Lucía Martínez.

El Proyecto de Ley de Fomento del Reciclaje, obligará a empresas que ponen en el mercado nueve tipos de productos prioritarios a hacerse cargo de los residuos post-consumo que se generen, procurando su recuperación para ser reutilizados, reciclados o valorizados energéticamente. Si bien el concepto de Responsabilidad Extendida del Productor (REP) está operativo desde hace más de 20 años en Europa, su aplicación a la realidad chilena obligará a empresas que entendían que los límites de su operación llegaban hasta el punto de venta, a mirar más allá de la góndola.

Además, nuestra cultura local -lejos del orden y pulcritud de los europeos-, así como una estructura legal que hace que los consumidores no sean responsables de la basura que generan, agregan un doble desafío. A diferencia de la realidad del viejo continente, hoy cerca del 90% de la población chilena está exento de pago de derechos de aseo, por lo que si una familia genera diariamente 3, 4 o 5 bolsas de basura, en nada afecta su bolsillo.

¿Quién dijo que solo las mineras y empresas eléctricas deben preocuparse de “las comunidades”? La REP hará que el concepto de “grupos de interés” se expanda hacia empresas de diversos sectores comerciales, sobre todo las orientadas hacia el consumidor final.

El relacionamiento con el consumidor pasará a tener un nuevo punto de contacto, en la medida que además de “seducir para comprar”, las empresas deberán luego “seducir” al consumidor para que “recicle” el producto después de su uso, con el fin de cumplir con la obligación legal.

En aquellos casos de empresas orientadas a consumidor final (B2C), es importante considerar que, por ley, son los municipios quienes tienen la obligación legal de la recolección de basura (nada dice la Ley Orgánica de Municipalidades sobre recolección de reciclables) desde los hogares. Por lo tanto, una empresa ya no deberá relacionarse solo con el municipio de la comuna en donde opera su fábrica, sino que también deberá hacerlo con otras comunas relevantes para poder llevar a cabo la recolección de residuos post-consumo.

Algunos años de experiencia en esta materia, nos han enseñado que una aproximación honesta a los municipios es el primer paso para poder establecer relaciones de confianza que permitan construir proyectos público-privados. El transparentar los intereses y poner los temas en la mesa, dará mejores resultados desde la primera aproximación.

También es importante la paciencia y la mirada a largo plazo. Cualquier proyecto que implique un trabajo con la comunidad implica tiempo, esfuerzo y construcción de canales que, en este caso, son muy escasos. En nuestra experiencia, los planes de recolección de reciclables provenientes de residuos sólidos domiciliarios demoran años en consolidarse y generar las necesarias economías de escala para optimizar su operación. En este contexto, el trabajo con municipios implica conocer el territorio y entender las dinámicas de trabajo de este nuevo socio, ya que temas que pueden ser obvios en la dinámica empresarial, no lo son en el mundo público, lo que de no ser bien abordado puede generar quiebres irreparables.

Considerando que varios municipios cuentan con una buena disposición, pero no con los recursos financieros y/o técnicos para llevar a cabo planes de recolección selectiva de reciclables, el desafío de la REP representa una oportunidad para la generación de alianzas público-privadas beneficiosas para ambas partes. Por ejemplo, en el marco de la obligación que impone la REP a la empresa privada, podría asignar algunas horas a la semana al área de Logística para estudiar y optimizar las rutas de recolección de reciclables, podría pedirle al equipo de Marketing ideas para realizar campañas de entrega de reciclables -recuerde que en el Proyecto de Ley, el consumidor no tiene obligación legal de entregarlos, por lo que su empresa deberá “seducirlo”-, y podrá invitar al departamento de Control de Gestión a realizar un levantamiento de costos de recolección y separación de reciclables, considerando que la iniciativa en discusión los obliga a cubrirlos.

Es así como este desafío no es solo del área de Medioambiente, sino que la ley ampliará las zonas de operación de las compañías y, por ende, la sugerencia es abordarlo desde una mirada integral. De lo contrario, el tiempo que utilizará para llegar a un nivel productivo dentro de la curva de aprendizaje será mucho mayor, con todos los costos que esto significará, como son las multas por incumplimiento en las metas de recuperación. Finalmente, si su empresa vende aceites o lubricantes, aparatos eléctricos y electrónicos, diarios, periódicos y revistas, bienes que se venden en cualquier tipo de envases y embalajes, medicamentos, neumáticos, pilas y baterías, plaguicidas o vehículos, no se preocupe, ocúpese. Conozca desde ya la cadena de reciclaje de sus productos, haga levantamiento sobre las cadenas de recolección y comience a conocer a sus stakeholders en este nuevo escenario. La improvisación o el solo hecho de esperar a que se promulgue la ley le puede resultar demasiado caro.