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SEGURIDAD EN LA AGRICULTURA
Trabajo con plaguicidas
Por Alfonso Alarcón Fernández, docente Técnico de Nivel Superior en Prevención de Riesgos de la Universidad del Pacífico.
Si bien se ha avanzado mucho en el “Buen Manejo” de los plaguicidas, siguen ocurriendo accidentes del trabajo por intoxicaciones agudas producto de la exposición a estos productos.
Alfonso Alarcón Fernández.

Ya han pasado casi 16 años desde que se firmara, en diciembre de 1999, el primer Acuerdo de Producción Limpia (APL) del sector Agropecuario en Chile, proceso públicoprivado que, bajo el alero del CNPL (Consejo Nacional de Producción Limpia), buscaba cubrir aspectos ambientales que trascendieran el cumplimiento ambiental vigente.

Su foco principal era el tratamiento y disposición final de los residuos industriales sólidos y líquidos, además de iniciar un proceso en el conocimiento del concepto “Buen Manejo” -el primero en la industria agropecuaria- en los planteles productores de porcinos, lo que luego derivó en APLs de otros sectores de la industria. Esta primera iniciativa permitió que los productores comenzaran a implementar medidas claras y específicas en el “Buen Manejo” de plaguicidas, incluido el manejo de sus residuos y medidas de seguridad para los aplicadores de plaguicidas.

En 2001 se presentó un nuevo desafío, esta vez solo para los exportadores de fruta fresca, traducido en las “Buenas Prácticas Agrícolas”, que en sus protocolos iniciales -y que se mantienen hasta hoy- da gran importancia al uso de plaguicida. Luego, en 2002, el Servicio Agrícola y Ganadero (SAG) determina la necesidad de otorgar una credencial a los aplicadores de plaguicidas, traducida en un curso que hasta hoy no ha sido modificado, otorgando una credencial a aquellos aplicadores que cumplen los requisitos establecidos y que aprueban el curso, desde sus inicios dictado a través del sistema SENCE.

A esto, se suman otras normativas y decretos vigentes que regulan la aplicación de plaguicidas (agrícolas) o plaguicidas sanitarios/domésticos (viviendas particulares, comerciales o industriales), siendo la más reciente el Protocolo de Vigilancia Epidemiológica de Trabajadores Expuestos a Plaguicidas, que el Ministerio de Salud actualizó en 2014.


Acciones en la actualidad

En este escenario, y a pesar del buen camino recorrido, siguen ocurriendo accidentes del trabajo por intoxicaciones agudas producto de la exposición a plaguicidas. Según cifras del Minsal, de las 131 intoxicaciones reportadas y confirmadas entre enero y marzo del presente año, el 60% corresponde a intoxicaciones de origen laboral, siendo la exposición directa y el incumplimiento de los períodos de reingreso, las dos causas principales de contacto con el producto.

Otro dato muy relevante para el análisis, lo constituye el grupo químico al que pertenecen los plaguicidas identificados en los casos señalados, ocupando el primer lugar los inhibidores de la colinesterasa (los que se encuentran en muchos insecticidas y nematicidas), con un 33,6%. Le siguen los piretroides (30,5%), muy presentes en las formulaciones para plaguicidas sanitarios o domésticos, y por último, los del grupo de cumarínicos (17,6%), presentes en el control de vectores (roedores).

Para muchos productores, la temporada de aplicación de plaguicidas 2015-2016 ya ha comenzado, lo que implica que un número importante de trabajadores agrícolas estarán expuestos directa o indirectamente a ellos, por lo que las medidas que indican las Buenas Prácticas Agrícolas y Acuerdos de Producción Limpia, son imprescindibles. Recordemos que solo para las empresas que han optado por una producción orgánica, la opción de “Eliminar el Peligro” puede ser factible. Para todas las demás empresas, cualquiera sea su tamaño, algunas de las medidas que se deben implementar son:

1. Hacer un estudio de factibilidad técnica/ económica para la sustitución de plaguicidas, en donde debe prevalecer aquel que presenta un menor riesgo para las personas y el medioambiente.

2. Establecer un programa fitosanitario, en el que se contemplen situaciones climáticas adversas, como viento y altas temperaturas, que aumentan el riesgo de deriva de los plaguicidas, como lo es el movimiento de partículas sólidas o líquidas hacia sectores no deseados, incluso con presencia de personas.

3. Cumplir cabalmente con los principios de reingreso y carencia, establecidos para cada producto y especie en que se aplicó.

4. Establecer sistemas de capacitación y entrenamiento efectivo, antes del inicio de la temporada. Una capacitación particular en caso de cualquier cambio de productos, entrenamiento para la dosificación y aplicación de cada producto, capacitación a terceras personas para comprender principalmente los conceptos de carencia y reingreso.

5. Establecer sistemas claros de señalización de peligro, utilizando banderas u otro tipo de señalización, en todos los cuarteles o sectores.

6. Establecer una gestión efectiva y estandarización de los elementos de protección personal, el que debe incluir una gestión particular de los sistemas de protección respiratoria, preocupándose del entrenamiento del personal, pruebas de ajuste y determinación de filtros y tallas de las respectivas máscaras de medio rostro.

Estas medidas permitirán aumentar los niveles de seguridad, tanto para los trabajadores expuestos directamente como para los que indirectamente pueden verse comprometidos a los efectos adversos de los productos fitosanitarios.

Septiembre 2015
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