La investigación de los incendios es una labor que se realiza continuamente en países desarrollados para poblar de datos sus estadísticas, las cuales se usan para un sinnúmero de acciones de planificación. En cambio, estas estadísticas en nuestro país son bastante escasas y muy dispersas, debido a que no existe la obligatoriedad de realizar este tipo de investigaciones ni un banco de datos que almacene y procese dicha información.

Por razones penales, la Ley 19.806, en su artículo 30, indica que: “El Comandante del Cuerpo de Bomberos que hubiere intervenido en las labores relacionadas con cualquier siniestro por incendio deberá enviar al Ministerio Público un informe escrito, en el que se individualizará el voluntario que dirigió dichas tareas; el lugar de ocurrencia y el estado en que se encontraba el bien afectado; una relación circunstanciada de las operaciones practicadas y su resultado, y las conclusiones que, en vista de su conocimiento y experiencia, pudiere formular sobre el origen del incendio y las causas que lo provocaron”.

De esta forma, recae en Bomberos la responsabilidad de emitir un informe en el que se refiera, entre otros temas, al origen y las causas que provocaron el incendio. No obstante, cabe mencionar que no están obligados a realizar una investigación rigurosa, como la exigida por la NFPA 921 “Guía para la investigación de incendios y explosiones”, lo que también sería muy complicado debido a la escasez de recursos económicos.

En algunas situaciones, cuando hay seguros comprometidos, son las mismas compañías aseguradoras las que contratan servicios profesionales de investigaciones de incendio, y muchas veces, son las empresas siniestradas quienes contratan este servicio como contraparte. En estos casos, la finalidad de encontrar el origen y determinar la causa es por razones económicas (la liquidación de seguros).

Ya sea por razones políticas (estadísticas para planificación), penales (requerida para el Ministerio Público) o económicas (requeridas por las compañías de seguros y/o empresas siniestradas), las investigaciones de incendio y explosiones deben ser realizadas por profesionales capacitados y experimentados, quienes seguirán una metodología predefinida, permitiéndoles llegar a conclusiones precisas.

La investigación de un siniestro se basa sobre una planificación y un enfoque sistemático, aplicando el método científico, que será de suma importancia, ya que es la única forma de recolectar la información relevante: testimonios, verbales o escritos, de personal interno y externo; información de prensa; evidencia física; documentos, procedimientos, registros de video, informáticos y fotográficos; toma de muestras, etc.

Dentro de la recolección de información, el aspecto más importante se encuentra en la contrastación de todas las versiones de los testigos presenciales y personas involucradas. Un investigador experimentado podrá percibir la intención que hay detrás de cada declaración, identificando a quiénes entregan información falsa o direccionada, lo que le permitirá formular rápidamente las hipótesis que deberá evaluar durante la investigación. Por esta razón, resulta fundamental el rol del investigador en interpretar las declaraciones y también en la formulación de las preguntas apropiadas en el momento preciso.

Así, la investigación de incendios y explosiones se considera un “arte” con sólida base científica y representa un desafío muy interesante para cualquier profesional, ya que requiere la combinación de conocimientos y habilidades específicas que se adquieren con estudio y experiencia.

Junto con lo anterior, la reconstrucción mental del incidente mediante el pensamiento crítico científico, permite aplicar herramientas matemáticas o de simulación para la evaluación de las hipótesis. En esta etapa, la realización de pruebas de terreno, experimentos de laboratorio o modelos de simulación, permiten dar fuerza o descartar algunas de las hipótesis. Además de la típica prueba de si una fuente de ignición específica es capaz de dar inicio a un incendio aplicada sobre determinado material, existen otras pruebas, principalmente para detectar la presencia de acelerantes, tales como cromatografía de gases, espectrometría de masa, absorción atómica, fluorescencia de rayos X, usos de perros adiestrados, etc.

También es de gran significancia la interpretación de las evidencias que cualquier incendio o explosión deja en su entorno. Estas llamadas “marcas del fuego” suelen ser distintos tipos de materiales fundidos a distintas temperaturas, marcas de hollín en paredes con patrones reconocibles (conos de humo), deformación de materiales que dan cuenta del sentido de propagación, cambio en la coloración del hormigón, profundidad de la carbonización de la madera, pruebas físicas de cortocircuito, etc.

En resumen, el investigador dispone de una serie de recursos que le posibilitan determinar el origen y las posibles causas de un incendio. Sin embargo, a veces no es posible asegurar la causa con total certeza, generalmente en incendios intencionales, donde la clave está en la experiencia del investigador para analizar los testimonios, determinar el uso de acelerantes y descartar otras causas probables.