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Exposición ocupacional al Ebola en el rubro aéreo
Por Dr. Alexander Betzhold Formigli, Académico de Ingeniería en Prevención de Riesgos de la Universidad del Pacífico.
Un tipo de riesgo biológico ocupacional al que se exponen los trabajadores de líneas aéreas, es el contagio de microorganismos infecciosos de transmisión persona a persona, mediante el contacto con aerosoles o secreciones de pasajeros portadores en su fase infectante.
Dr. Alexander Betzhold Formigli

Históricamente, los vuelos internacionales han sido una vía de diseminación de virus entre continentes, mediante pasajeros portadores infectantes, como fue el caso de los virus respiratorios SARS (año 2003), H5N1 (2005) y H1N1 (2009) y la probabilidad actual de difusión del virus Ebola, que si bien no es respiratorio, se encuentra presente en saliva y otras secreciones corporales, pudiendo penetrar por heridas y mucosas.

En el caso de este virus, que tiene un período de incubación de entre 2 y 21 días, puede darse el caso de que una persona proveniente de países africanos con epidemia (Sierra Leona, Guinea, Liberia, Nigeria, Senegal), no solo de ciudadanía africana, sino también europea, americana o asiática, se embarque en un vuelo presentando un estado asintomático (sin signos aparentes), pero con viremia y posibilidad de transmisión, pudiendo contagiar a los trabajadores de la línea aérea con los que toma contacto, incluyendo todos los transbordos o escalas que realice en diferentes países hasta llegar a su destino.


Acciones preventivas

Junto con la higiene de manos y el uso de mascarillas, anteojos con o sin aumento (antiparras disimuladas) y guantes de látex, la principal protección de los trabajadores de líneas aéreas la constituye la inmunidad generada por vacunación, pero todavía no hay vacunas comerciales de Ebola disponibles para estos trabajadores. La vacunación suplementaria dependerá de la probabilidad de exposición a enfermedades exóticas, endémicas o epidémicas presentes en las zonas de tránsito o permanencia de este personal fuera de Chile, como por ejemplo cólera, hepatitis A y B, encefalitis japonesa, rabia, tifus, peste y fiebre amarilla.

En todo caso, la primera barrera de prevención la constituyen los chequeos sanitarios previos al embarque de pasajeros en zonas de riesgo o de tránsito, tales como medición de temperatura corporal (para detectar fiebre), observación del aspecto general, preguntas sobre presencia de dolores musculares, de cabeza, vómitos, diarrea, hematomas, petequias o sangramiento. En el caso de un pasajero sospechoso, se requiere su aislamiento y evaluación médica, y su traslado a un centro asistencial en caso de que sea un paciente infeccioso.

A nivel internacional, existe un “Acuerdo de Cooperación para prevenir la propagación de enfermedades transmisibles mediante viajes aéreos”, denominado CAPSCA por su sigla en inglés (www. capsca.org).

En Chile, el Ministerio de Salud y la Dirección General de Aeronáutica Civil (DGAC) tienen protocolos para el manejo de pacientes infecciosos que puedan ingresar desde el extranjero, tanto pasajeros como tripulaciones, pero para ser exitosos requieren de personal entrenado y con los elementos de protección personal y desinfección necesarios, además de infraestructura aeroportuaria y hospitalaria adecuada para el aislamiento. Este detalle es un punto crítico, para que los planes no fallen en su implementación y ejecución. En el caso de las tripulaciones, en su condición de trabajadores con seguro de accidentes vigente, la mutualidad involucrada (ACHS, Mutual de Seguridad CChC, IST) debería contar con un protocolo y equipamiento para manejo de pacientes infecciosos en condiciones de aislamiento.

En cuanto a análisis de laboratorio, frente a una muestra de secreciones de un paciente sospechoso, el Instituto de Salud Pública (ISP) ha implementado una prueba genética presuntiva en base a PCR (Reacción en Cadena de Polimerasa), pero la confirmación proviene del CDC de Atlanta o de Canadá.

Un ejercicio para someter a prueba las capacidades nacionales de respuesta, sería si una persona proveniente de zonas con brote, emigra a Europa y desde ahí a Argentina y cruza a Chile por tierra dentro de 21 días (el período de incubación es de 2 a 21 días). Si eso sucediera, todos los contactos se infectarían y multiplicarían la infección. De hecho, hubo preocupación por la llegada de un ciudadano polaco en una nave mercante al puerto de San Antonio, que se suponía podría estar infectado. Otro aspecto es el bioterrorismo, con restos de secreciones infecciosas traídas desde el extranjero, que se pueden diseminar en la cabina de un avión en la forma de spray envasado como perfume.

Octubre 2014
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