Dada su función clave dentro de la protección personal, resultan escasas las faenas de trabajo en que no se visualice cascos o lentes de seguridad. Si bien son de uso recurrente, aún existe cierto desconocimiento en cuanto a las indicaciones de los equipos junto con su cuidado adecuado, aspectos trascendentales que pueden hacer la diferencia entre sufrir o no un accidente.

En este sentido, los cascos o lentes de seguridad, son elementos recomendados para proteger contra los llamados “riesgos residuales”. “Estos son aquellos peligros que, una vez determinados como nocivos para la salud de los trabajadores, según la evaluación realizada, no han podido ser eliminados o reducidos suficientemente mediante la aplicación de medidas de ingeniería o administrativas aplicadas en forma previa”, explica Carlos Martínez, Jefe Sección Elementos de Protección Personal del ISP.

En Chile, los trabajadores deben realizar sus labores de acuerdo a las exigencias de la Ley 16.744 del Ministerio del Trabajo, que ofrece un marco en seguridad ante accidentes y enfermedades propias del sector. Respecto de la entrega de elementos de seguridad por la empresa, el artículo 68 señala que “las empresas deberán proporcionar a sus trabajadores, los equipos e implementos de protección necesarios, no pudiendo en caso alguno cobrarles su valor”.

En tanto, el artículo 37 del DS 594 del Ministerio de Salud, que aprueba el reglamento sobre condiciones sanitarias y ambientales básicas en los lugares de trabajo, afirma que “deberá indicarse claramente por medio de señalización visible y permanente la necesidad de uso de elementos de protección personal específicos cuando sea necesario”.

Elección y cuidado Si bien cascos y lentes de seguridad apuntan a evitar accidentes como golpes en la cabeza o partículas que pueden dañar los ojos, la elección de estos EPP deberá responder a las características del ambiente donde se desarrollará la faena, como temperatura, humedad, o radiaciones solares, para lo cual se recomienda un análisis en cada caso. En el caso de los cascos, Mario Rodríguez González, Ejecutivo Comercial Senior de División Certificación en Cesmec S.A., afirma que, según la NCh 461, estos elementos deben cumplir con los siguientes requisitos:

• Absorción de impactos: La fuerza transmitida a la cabeza debe ser menor que 5kN.

• Resistencia a la penetración: La punta del percutor del ensayo no debe tocar la cabeza de ensayo.

• Resistencia a la llama: Poner bajo llama por 10 segundos y, una vez retirada la fuente de calor, después de 5 segundos, no debe continuar ardiendo con emisión de llama.

Además, deben ser sometidos a temperaturas extremas de acondicionamiento (-20°C y 50°C) entre 4 y 24 horas previamente a los ensayos antes descritos. A juicio del especialista, estos productos siempre deben contar con los siguientes datos: nombre o razón social del fabricante o importador, clase del casco, año de fabricación, e instrucciones de uso, ajuste, montaje, adaptación, limpieza, desinfección, conservación, revisión y almacenamiento. Además, recomienda “descartar su uso cuando exista evidencia o sospecha de daño; limpiar periódicamente con agua y jabón, y tener presente que cualquier modificación o adaptación afecta su grado de protección”.

Por su parte, Manuel Albanez, Product Manager Seguridad de Garmendia, coincide en la importancia del cuidado, enfatizando que “en caso de que un casco esté trizado, tenga alguna perforación o haya sido quemado con ácido o fuego, ya no cumple su función de proteger íntegramente y debe ser reemplazado”.

Asimismo, el profesional advierte que, en faenas de montaña a más de 4.000 msnm, es probable que estos pierdan color por efecto de los rayos UV, situación en la que también recomienda un cambio, previniendo alguna posible baja en la resistencia del material. En todo caso, aclara que si bien pueden durar mucho tiempo, los cascos debieran ser revisados a los seis meses, considerando su uso recurrente.

Lentes de seguridad En el caso de los lentes de seguridad, las acciones para determinar su uso son similares a las de los cascos, donde lo principal es reconocer los riesgos asociados a la labor y a los agentes de exposición. De acuerdo al ejecutivo de Garmendia, la elección dependerá de la labor específica, optándose generalmente por modelos que, además de ser una barrera para partículas físicas, “cuentan con características anti-empañantes, anti-rayaduras, anti-impacto y protección de UV cercanas al 99,9% de protección”, explica.

En los últimos años, se ha popularizado el uso de antiparras, una variante en la protección visual que se destina principalmente para condiciones extremas de trabajo, como vientos, nubes de polvo o espacios confinados. “Lo atractivo de estos elementos es que son selladas, impidiendo la entrada de polvo u otra partícula. De igual modo, entregan protección ante líquidos (como sustancias químicas) que pudieran filtrarse en los lentes de seguridad ‘tradicionales’”, explica Albanez.

En cuanto a los cuidados que requieren los artículos de protección visual, el especialista cree que es importante revisarlos luego de haber sufrido algún golpe que pudiera haber dañado las placas de policarbonato. “Si está trizado o muestra un golpe, es necesario desechar y cambiar el artículo. De lo contrario, se corre el riesgo de que no entregue la protección para la que está diseñado”, añade. Un error común que cometen frecuentemente los usuarios es limpiar los lentes con telas inapropiadas, o incluso con la vestimenta propia, que pueden contener partículas de polvo o metales que generarán rayas. “El consejo es siempre limpiarlos con agua tibia y un paño de microfibra. Con cierto cuidado, los lentes pueden durar mucho tiempo”, asegura.

Al estar certificado, un EPP posee el respaldo para garantizar su protección real contra los riesgos para los cuales fue diseñado. En este ámbito, el DS N°18/1982 establece claramente que todo EPP que se utilice o comercialice en el país, deberán cumplir con las normas y exigencias de calidad que rijan a tales artículos, según su naturaleza. Este reglamento también señala que es el Instituto de Salud Pública de Chile (ISP) la entidad responsable de autorizar a las instituciones que certifican la calidad de los EPP bajo normativa chilena.

A juicio de Albanez, las certificaciones son muy importantes. “Son la única forma de cerciorarse que el producto que se adquiere pasó por una serie de pruebas y que responde a las exigencias en terreno a las que dice responder. De otra forma, el usuario estaría exponiéndose a los factores de riesgo sin protección alguna”, acota.

Ahora bien, las normas técnicas por las que se certifican los EPP en Chile, no establecen materiales específicos con los que deben ser fabricados, sino que se basan en las prestaciones que debe tener el EPP. “De esta manera, se permite la incorporación de nuevos materiales que ofrecen mejores rendimientos en las distintos requisitos establecidos por las normas”, aclara Martínez, del ISP. Es así como los avances tecnológicos están permitiendo la incorporación de nuevas características a estos EPP. “En el caso de los cascos, se apunta a conseguir productos más ergonómicos, que sean cada vez más livianos, sin perder resistencia y que permitan usarse durante toda una jornada laboral sin ocasionar molestias”, comenta.

“En el caso de la protección visual, la tendencia es a diseños cómodos, livianos y durables. Caso similar a las antiparras que apuntarán a ser un producto multifuncional, con gran desarrollo para la industria minera”, finaliza.