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Cómo prevenir la Neumoconiosis por Aluminio
Por Luis Reyes Jaque, Encargado Unidad de Vigilancia de Riesgos Ocupacionales Dpto. de Prevención de Riesgos, ISL.
De común uso en la industria actual, el aluminio es un factor de riesgo, ante el cual se deben tomar medidas efectivas que impidan la proliferación de enfermedades pulmonares.

El aluminio corresponde a un metal blanco, blando, dúctil y maleable. Se encuentra de forma natural en la corteza terrestre y posee diversos usos industriales, entre ellos, en la construcción de vehículos, en la industria de pigmentos y pinturas, en la industria pirotécnica, en actividades abrasivas, etc. A menudo, este metal, así como sus compuestos y aleaciones metálicas se usan en las operaciones en “caliente” en el mismo lugar de trabajo. Estas operaciones pueden incluir pero no se limitan a la soldadura (incluidas la fuerte y la blanda), la galvanoplastia, el corte y la metalización. Cuando estas operaciones alcanzan altas temperaturas, los metales forman comúnmente humos metálicos. En Chile, el Decreto Supremo N° 594, de 1999, del Ministerio de Salud, establece una serie de límites para distintos tipos de formas de aluminio.

La exposición a este metal, independientemente de la forma en que se presente, puede generar efectos agudos en los trabajadores, entre los que se hallan irritación de piel, ojos y “fiebre por exposición a humos metálicos”, que se presenta con síntomas similares a la influenza. Asimismo, la exposición a polvo fino de aluminio puede generar efectos crónicos a largo plazo, como la generación de cicatrices pulmonares (fibrosis pulmonar), que se presenta con síntomas de tos y falta de aire. Esta enfermedad es conocida en alguna literatura como “aluminosis”, “pulmón de aluminio” o “Enfermedad de Shaver”.

En este tipo de neumoconiosis, donde el mecanismo patogénico no se encuentra del todo bien definido, se identifica una serie de síntomas de carácter sistémico (neumoconiosis y asma bronquial) y otros de carácter local (conjuntivitis, dermatosis e irritación de las vías respiratorias altas). Por esto, resulta fundamental incorporar en los métodos de trabajo medidas tendientes a disminuir, en la mayor medida posible, las posibilidades de que el aluminio genere problemas agudos o crónicos a las personas que se encuentren expuestas. Tales medidas son de tipo ingenieril, prácticas de trabajo, y las asociadas a la protección individual de la persona expuesta.


¿Cómo abordarlo?

Las medidas de carácter ingenieril consideran desde el reemplazo del aluminio por otro elemento menos tóxico, encerramiento de las fuentes que originan la emanación, ya sea de polvo y/o humos, ventilación y/o extracción localizada, por medio del aislamiento de las operaciones. Además, algunas medidas para el caso específico de polvo de aluminio, consideran el automatizar la transferencia desde tambores a otros recipientes, así como la verificación previa al ingreso de un espacio confinado con presencia de polvo de aluminio por sus características explosivas.

En tanto, las prácticas de trabajo tienen relación con la forma de hacer las tareas, y entre ellas, se pueden considerar:

Cambiarse la ropa contaminada inmediatamente. No llevar ropa de trabajo contaminada a la casa. La ropa contaminada debe ser lavada por personas que sepan lo que están lavando.

La existencia de lavaojos lo más cerca posible de la zona de trabajo, y si hay posibilidad de contacto con la piel, disponer de duchas de emergencia. No comer, beber ni fumar en el lugar de trabajo, para no ingresar aluminio por otras vías de ingreso. Lavarse cuidadosamente las manos después de terminar el trabajo.

No limpiar usando aire comprimido, sino que se recomienda el uso de una aspiradora.

Finalmente, la protección individual, que siempre debe ser considerada como la última opción, contempla algunas medidas como:

Evitar el contacto con la piel por medio del uso de ropa y guantes de protección, los que deben estar siempre limpios y disponibles antes de comenzar el trabajo.

Usar protección ocular con protección lateral o gafas de protección.

Definitivamente, usar protección respiratoria, la que se debe enmarcar en un programa de protección respiratoria que abarque las condiciones laborales, las capacitaciones asociadas a los trabajadores expuestos, pruebas de ajuste y todo lo que menciona el Instituto de Salud Pública en su Guía para la Selección y Control de Protección Respiratoria.

Septiembre 2014
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