¿Cuáles destacaría como los principales logros de la Cámara en la última década?
Participamos activamente en la instauración del Intercambio Electrónico de Documentos, porque hasta 10 años atrás la tramitación y aprobación de las Declaraciones en las Aduanas se hacía en forma manual. En 1979 se puso en aplicación la calidad de ministro de fe con que la ley dotó al agente de aduana, condición que llevó a la Cámara Aduanera a gestionar ante el Congreso Nacional una indicación que fue aprobada como ley de la República, que autorizó a que la formalización de las declaraciones entre Aduanas y los Agentes se haga por medio de sistemas electrónicos. De esta forma, el Servicio Nacional de Aduana nos permitió pasar de un papel a un documento electrónico, con el cual disminuimos el tiempo de tramitación de una declaración de importación -que demoraba entre una semana hasta más de dos meses- a sólo 20 segundos en la exportación y 15 minutos en una importación, que es lo que ocurre hoy. Definitivamente, uno de nuestros logros más relevantes en los últimos 10 años ha sido la instauración del sistema electrónico en conjunto con el mundo público. Esto nos permite sustentar un sostenido aumento en importaciones y exportaciones de mercancías, que está bordeando 1.200.000 operaciones y un intercambio que superó el año 2006 los US$91.000 millones. Adicionalmente, procuramos el perfeccionamiento técnico de nuestros asociados y de sus colaboradores, así como también cautelamos la moral y la corrección de los Agentes de Aduana a través de un estricto código de ética profesional.

También están presentes en la formulación de indicaciones a proyectos de ley relacionados con el comercio exterior…
Así es. Puntualmente, ahora estamos presentes en la discusión del proyecto de ley que crea los Tribunales Tributarios y Aduaneros, un tema largamente sentido por los agentes de aduana, porque hasta ahora el Servicio Nacional de Aduana actúa como juez y parte en el sistema sancionatorio y penal, figura que es contraria a los acuerdos sobre comercio adoptados en el marco del Tratado de Marrakech de 1994. Eso, porque además el fallo del Director Nacional de Aduana es sin ulterior recurso, lo que hace que el importador quede en la indefensión más absoluta. Por eso también estamos luchando.

En este escenario, ¿cuáles son las principales dificultades de la cadena logística?
Antes de describir los problemas, es necesario dejar claro que Chile tiene un comercio exterior de una eficiencia notable, comparable sólo con países como Japón y Estados Unidos. Incluso, somos más eficientes que el mercado norteamericano en términos de tiempo, con una permanencia de contenedores en nuestros puertos de 1,3 días en importación y de 3,6 en exportación, en circunstancias que el promedio mundial es de 5 días y en Latinoamérica de 7 días. El sistema exportador e importador funciona, pero es absolutamente perfectible.

¿En qué áreas es posible mejorar?
Los ‘pero’ de la cadena logística están en el sector público, porque en la importación de mercancías pueden intervenir hasta 17 organismos públicos. De esos, los principales son el SAG, las Secretarías Regionales Ministeriales de Salud, el Servicio Nacional de Aduanas y Sernapesca. De ellos, el más eficiente a nuestro juicio es el Servicio Nacional de Aduanas, con quien hemos negociado, conversado e impulsado, como ya dije, políticas de digitalización del sistema aduanero.

Sin embargo, a pesar de estas buenas relaciones, prevalecen ciertas dificultades en la aplicación de los diversos Tratados de Libre Comercio y Acuerdos de Complementación Económica, que esperamos resolver en conjunto con la Direcon.

¿Qué pasa con los demás servicios?
Operan con leyes atrasadas. Por ejemplo, quien da la autorización para el ingreso de cualquier alimento al país es la Secretaría Regional Ministerial de Salud, que tiene un plazo autorizado de 72 horas hábiles para otorgar la autorización para trasladar estos productos desde el puerto hasta la bodega del importador, donde serán posteriormente inspeccionadas. Además, como lo dice su nombre, es regional y autónoma, lo que significa que se aplican criterios distintos de una región a otra. Eso implica que, por ejemplo, cuando el Paso Los Libertadores se cierra, los camiones deben irse a Osorno y lo que estaba tramitado en Los Andes, no es válido para Osorno, exigiéndose una nueva tramitación con el consiguiente costo para el usuario. Eso es inadmisible en un país con los adelantos que hoy tiene Chile y que quiere posicionarse como una Potencia Alimentaria.

¿Ese es uno de los frenos?
Sí. Los frenos son los Seremi de Salud, el SAG y el Sernapesca; tres organismos que intervienen tanto en la importación como en la exportación, y que hacen más lento el proceso. Muchas revisiones y controles se hacen varias veces, incluso por los mismos organismos en distintas instancias, lo que le imprime al sistema inoperancias que no debería por qué tener. Ahora, igualmente el sistema funciona. De hecho, gracias a él exportamos US$60.000 millones, pero podría operar con mayor eficiencia de todas maneras.

¿Qué queda por mejorar entonces?
Lo que se requiere es una ventanilla única de comercio exterior, la que está en el programa de Gobierno, en la agenda digital y completamente financiada, pero que falta concretar. En la práctica, es la incorporación sistemática y coordinada a un medio electrónico de todos aquellos procesos que hoy se hacen manualmente, pero aún no existe la voluntad de llevarla a la práctica. ¿Qué es lo único que se puede hacer? Insistir para que formalmente se establezca un organismo superior que tenga tuición sobre todos los participantes.

¿Cuál proponen?
Creemos que debería existir una Subsecretaría de Comercio Exterior, idealmente dependiente del Ministerio de Economía. Ahora, queremos ser enfáticos en que a nuestro juicio no sirve un ente que sólo sea coordinador, sino un organismo con rango superior al SAG, al Seremi, al Sernapesca y al Servicio Nacional de Aduanas. Alguien tiene que tener autoridad para racionalizar, sistematizar y hacer aplicables las normas y procedimientos de los distintos organismos intervinientes de la cadena de nuestro sistema de comercio exterior. Si podemos crecer más, ¿por qué no hacerlo?