Juan Ramón Candia

¿Por qué desarrollar una guía sobre cómo ser sustentable?
Principalmente, por el momento que vive el país en que la sustentabilidad está muy en boga y se ha transformado en un desafío empresarial. Esto se puede percibir fácilmente en las demandas y exigencias sociales referentes a los impactos de las empresas y sus compensaciones. La población se presenta mucho más informada y manifiesta una mayor preocupación y conciencia por el cuidado del medioambiente; ya no se mira con tan buenos ojos la aparición de grandes proyectos extractivos o de inversión que puedan alterar su entorno. Entonces, las empresas se sienten ansiosas y decididas por enfrentar este escenario, pero se preguntan “¿cómo hacerlo?”. Entonces, surge esta iniciativa que recoge las mejores prácticas internacionales, proponiendo un protocolo y guía de trabajo.

¿Esta guía aplica a todas las industrias?
Es transversal, ya que contiene recomendaciones genéricas que pueden ser aplicadas efectivamente en una empresa de minería, una de cultivo de salmones, o hasta en una de retail. Tienen su foco en cómo manejar las exigencias de los grupos sociales, ya que finalmente es el público quien está demandando este salto cuantitativo en términos de cómo las empresas hacen la gestión, ya sea una persona natural adquiriendo un producto en una tienda o bien las exigencias internacionales que regulan la exportación de bienes y materias primas.

En este sentido, proponemos básicamente siete pasos. Si bien muchos de estos tienen que ver con lógica, los presentamos ordenadamente y explicando su razón de ser. También hablamos de cuatro principios en una comunicación efectiva y “verde”, de cómo comunicar las actividades de la compañía hacia las comunidades, lo que resulta trascendental, pues la transparencia de los procesos de la empresa generará confianza y cercanía.

¿Comprende la aplicación de esta guía algún seguimiento por parte de Fundación Chile?
Es voluntario. Ahora bien, habría que ver cómo evoluciona con el tiempo, pero nuestra idea es que sea una herramienta de apoyo, no un tema de fiscalización. No obstante, está también la posibilidad que sea visto como un primer paso en la elaboración de normativa en la materia, aunque es algo prematuro de hablar, pero no descabellado, ya que se ha visto que muchos otros temas ambientales se inician como voluntarios y finalmente, dadas las presiones sociales, terminan siendo parte de una normativa, como es el caso de diversas certificaciones de procesos productivos.

Lo que sí está claro es que la opinión pública demanda más transparencia, quiere saber qué hay detrás de cada producto. En este sentido, ha habido casos emblemáticos, como por ejemplo, McDonald’s, que detalla todo el contenido de sus comidas, justamente a raíz de la exigencia y demanda de un consumidor, y que los ha llevado a trabajar en un plan para mejorar la calidad y hacerla más saludable.

¿De qué forma se distribuirá?
Pensamos realizarlo a través de nuestros socios. Asimismo, Sernac, la Fundación Ciudadano Responsable y la Asociación Nacional de Avisadores jugarán un rol importante en la distribución, ya que participaron activamente en la confección de este material. Cabe destacar que se distribuirá principalmente por vía digital, porque queremos también ser consecuentes con reducir nuestro impacto ambiental.

¿Cómo evaluarán el éxito del documento?
En la medida que vayamos recibiendo consultas sobre la aplicabilidad de la guía, conseguiremos indicadores en base al nivel de uso que está teniendo. Por otra parte, nos hemos dado dos años para llegar a 300 mil empresas, grandes y pequeñas. No distinguimos el tamaño, pues cada una encontrará herramientas que les serán útiles en esta tarea.