Francisco Méndez.

La seguridad es un tema que debe estar presente en toda actividad productiva y en la minería es un valor intrínseco que toda empresa debería promover, sin embargo, las cifras muestran lo contrario. Durante el primer trimestre de 2015, la tasa de frecuencia de accidentes en esta industria ya alcanza un 2,59 y acumula 3 víctimas fatales, según los datos entregados por el Servicio Nacional de Geología y Minería. Estas cifras no son auspiciosas, si se considera que en 2014 la frecuencia de accidentes totalizó 2,47, con 27 fallecidos.

Ante este escenario, es difícil pensar en conseguir la meta del índice cero de accidentabilidad. Sin embargo, para las empresas proveedoras, y especialmente para las compañías que realizan trabajos de construcción en minería, debe ser una obligación implementar todos los recursos que estén disponibles para trabajar de manera segura y sin eventos.

Actualmente, existen ejemplos concretos que muestran que es posible crear ambientes seguros de trabajo y ejecutar proyectos sin la presencia de accidentes laborales. Es así como la Asociación Latinoamericana de Seguridad e Higiene en el Trabajo (ALASEHT) premió en mayo pasado a Empresas Comin por cumplir diez millones de horas-hombre sin accidentes con tiempo perdido, durante más de ocho años. Esta distinción posiciona a la entidad como la compañía más segura de América Latina durante 2014.

Pero, ¿cómo se logran estos resultados? ¿cuál es la clave para posicionar la seguridad como un valor intransable dentro de una compañía?

La clave para conseguir el índice de cero accidentes dentro de las faenas mineras es el compromiso constante de todas las partes de la organización. En ese sentido, se debe disponer del firme compromiso de las personas y de los directivos, quienes deben garantizar todos los recursos necesarios para lograr estándares máximos de seguridad, involucrando a toda la organización. Nadie debe quedar fuera y se debe actuar convencido de que con cada medida se están salvando vidas.

En este contexto, la palabra compromiso significa “responsabilidad u obligación”, y para lograr que todos cumplan con la labor de seguridad es necesario recorrer un largo camino que se inicia con el proceso de sensibilización de las personas, para que conozcan los reales efectos de un accidente laboral. Luego, se deben ejecutar campañas constantes para comunicar los planes de seguridad, ya que para fijar los conceptos hay que insistir y persistir. Una vez que la teoría ya es conocida, la disciplina laboral de trabajadores y supervisores debe llevar a la práctica todo lo aprendido, para cumplir con la misión de terminar cada faena sin accidentes. Finalmente, se debe implementar el control constante de cada acción que pueda ser un elemento de riesgo. Cada integrante de la empresa debe tener el liderazgo de negarse a realizar un trabajo si considera que las condiciones no son las indicadas para resguardar su integridad.

Por parte de los colaboradores, estos deben mantener un compromiso permanente con el autocuidado, practicándolo día a día y llevándolo a sus hogares, lugar de trabajo y entorno. Ejecutar medidas de seguridad en cada aspecto de la vida permite que las personas estén en constante estado de alerta para detectar situaciones de riesgo. Pero, además, se necesitan colaboradores decididos, capaces de actuar si perciben que un trabajo conlleva algún riesgo.

Y desde las gerencias, el liderazgo es fundamental, en el sentido de posibilitar las instancias y herramientas para inculcar la cultura de la seguridad entre sus colaboradores.

La seguridad debe ser considerada una parte más del proceso productivo de una empresa y no una norma que se debe cumplir, y el compromiso con la vida de las personas es el motor que hará trabajar bien a los sistemas.