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Guillermo Espinoza, Director Ejecutivo del CED
“La EAE es relevante para decisiones sustentables a nivel público y privado”

En abril pasado se lanzó en Chile la “Guía de Mejores Prácticas para la Evaluación Ambiental Estratégica (EAE)”, escrita por la experta portuguesa Maria do Rosário Partidário. Aún poco asimilado en el país, el concepto de EAE tiende a confundirse con la Evaluación de Impacto Ambiental (EIA), pero se diferencia por su foco más amplio y por la entrega de opciones de largo plazo. Conversamos con el ejecutivo que estuvo a cargo de la edición técnica de la traducción al español de esta guía.

¿Qué implicancias tiene la EAE?
La Evaluación Ambiental Estratégica (EAE) en Chile es una herramienta que por ley debe ser utilizada en políticas y planes del sector público que el Presidente de la República resuelva a propuesta del Consejo de Ministros, aunque esta situación aún no está operativa. Además, ya se está aplicando a instrumentos de planificación y ordenamiento territorial, como el caso de los planes reguladores. La EAE sube el nivel de decisión y lleva los análisis preventivos a decisiones estratégicas insertas a nivel de políticas y planes. Es distinta a la Evaluación de Impacto Ambiental, pero está vinculada.

¿Cuáles son las diferencias con la EIA?
La EIA analiza los impactos de proyectos de inversión, que son acotados y específicos a lugares, considerando los cambios significativos en el ambiente (contaminación, impacto a comunidades o áreas protegidas, etc.). Con ello se toman medidas de mitigación y compensación, para darle viabilidad al proyecto desde el punto de vista ambiental.

La EAE tiene una perspectiva de largo plazo y estratégica, mientras que un EIA es de corto y mediano plazo. En este aspecto, la EAE busca reconocer los riesgos y oportunidades que surgen con opciones estratégicas de mayor nivel, y apunta a crear condiciones para que lo ambiental sea un apoyo para generar procesos de desarrollo sustentable de un territorio o sector.

Es decir, la EAE va evolucionando con el tiempo…
Se va adaptando a las condiciones cambiantes en períodos largos de tiempo. Trabaja a 15, 20 o 50 años, en base a proyecciones deseadas. Se va ajustando a la realidad, porque el contexto inicial puede variar en unos años y hay que adecuarse. También se debe llevar a cabo un seguimiento para constatar que va efectivamente por el lugar que se estimó como deseado.
 
En este sentido, con su uso, una organización puede estar mejor preparada para enfrentar crisis, ya que puede prever escenarios críticos y generar las acciones adecuadas ante una determinada situación. La EAE no es algo que se haga una vez y quede abandonada, pues al ir asociada al proceso de decisión, va acompañando la implementación de las medidas.

¿Es aplicable a las decisiones de empresas privadas?
Es absolutamente necesario, porque es una herramienta de apoyo a las decisiones y no un informe que se elabora para cumplir con un trámite. Por ejemplo, en el CED estamos trabajando en un estudio del cambio climático para ver cómo afectaría procesos de desarrollo en el altiplano chileno. Estamos en el desarrollo del trabajo, pero en forma preliminar llama la atención el incremento de la evaporación y su potencial incidencia en el agua disponible para consumo humano, de la agricultura y del mundo minero. Por otra parte, la concentración de las lluvias podría incrementar los procesos aluvionales.

Entonces, ¿cómo no va a ser importante que las empresas estén enteradas de los escenarios que vienen? Esa es una ventaja de la EAE: permite adelantarse a circunstancias futuras y comenzar a trabajar ahora.
 
De este modo, se puede hacer un mejor negocio, mejorar la intervención del territorio, generar mejores relaciones con los grupos vecinos, entre otras situaciones. En definitiva, esta herramienta permite encontrar soluciones sustentables.

A su juicio, ¿qué puntos resultan claves en esta guía de mejores prácticas?
En una EAE hay muchos elementos en juego; a modo de ejemplo de alguno de ellos, la guía propone un enfoque que incida en el proceso de decisión con base en los factores críticos. Es decir, se debe descubrir cuáles son aquellos elementos específicos que aseguran el éxito y sustentabilidad de la decisión; es obvio que esto simplifica la aplicación de la herramienta. Otro ejemplo es la necesidad de información, porque normalmente se cree que hay que tener una gran línea de base y se podrían tener los datos completos cuando la decisión ya fue tomada. En ese caso, la guía recomienda trabajar con la información secundaria disponible, que se procesa de modo que sea útil a las evaluaciones que se están haciendo.
 
El texto también sugiere cómo abordar los procesos de participación, enfocados a los actores estratégicos involucrados en la decisión. Lo interesante es que propone herramientas para ir resolviendo cada paso de una aplicación de EAE con base en el pensamiento estratégico. Pero no es una receta, sino que su autora, propone un proceso flexible para conseguir el objetivo deseado.

La traducción al español de Guía de Mejores Prácticas para la Evaluación Ambiental Estratégica de
Maria do Rosário Partidário, contó además con el apoyo de Transelec.

Mayo 2014
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