Las conductas de las personas en gran parte están asociadas al ambiente donde se desenvuelven y, de alguna u otra forma, determinan cómo va a ser su comportamiento. En este sentido, las acciones inseguras de los trabajadores en sus puestos de trabajo están relacionadas directamente a esa condición, cuando el ambiente laboral propicia este comportamiento. Dentro de las empresas productivas, es importante distinguir que una gran parte del proceso de aprendizaje de las labores encomendadas a las personas proviene de la imitación de conductas de los trabajadores más experimentados, sin instrucciones precisas, falta de inducción o incluso asociado a capacitaciones de carácter netamente técnico o superficial de la tarea a realizar, las cuales no incluyen o muchas veces dejan fuera conceptos asociados al autocuidado o las acciones seguras en su desempeño. En el contexto antes señalado, la psicología aplicada a la prevención de riesgos toma una especial connotación e importancia, ya que las conductas humanas están dadas, en gran parte, en cómo las personas adquieren sus competencias técnicas y el aprendizaje de su labor, por lo que revertir este problema puede ser netamente por la vía de la capacitación y aprendizaje activo. Por eso, el rol del profesional competente debe estar dado más allá de la capacitación o inducción, encauzando las conductas del trabajador y fomentando, además, la cultura preventiva. Más allá de una charla Gran parte de los esfuerzos de las mutualidades se orientan a la capacitación e inducción, pero muchas veces no se toma en cuenta la realidad y vivencia de los trabajadores, por lo que se hace necesaria la intervención, más allá de la simple charla o el cumplimiento de las organizaciones del derecho a saber, en la cual el empleador está obligado a dar cuenta de las condiciones y riesgos que entrañan las labores a que están expuestos sus trabajadores. Uno de los métodos para aumentar la conducta segura en el trabajo, se desarrolló a mediados de los 80. Se trata del Método TEPS, el cual como lo denominan sus siglas, es la aplicación de Técnicas Psicológicas en Seguridad, que se ajusta a lo antes planteado, y el cual toma como premisa que gran parte de la conducta humana es producto del aprendizaje y que, por lo mismo, está asociado a las conductas inseguras. En esta realidad, se puede lograr revertir esta situación por medio de la utilización de los mismos métodos cognitivos, esto quiere decir, utilizar técnicas de aprendizaje para asegurar que su labor sea enmarcada a las conductas seguras para el desempeño eficiente y eficaz de su trabajo. La aplicación de un método TEPS debe ser implementado por especialistas en el área de la psicología aplicada a la seguridad, y consiste en la aplicación de 5 pasos, que van desde la observación y análisis de las conductas, hasta los procesos de intervención y seguimiento, para lo cual es importante la colaboración de trabajadores y supervisores para lograr fortalecer el liderazgo y, por otro lado, fomentar el trabajo en equipo. El desafío de los profesionales del área de la prevención de riesgos es, sin duda, lograr implementar una cultura preventiva dentro de la organización y, para ello, los esfuerzos deben ser desde distintos enfoques. El uso de la psicología en esta materia puede ser un gran aporte, ya que se deben utilizar las herramientas apropiadas para hacer efectivo el cambio hacia el autocuidado, y parte de ello es involucrar en esta materia al propio trabajador. |