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Control de temperatura y humedad en la minería subterránea
Por Jaime Becerra, docente de Ingeniería en Prevención de Riesgos en Duoc UC sede Puente Alto.
La minería subterránea exige una planificación cuidadosa y extensiva de las excavaciones, por lo que se deben planificar y aplicar medidas de control que mejoren las condiciones ambientales de la faena para cuidar la salud y seguridad de los trabajadores.
Jaime Becerra.

Desde tiempos remotos, los seres humanos han buscado en la tierra los minerales que requieren para sus necesidades tanto técnicas como económicas, excavando en busca de dichos minerales. Inicialmente, esta actividad fue la extensión de pequeños laboreos superficiales y, a medida que las necesidades de materias primas iban cambiando y los yacimientos fueron ganando mayor profundidad, se fueron desarrollando métodos y equipos de explotación cada vez más eficientes y sofisticados. Esto trajo como consecuencia nuevas técnicas y herramientas, así como también nuevos riesgos, mayores e inclusive más complejos a los ya existentes.

El incremento de las temperaturas y de la humedad relativa es un claro ejemplo: a medida que nos internamos en las profundidades, la temperatura de bulbo seco aumenta aproximadamente 1ºC por cada 100 m de profundidad. La temperatura de bulbo húmedo es más difícil de estimar, debido a las variaciones de humedad en la roca misma (su incremento bordea los 0,45ºC cada 100 m de profundidad).

El aire se calienta por transferencia de calor con la roca y puede fácilmente alcanzar los 42ºC, sin considerar la posibilidad de estar cerca de fuentes geotérmicas que eleven la temperatura del agua que se filtra. A esto hay que sumamos la circulación de vehículos de combustión, cuyo funcionamiento permite adicionar gases calientes al ya existente, y la existencia de las explosiones controladas, que aumentan aún más la carga térmica. Asimismo, las luminarias y el metabolismo humano también aportan considerablemente a esta carga.

Al revisar la normativa vigente, nos percatamos de que estas situaciones están ya consideradas. Por ejemplo, el DS 594, en sus artículos 96 al 98, nos da referencias en cuanto a las temperaturas de globo y bulbo húmedo y las correspondientes cargas calóricas. Por su parte, el DS 132, en su artículo 131, muestra una limitante que deben tener los vehículos diésel en cuanto a las temperaturas de los gases de emisión (inferior a 85°C), las que nos permiten tomar medidas adecuadas para dar cumplimiento a las exigencias legales. La mencionada condición ambiental es desfavorable para la comodidad y salud de los trabajadores, sumándose a otros factores, como ruido, polvo neumoconiógeno y gases.


Exposición al calor y humedad

La temperatura corporal interna humana se considera estable entre los 36 y 37°C, rango en el que el cuerpo desarrolla normalmente sus funciones. En cambio, al estar en un ambiente caluroso responde de manera sistémica y celular, provocando la termorregulación y aclimatación, disipando el exceso de calor.

Cuando la temperatura interna sube 1ºC puede estimular los receptores periféricos y centrales, activando los mecanismos de vasodilatación y sudoración. Esta nueva distribución del flujo sanguíneo provoca un descenso de la circulación en el intestino y los riñones. La sangre también aumenta de temperatura, induciendo a la taquicardia. En esta etapa, se pueden apreciar otras manifestaciones, como: agotamientos, calambres, sudoración, cefaleas, desorientación y aceleración de los latidos.

A medida que se incrementa la temperatura corporal, la gravedad de las consecuencias va en correspondiente aumento. Cuando llega a los 41°C, el trabajador sufre un “golpe de calor”, un desbalance de los mecanismos de disipación de calor del cuerpo. Los síntomas más visibles pueden ser: pupilas dilatadas, piel seca (se detiene la sudoración), convulsiones, vómitos, delirios y desmayos.


Control del riesgo

La minería subterránea exige una planificación cuidadosa y extensiva de tales excavaciones, con el fin de que la misma funcione de manera adecuada, en cada una de sus etapas. Para ello, se recomienda planificar medidas de control aplicables y que mejoren las condiciones ambientales. Entre estas medidas, se encuentran:

Todo trabajador y empleador debe ser informado de los riesgos asociados de la labor que será desempeñada.

Se deben reforzar positivamente los conceptos asociados a trabajo seguro, autocuidado y cumplimiento correcto de deberes.

Se debe aclimatar al trabajador al ambiente térmico, al menos por una semana, verificando que esto se logre.

Incentivar a los trabajadores a no comer alimentos altos en grasa, cafeínas o exceso de azúcar ni alcohol, en turnos de trabajo.

Proveer de puntos de hidratación con agua y recuperación de sales minerales y electrolitos.

Instalar sistemas de ventilación mecanizados que suministren aire fresco y limpio, de tal forma de descender la temperatura ambiental, reduciendo así el riesgo de golpe de calor y que se extraiga el aire caluroso y también que permitan una buena circulación del aire. Los caudales deberán estimarse según la normativa vigente ya mencionada.

Contar con instrumentos de monitoreo, de tal forma de estar al tanto de las condiciones ambientales, por ejemplo temperaturas, humedad y oxígeno.

Disponer de un lugar para descanso, que tenga una temperatura confortable y el trabajador tenga también la posibilidad de refrescarse.

Usar ropa que permita la sudoración (que sea liviana).

Contar con un programa de evaluación médica preventiva del estado de salud de los trabajadores.

Elaborar un programa de alimentación adecuado, para los trabajadores expuestos.

Verificar el estado cutáneo de los trabajadores de forma regular.

Como vemos, el calor y la humedad existentes en la minería subterránea generan condiciones riesgosas para la salud de los trabajadores. Entonces, es tarea de toda la organización, comenzando por los empleadores, buscar las mejores soluciones y ponerlas en práctica, teniendo un rol protagónico los Ingenieros en Prevención de Riesgos.

Abril 2016
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