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Tania Labbé Toro, Gerenta de Cuidado y Desarrollo del IST:
“Considerar las emociones es fundamental en materia de seguridad laboral”

Mucho se ha hablado de que los programas de seguridad laboral deben contener una cuota importante de compromiso de parte de los altos estratos de una organización, sin embargo se debe incluir otro elemento para comprender a los trabajadores en una dimensión más compleja: las emociones. Tania Labbé, Gerenta de Cuidado y Desarrollo del IST, nos habló en detalle sobre esta visión.
Tania Labbé Toro.

¿Por qué es importante considerar las emociones en materia de seguridad laboral?
Hoy no se puede pensar la prevención de accidentes como algo ajeno a las personas. Y así como somos seres lingüísticos, racionales y corporales, somos también seres emocionales. Las emociones, entendidas como disposiciones a la acción, resultan fundamentales para explicarnos por qué actuamos como actuamos en determinadas circunstancias. Las emociones no son buenas o malas, simplemente posibilitan o impiden acciones distintas. Por ejemplo, el miedo puede resultar tremendamente útil en ciertas situaciones en las que se enfrenta una amenaza inminente, porque nos predispone a escapar, atacar o paralizarnos. Sin embargo, si queremos lograr que las personas actúen de manera creativa o reflexiva, se convierte en una emoción que imposibilita ese tipo de acciones.

En seguridad, gran parte de lo que hacemos tiene que ver con las personas y sus acciones, entonces, cualquier abordaje que excluya el ámbito emocional, está considerando al ser humano de manera muy parcial. No obstante, esto es lo que ha ocurrido durante mucho tiempo, dado el predominio de un paradigma racionalista que ve la seguridad como un problema eminentemente técnico y en el que las emociones corresponden al campo de lo irracional.

¿Qué importancia tiene fomentar las relaciones en una visión más integral del ser humano?
La prevención de riesgos en el ámbito laboral ha estado marcada desde sus inicios por una visión predominantemente técnico- ingenieril, donde la principal prioridad tiene que ver con la confiabilidad técnica de máquinas y equipos, las condiciones físicas de los lugares de trabajo y la elaboración y posterior control del cumplimiento de procedimientos. En esta fase, el trabajador, en la medida que cumpla determinadas normas y procedimientos y posea los conocimientos y aptitudes necesarios para el desarrollo de sus tareas, no debería accidentarse.

Pero, hoy resulta muy difícil pensar en esos términos, que dejan de lado los aspectos relacionales del fenómeno de la seguridad y del cuidado. Por eso, proponemos una mirada que concibe al ser humano como un ser social, que se construye en lo social. El desafío es preguntarse: ¿cómo estamos conversando en las organizaciones? y ¿cómo afectan esas conversaciones a nuestras emociones, relaciones y vida cotidiana? Si quiero que una persona no se accidente, ¿basta con entregar un EPP y recitar un procedimiento? Creemos que la construcción de sentido, así como la percepción de los riesgos, se genera en las coordinaciones de acciones cotidianas, y estas ocurren en un espacio de relación con otro.

¿Quién debe empezar a generar relaciones más cercanas?
Debe ser parte de un programa y, al mismo tiempo, debe ser parte de la gestión integral que realizan las empresas. Relaciones más cercanas, vínculos basados en la confianza, mutuo respeto y disposición a colaborar son indispensables para desarrollar el cuidado en los grupos humanos. Para lograr cambios sostenibles en la cultura de cuidado de las organizaciones, los procesos de aprendizaje son fundamentales, ya que solo a través de ellos es posible lograr modificaciones en los paradigmas y en las prácticas relacionadas con la gestión concreta y cotidiana de los riesgos.

Al hablar de aprendizaje, nos referimos a aquel que posibilita nuevas acciones a nivel individual, grupal y organizacional. Y ahí aparece el liderazgo, la alta dirección, como movilizador e iniciador “natural” de un proceso. Sin embargo, no existe una receta o fórmula única.

Por ejemplo, hemos visto que gran parte de las soluciones a problemas de seguridad, se encuentran muchas veces en el saber práctico de los trabajadores, pero para acceder a ese saber es necesario reconocerlo y valorarlo a través de procesos participativos y de co-construcción.

¿Se puede aplicar esta visión en cualquier organización?
Por supuesto. Todas las organizaciones son redes de conversación, así es que en cualquiera que exista la convicción y el deseo genuino de desafiarse y cambiar es posible gestionar relaciones de confianza y respeto. Nuestra experiencia nos ha demostrado, cada vez con mayor claridad, que para abordar estos desafíos es necesario estar dispuestos a abandonar nuestras certezas y abrirse a nuevas posibilidades.

En qué debe trabajar una empresa para generar relaciones cercanas con sus colaboradores?
Creo que esto requiere un alto compromiso estratégico de la organización. Una comprensión y valoración de la importancia del ser humano como sustento y generador de sentido. Coraje, decisión, humildad, respeto y una profunda valoración de la vida. Esa es la clave del éxito.

Julio 2015
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Comentarios acerca de este artículo
Rodrigo Garcia Acevedo Codelco El Teniente (05/11/2018)

Muy buen estracto en seguridad enfocado en las emociones de las personas

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