Como un elemento altamente tóxico para los seres vivos, la exposición prolongada al mercurio provoca irreparables daños al sistema nervioso e inmunitario, el aparato digestivo, la piel, los pulmones, riñones y los ojos. En Chile, lo encontramos como elemental o metálico -pudiendo ser inhalado por trabajadores al ser desprendido en procesos industriales, como la minería-, inorgánico- presentándose en forma de sales- u orgánico, como el metilmercurio, que penetra en el cuerpo humano por vía alimentaria, a través del consumo de pescados y mariscos contaminados.
Ciertamente, los grupos más vulnerables a los tóxicos efectos del mercurio son, por una parte, los fetos en desarrollo, que pueden resultar con graves daños al cerebro y el sistema nervioso por el solo hecho de que la madre consuma productos del mar contaminados con seste elemento; y, por otra, las personas expuestas de forma permanente a niveles elevados de mercurio debido a su trabajo, como las comunidades que practican pesca artesanal o la extracción manual de oro.
“Otros rubros donde existe exposición al mercurio es en las fundiciones de metales, centrales termoeléctricas y fabricación de cementos, ya que los minerales usados en estas faenas pueden venir acompañados de bajas cantidades de mercurio, que al someterse a procesos térmicos podrían conllevar la generación de vapores tóxicos de este elemento”, informa Marcelo Fuentes, Jefe de la Carrera de Ingeniería en Prevención de Riesgos y Medioambiente de la Universidad Católica del Norte (UCN).
Según el experto, la extracción de oro artesanal ha sido uno los trabajos sin controles técnicos con mayor exposición al mercurio en nuestro país, razón por la cual en 2013, Chile firma el Convenio de Minamata sobre Mercurio, impulsado por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), que trata temas en relación al control de emisiones de este elemento. “Este acuerdo también prohíbe el uso de mercurio en la fabricación, comercialización, importación y exportación de productos con este elemento añadido, como baterías, ampolletas, cosméticos, pesticidas o termómetros, además de regular su uso en amalgamas dentales”, señala.
Respecto a la prevención frente a este tipo de exposición, Fuentes enfatiza que “lo primero es intentar sustituir el mercurio por otras sustancias que entrañen menos riesgos, y si no es posible, hay que evitar la exposición a fuentes potenciales de emisión, utilizar siempre elementos de protección respiratoria y tener un adecuado manejo de la ropa de trabajo, que debe cambiarse después de cada turno laboral”, enfatiza Fuentes.
Más cerca de lo que creemos
Para la Presidenta de la Academia Internacional de Medicina Oral y Toxicología en Chile, Dra. Claudia Marín, el solo hecho de estar expuestos al mercurio presente en ciertas tapaduras dentales puede afectarnos considerablemente, razón por la cual es parte importante del Convenio de Minamata sobre Mercurio firmado por Chile y otros 140 países del mundo.
“Muchas personas creen que la dentadura y la boca son un tema aparte del bienestar físico y su salud, pero están muy equivocados, puesto que todo lo que se introduce en la boca afecta directa o indirectamente a nuestro cuerpo”, enfatiza. “Incluso las pequeñas amalgamas de los dientes, pueden estar silenciosamente intoxicándonos”
A juicio de la experta, no existe un nivel de mercurio inocuo para el organismo. “Cada partícula de esta sustancia es tóxica y tiene la habilidad de permanecer en nuestro organismo durante décadas, sin ser detectado y alterando nuestro bienestar general”, advierte.
Debido a estos antecedentes y a diversos estudios científicos a nivel global, la Organización Mundial de la Salud ha declarado al mercurio como uno de los diez productos o grupos de productos químicos que plantean especiales problemas de salud pública, vislumbrándose a futuro su completa erradicación.