Dra. Elisa Ansoleaga.

El retorno al trabajo luego de un accidente laboral o de una enfermedad profesional es un tema complejo y escasamente estudiado en la realidad latinoamericana. Entre 2012 y 2013 tuvimos la oportunidad de analizar el fenómeno del reintegro al trabajo relativo a los problemas de salud mental mediante el proyecto “Indicadores de efectividad en intervenciones para el reintegro al trabajo en trabajadores con patologías de salud mental calificadas de origen laboral”, financiado por FUCYT (ACHS).

A raíz de esa investigación, realizamos una revisión de la evidencia científica y de la experiencia de los equipos tratantes para establecer las dimensiones centrales que obstaculizan y facilitan el proceso de reintegro al trabajo, publicando una guía de reintegro al trabajo en trabajadores con patología mental. Aun cuando el foco de este trabajo estuvo en el reintegro de trabajadores con problemas de salud mental, de dicho documento es posible extraer algunos elementos centrales del proceso de retorno al trabajo que son útiles de utilizar en el caso de los accidentes laborales.

Sufrir un accidente a causa del trabajo tiene enormes implicancias en las empresas y en las personas. De este modo, se ha observado un correlato importante entre accidentes del trabajo y problemas de salud mental. En muchos casos, es posible observar trastornos por estrés post traumático, el cual es un síndrome que se acompaña de síntomas como pesadillas, recuerdos angustiantes del hecho, evasión, sentimientos de insensibilidad e indiferencia frente a lo ocurrido, disminución en la expresividad de estados de ánimo, pérdida de interés por las actividades cotidianas, fallas en la memoria y evitación de personas o lugares que recuerden el accidente. Otro tipo de síntomas refiere a la hiperexitación, donde la persona se muestra nerviosa, siempre alerta, con una alta irritabilidad, presentando dificultades para dormir y concentrarse. Finalmente, es posible constatar pensamientos y estados de ánimo negativos, donde se observa culpa constante por lo sucedido o por ser un sobreviviente del hecho, si es que hubo otro accidentado con resultado fatal. Todo lo anterior, puede ir acompañado de síntomas de ansiedad, estrés y tensión.

Los costos personales en un accidente del trabajo son muy altos, a lo que se suma que el retorno suele ser muy difícil. Un primer aprendizaje del trabajo realizado en retorno al trabajo tiene que ver con qué es lo que entendemos por retorno al trabajo. Por ello, es que proponemos utilizar el concepto “reintegro” en vez de “retorno”. Desde la conceptualización de reintegro, lo que interesa no es solo que la persona termine su tratamiento y regrese al trabajo, sino que lo haga en las mejores condiciones para evitar una recaída o que sufra a causa de un reintegro que no se hace con el debido cuidado. Dado que el trabajo no debe dañar la salud de las personas, resulta clave que el reintegro implique reconstruir la mermada integridad de la salud que se perdió a costa del trabajo. Concretamente, el reintegro implica involucrar aspectos relacionales y a diversos actores, mientras que el retorno es una conducta individual, donde los cambios se desarrollan exclusivamente desde el trabajador/a.

En el proceso de reintegro al trabajo participan múltiples actores: el trabajador, compañeros de trabajo, jefaturas, la mutualidad respectiva, el equipo de salud a cargo del tratamiento y los encargados de salud de la empresa. Es aquí donde observamos una de las primeras dificultades para el reintegro, puesto que en la medida que estos actores no se comunican y coordinan para planificar el reintegro, la probabilidad de éxito del mismo disminuye y los costos los pagará el trabajador/a.

Asimismo, también se observan dificultades en otros niveles, como la dificultad de establecer un plan de acción conjunto entre los actores mencionados, poner el foco en lo individual más que en el contexto de trabajo, desatender otras consecuencias del accidente que requieren tratamiento, el tipo de cultura laboral y la relevancia otorgada al cuidado de la salud, la carencia de fiscalización sobre estos procesos, etc.

En síntesis, insistimos en que lo que interesa no es solo que la persona termine su tratamiento y regrese al trabajo, sino que lo haga en las mejores condiciones para evitar una recaída o que sufra a causa de un reintegro que no se hace con el debido cuidado. Por ello, la literatura ha identificado un conjunto de factores facilitadores organizacionales/laborales para el reintegro al trabajo, entre ellos: una adecuada comunicación entre actores; realizar adecuaciones en las tareas-actividades; trabajar el ajuste de expectativas entre el trabajador y su supervisor; generar las condiciones para que exista una actitud de apoyo del empleador y pares. Por tanto y para concluir, los procesos y prácticas asociadas al reintegro laboral exitoso representan un desafío para los actuales paradigmas de intervención en salud ocupacional, así como para la institucionalidad protectora de la salud en el trabajo.