legales, etc. Además, cuentan con garantías reales ante Aduana y ante los Almacenistas para resguardar el interés fiscal, por una parte, y el retiro de las mercancías por otra, los que hace este proceso más eficiente y expedito.

También recaudan el pago por servicios de terceros, compañías, aéreas y/o navieras, transportistas, etc, logrando considerables economías al contratar servicios por cuenta de terceros.

Sin ir más lejos, colaboran en la fiscalización de operaciones de comercio exterior, velando por los intereses del fisco y de toda la comunidad exportadora e importadora. Finalmente, operan con tecnología de punta, en sintonía con todos los procesos globalizados y trabajan sobre la base de un código de ética que regula el correcto actuar de todos los Agentes de Aduana.

A lo largo de toda la historia de la actividad aduanera en Chile, han sido muchas sus prioridades y diversos sus desafíos.

Durante los años 50, el principal objetivo de la industria de aquella época consistía en lograr un servicio eficiente que le diera real sentido a nuestra actividad y que demostrara la utilidad y beneficio que aportaban los Agentes de Aduana al desarrollo del comercio exterior en Chile.

Diez años más tarde, comenzó un diálogo en torno a los costos de nuestra labor en un escenario donde el mercado competitivo tomaría una fuerza difícil de frenar y, por ende, resultaba necesario fijar ciertos parámetros que regularan nuestra actividad.

Durante las dos décadas siguientes, el mercado de la gestión aduanera se embarcó en un esfuerzo por reafirmar la calidad del servicio y la utilización de herramientas de marketing para lograr diferenciación. Esto, por consiguiente, llevaría a optimizar todos los procedimientos aduaneros para asegurar a los usuarios y al comercio exterior chileno un servicio de calidad.

Hoy, nuestro desafío responde a un aspecto específico de la eficiencia: La velocidad. Nos encontramos buscando todas las formas posibles para optimizar los procedimientos de despacho e internación de mercancías, con el fin de adecuarnos a la velocidad de los mercados globales, en los que se encuentra inserto el comercio exterior chileno.

Los Agentes de Aduana ejercen su labor para el desarrollo del comercio exterior, como precursor de la inserción chilena en el mundo.