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TRABAJO CON METALES PESADOS:
Riesgos y medidas de control

La exposición a metales pesados es un riesgo que puede traer serias consecuencias al organismo. Las medidas de prevención deben ser estrictas, pues incluso una breve exposición puede ocasionar daños en la salud del trabajador.

Los metales pesados tienden a bioacumularse en nuestro organismo, provocando diversos problemas, como intoxicaciones por exposición aguda y/o efectos crónicos por exposición repetida diariamente. Esta no tiene que ser necesariamente a concentraciones o niveles elevados, sino que bastan pequeñas dosis que pueden ser absorbidas. Más aún, su presencia en forma de aerosoles sólidos, polvo y, especialmente humo, los convierte en agentes muy penetrantes de cualquier espacio que dejemos indefenso entre el ambiente de trabajo y nuestro organismo.

La exposición a metales pesados en forma de aerosoles, resulta crítica por vía aérea (cuando el trabajador opera en un ambiente contaminado por falta de ventilación y/o porque no ocupa protección respiratoria adecuada y permanente), o por vía dérmica (si se deposita sobre manos o rostro). Además, estos metales son uno de los agentes que pueden ser ingeridos con mayor frecuencia, pues fácilmente superan las barreras entre las áreas de trabajo y las zonas de colación, pudiendo alcanzar las mesas y los platos de los comensales a la hora del almuerzo.


Consecuencias de la exposición

La exposición a un determinado metal pesado sin un debido control, puede ocasionar problemas específicos. Por ejemplo, la exposición a plomo -muy común en fundiciones donde se recibe chatarra de diversa procedencia-, puede producir tanto efectos gastrointestinales, como problemas al sistema hematopoyético (eritrocitos) o encefalopatía crónica, destacando entre ellos efectos psicomotrices. Es sabido que el plomo se acumula en los huesos, donde no produciría mayores problemas, pero cuando deja este “almacén temporal” pasa a diversos tejidos blandos, produciéndose los daños y problemas antes mencionados.

El mercurio, presente en el área minera, específicamente en los procesos de extracción de oro y plata, o incluso más cerca de nosotros en laboratorios de odontología durante la preparación de amalgamas de plata y zinc, puede ocasionar síntomas neurológicos y psíquicos (problemas de sueño, angustia y depresión).

El arsénico, por su parte, muy presente en el norte de nuestro país en la industria metalúrgica o en la fabricación y aplicación de fungicidas, produce daño a nivel cutáneo, así como en corazón, tracto respiratorio, órgano hematopoyético, sistema nervioso, e incluso puede desencadenar cáncer.

El cromo, y específicamente el CrVI, presente en los electrodos de soldadura y en la fabricación de pigmentos, puede ocasionar alergias cutáneas, considerándose también la posibilidad de generar cáncer en el epitelio del pulmón.

Uno de los principales problemas con los humos metálicos, es que no se limitan a una exposición aérea, sino que además suelen traspasar la barrera de la piel. No es extraño que también se sume la vía digestiva, porque cualquier descuido en las medidas de higiene puede terminar con la presencia de metales en las mesas de los casinos donde almuerza el personal.


¿Cómo proteger a los trabajadores?

Los programas de vigilancia ambiental deben considerar las distintas etapas de identificación y cuantificación. Dependiendo de las cantidades de estos metales con que se trabaje, de los procesos involucrados y de las concentraciones ambientales, se deberá proceder con mayor o menor rigurosidad.

Entonces, si hablamos de la exposición por trabajos de soldadura, el control mediante extracción localizada y protección respiratoria, podría resolver gran parte del problema. No obstante, cuando hablamos de metales como el plomo, el que puede estar en cantidades variables e importantes (como en el caso de fundiciones de chatarra o en recuperadoras de baterías), las medidas de control deben ir mucho más allá.

En este último caso, las medidas de higiene del personal deben ser estrictas y requieren de una infraestructura que complemente los procedimientos básicos de higiene (lavado de manos, aseo). En efecto, el uso de casilleros dobles y la segregación de un área sucia (donde se retendrá la ropa de trabajo contaminada), procurando separarlas totalmente entre sí, es la única forma de mantener al plomo, arsénico u otros metales pesados presentes en cantidades importantes, absolutamente confinados al lugar de trabajo. Es tan crucial esta medida, que ni el mejor sistema de extracción será suficiente para mantener a los trabajadores libres de la contaminación por metales, si no se cumplen estrictas medidas de higiene que aseguren que cada vez que el trabajador vaya a su colación y cada vez que se retire de la empresa, se encuentre libre de metales en su cuerpo, ropa y otros efectos personales.


Otras medidas

Extracción localizada: Es importante que los focos generadores de polvo o humos metálicos se encuentren idealmente encerrados por campanas extractoras de estos contaminantes. Estos sistemas deben ser diseñados con la capacidad de responder ante situaciones de alta demanda y manejarse bajo un programa de monitoreo periódico que asegure su eficacia en el tiempo. Más aún, deben considerar un sistema de filtros retenedores que no descarguen al ambiente exterior todo el material contaminante capturado.

Gestión de selección, uso y mantenimiento de protección respiratoria: Para que sea efectiva esta medida, se debe operar bajo un programa de gestión que asegure una selección adecuada de filtros de alta eficiencia y la realización sistemática o periódica de pruebas individuales de ajuste, como las de presión negativa controlada (PNC), que aseguren la hermeticidad perfecta entre la máscara y el rostro del usuario. Todo ello debe ser apoyado con un programa de capacitación permanente y el stock suficiente para el recambio oportuno de los filtros y máscaras.

Control de la exposición vía dérmica: Los trabajadores que manipulen y tengan contacto con metales pesados en forma de polvo o humos, también deberán proteger su piel, para lo que podrán requerir guantes, gafas o protectores faciales que eviten el depósito de estos agentes sobre manos y rostro, como en el caso de los soldadores. Sin embargo, cuando se trabaje con concentraciones importantes de estos metales, se requerirá, adicionalmente, trajes o buzos de cuerpo entero, pudiendo escogerse entre ocupar del tipo desechables o efectuar el lavado de la ropa de trabajo en la empresa, con el objetivo final de evitar que sus trabajadores pudiesen llevarse el plomo o el arsénico a sus hogares.

Finalmente, ¿cómo medimos la eficacia de las medidas de control de la exposición tomadas en el lugar de trabajo? Para completar el ciclo, el personal expuesto a metales pesados debe ser monitoreado a través de un programa de vigilancia de salud, midiendo los niveles de metales presentes en orina o sangre. Estas mediciones nos permitirán comprobar si las medidas de control de la exposición a metales implementadas, están o no dando resultado.

Junio 2015
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Comentarios acerca de este artículo
Leonardo Alvarado Suarez Centro Cpmercial La Nolienda (03/10/2019)

Excelente Articulo.

Andrea Moraga Freemet (01/06/2016)

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