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George Delclos, Investigador de la Universidad de Texas:
“En salud ocupacional, siempre se presentarán dilemas éticos”

A través de la gestión de la salud ocupacional se puede conseguir información privada de los trabajadores. ¿Hasta qué punto las empresas pueden utilizar esta información? George Delclos, PhD e integrante del Health Science Center de la Universidad de Texas, en Houston, recomienda aplicar la bioética, una práctica que debe primar en los profesionales del área.
George Delclos.

¿Por qué aplicar la bioética a la salud ocupacional?
En salud ocupacional, siempre se van a presentar situaciones donde puede haber criterios enfrentados, en las que se le pida al profesional a cargo asesoramiento en determinados temas que atañen directamente a un trabajador y en los que su opinión, como especialista, podría verse bajo ciertas influencias. En este sentido, un profesional de la salud ocupacional que debe dilucidar si la enfermedad de un trabajador tiene origen laboral o no, puede verse enfrentado a la presión de la empresa, que ya tiene una preferencia clara de cómo resolverlo. En estos casos, debemos aplicar la bioética, donde el profesional debe proveer la opinión más honesta, sin importar si eso lleva a un debate de ideas, que además puede ser fructífero.

¿En qué medida las empresas valoran las conclusiones honestas?
Creo que los distintos actores están entendiendo cada vez mejor las conclusiones libres de influencias que puede hacer un profesional del área. En esto, es posible que los actores no estén de acuerdo, pero ese es el primer paso para entender y/o llegar a aceptar. Por ejemplo, en EE.UU., durante la presidencia de George Bush padre, se aprobó una ley de derechos civiles para discapacitados que les permitió una mayor incorporación al mundo laboral al prohibir la discriminación por motivos de discapacidad. Antes de esa ley, no era infrecuente en una empresa que el historial médico de un trabajador estuviese al lado de su expediente de RR.HH., transformándose en información a la que tenía acceso no solo un profesional de salud ocupacional, sino también gerentes de otras áreas. La mencionada ley prohibió el uso de información médica para determinar la empleabilidad, el despido o el avance profesional del trabajador.

¿Qué puede hacer un profesional de la salud para que su opinión sea respetada?
Debe entender que las diferencias de opiniones, de intereses y de objetivos entre todas las partes que intervienen en el mundo laboral y en la salud ocupacional, seguirán ocurriendo. En esa medida, el mejor aporte que puede dar es su opinión profesional, basada en la evidencia, actualizada, honesta, transparente y razonada, lo que se valora cada vez más. Como médico del trabajo, cuando me enfrento a estas situaciones, me remito a cuatro principios. El primero, es que todo mi trabajo sea para que el trabajador tenga el mayor beneficio posible, aunque eso no sea necesariamente estar de acuerdo con él. Un segundo principio es respetar la autonomía e individualidad de ese trabajador, el derecho que tiene a ser informado, a tomar decisiones por sí mismo y a tener protegida información que no debería ser de interés para nadie. Debemos ser muy celosos de lo que voluntariamente cedemos y de lo que no.

El tercero es el principio ético: ejercer basado en la evidencia científica. Para ello, hay que estar actualizado en la profesión, por lo que la formación continua es una obligación ética. Y, finalmente, reconocer que se producirán situaciones en que nosotros mismos tendremos un conflicto de interés. Debemos ser capaces de decir “no puedo opinar sobre esto, porque tengo un conflicto de interés”, así como en otras ocasiones solo se puede simplemente reconocer la existencia del conflicto, continuar dando su opinión y que la gente juzgue, pero al menos has sido honesto y lo has declarado.

¿Cómo se llevan esas relaciones en Sudamérica?
Tengo experiencia de trabajo en Colombia y Venezuela, y he visto todo tipo de prácticas. Si bien hay muy buenas prácticas, he podido apreciar casos muy indeseables, especialmente en empresas que tienen poco contacto con lo que ocurre en el resto del mundo o en empresas pequeñas-medianas, donde hay poca formación del empresario y del trabajador en temas de salud ocupacional. No era raro que hasta hace unos años, como parte del reconocimiento médico, algunas empresas, sin decirlo, hacían la prueba del VIH, lo que espero que haya desaparecido.

¿Las leyes entregan algún margen ético?
En la práctica sí, pero varía en cada país. Aunque muchas veces las soluciones en salud ocupacional nacen de una crisis, como el temor en EE.UU. de que se hiciera uso indebido de la información genética, lo que resultó en una ley que puso límites en su utilización. Por esto, ahora es muy difícil que alguien pueda usar información genética bajo el pretexto de que ayudaría al trabajador. En estos temas, resulta esencial hacer discusiones abiertas para anticipar dilemas éticos.


George Delclos es MD, MPH y PhD; profesor y catedrático en la División de Epidemiología, Genética Humana y Ciencias Ambientales de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Texas en Houston, así como profesor asociado de la Universidad Pompeu Fabra en Barcelona, en donde también es investigador del Centro de Investigación en Salud Laboral (CiSAL). Visitó Chile para exponer en el II Congreso de Seguridad y Salud en el Trabajo ACHS.
Diciembre 2015
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