Salima Valenzuela.

Hoy en día, las enfermedades cardiometabólicas se han considerado una de las principales amenazas para la salud en Chile y en el mundo. Asimismo, es sabido que existe una pandemia que por años está sobrepasando los límites de lo admisible: hablamos del sedentarismo.

Para contextualizar, existen dos conceptos de los cuales se habla hoy en día: sedentarismo y actitud sendentaria. Ambos son importantes de comprender si queremos hablar de salud relacionada al trabajo, ya que se han realizado estudios que muestran con datos sólidos que, independiente de que una persona cumpla con los parámetros necesarios para ser considerado como “físicamente activo” (150 minutos semanales de actividad física), ese hábito debe ser acompañado de la mínima actitud sedentaria posible (no pasar más de 4 horas sin actividad) durante la jornada laboral. De lo contrario, los riesgos especialmente de muerte por toda causa, pueden verse incrementados significativamente. Si a esta situación, le añadimos patologías cardiometabólicas de base (por ejemplo, diabetes tipo 2, hipertensión arterial, dislipidemia, etc.), estos índices tienden al alza (Ploeg et al, 2012).

Una de nuestras labores como profesionales de la salud es promover estilos de vida saludables y prevenir la aparición de un sinnúmero de trastornos que son consecuencia de la vida moderna, como la falta de ejercicio en tiempo libre y la excesiva actitud sedentaria, especialmente, durante el trabajo. Sencillas propuestas que podemos implementar, son precisamente la disminución en la cantidad de horas que estamos sentados durante la jornada laboral. Este “pequeño” cambio tiene suficiente evidencia científica que avala su efecto en disminuir la incidencia de obesidad y Diabetes tipo 2 (Chaput, 2015).

Por otra parte, existe otro grupo de trabajadores que gran parte de la jornada se encuentran de pie realizando trabajos que incluyen la manipulación de cargas en forma manual. A éste, se le podría adjudicar un gran porcentaje de trastornos musculoesqueléticos, principalmente a nivel de extremidades superiores y columna. Es por lo anterior que una intervención de análisis postural y una reestructuración de ejecución de maniobras durante el trabajo, se hace fundamental en este caso.

Por ejemplo, en caso de que los trabajadores pasen muchas horas en el escritorio como pueden ser funcionarios de oficina, es común que presenten trastornos como lumbalgia (por el trabajo sedentario asociado a alteraciones posturales), tendinopatías de codo y muñeca (por el factor repetitivo) y dolor cervical (por factor postural principalmente). Dependiendo del caso, son recomendables ejercicios de elongación de musculatura lumbar, de antebrazo y cuello.

En trabajadores que realizan sus labores con manipulación de cargas (bodegas) o tienen asociado estímulo vibratorio (operarios de maquinaria pesada), es común que presenten lumbalgias y síndromes dolorosos de hombro, entre otros. En estos últimos casos, sería recomendable la realización de ejercicios de fortalecimiento de musculatura del Core (zona cercana a ombligo y espalda baja) y también de musculatura de hombro. Las elongaciones también son altamente recomendadas en este grupo de trabajadores.

En el mercado nacional, están surgiendo con mucha fuerza empresas comandadas por equipos mutidisciplinarios con formación en salud, que tienen como principal objetivo la prevención de todo tipo de patologías (con énfasis en musculoesqueléticas y cardiometabólicas) en base a técnicas propias de la kinesiología y la actividad física adaptada para cada sujeto. La intervención es en gran parte dinámica, como, por ejemplo, con sesiones de gimnasias de pausa o pausas activas, durante las que el profesional de la salud planifica una pauta de ejercicios guiados según el tipo de labor que se realice y antecedentes mórbidos que podrían eventualmente limitar la realización de ciertos movimientos y/o posiciones.

Gracias a la kinesiología (estudio del movimiento) que ha evolucionado siempre con tendencia a la especialización, y a la intervención directa realizada en cada puesto de trabajo, muchas empresas hoy en día logran consignar cuáles son los reales riesgos a los que están sometidos sus trabajadores. Sin embargo, en la práctica es muy común que las empresas no consideren generar intervenciones para modificar estos riesgos, a pesar de que existe mucha información seria que avala y establece los beneficios para cada una de estas acciones preventivas en la salud ocupacional.

Producto de lo anterior, se debiera considerar la alternativa de ser asesorados por profesionales de la salud que se especialicen en actividad física, para respaldo individualizado durante la realización de esta clase de actividades tan subestimadas por algunas empresas, pero que tienen gran sustento en el aumento de ganancias por mejora en la productividad y disminución en los costos por la reducción en las licencias médicas y ausentismo laboral. Hace muchos años que la salud ocupacional dejó de ser un lujo para las empresas, sino que en la actualidad se considera como una necesidad, tanto como para el colaborador como para la empresa.