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Resiliencia y accidentes laborales
Por Milena Zapata Vega, Psicóloga, Académica de la Escuela de Psicología de la Universidad Santo Tomás.

Un accidente laboral con lesiones físicas graves causa importantes perjuicios en múltiples áreas de la vida de quien lo padece. Quienes lo han experimentado estarán de acuerdo en que la incapacidad física es la punta del iceberg de una crisis vital compleja que acompaña al trauma.

Luego de sufrir un accidente laboral la situación puede ser compleja. A la pérdida de funciones físicas se suma el impacto psicosocial que, en su dimensión psicológica, implica temores respecto del futuro, ansiedad, disminución de la autoestima y sensación de vulnerabilidad, entre otras variadas consecuencias sobre la salud mental. No es extraña la presencia de síntomas emocionales y conductuales durante la fase aguda y crítica posterior al accidente.

Por otra parte, en el ámbito social, la conmoción sobre la familia complejiza la situación, ya que ésta debe incorporar en su dinámica el cuidado de uno de sus miembros. La familia no está preparada para un imprevisto de esta naturaleza y sus ingresos económicos suelen verse afectados, lo que implica gestionar otras formas de sustento.

Ahora bien, ¿cómo es que algunos, después de una experiencia traumática como la sugerida, logran adaptarse a un nuevo escenario y obtener lo mejor de ellos mismos? Sin duda, las reacciones frente a un evento traumático pueden ser variadas. Hay quienes desarrollan trastornos, como estrés postraumático, depresión u otras patologías, pero también hay quienes alcanzan, luego de superada la fase de shock inicial o en etapas posteriores, importantes procesos de crecimiento, aprendizaje y trasformación personal. Cabe aquí el concepto de resiliencia.

La resiliencia se describe como la capacidad para hacer frente a las adversidades y salir fortalecido de ellas. Jorge Barudy, el reconocido psiquiatra chileno radicado en Europa, define este concepto como la capacidad de una persona o grupo para proyectarse hacia el futuro, a pesar de las dificultades e incluso aprender de ellas. Edith Grotberg, profesora adjunta de la Universidad George Washington, quien ha estudiado el tema de la resiliencia por más de una década, indica que esta es un proceso, no un suceso; es decir, el resultado de una serie de factores que actúan como fuentes de esta capacidad. Factores como relaciones de alta calidad, confianza en las propias capacidades y emociones positivas ante las dificultades.


El proceso de recuperación

De acuerdo con nuestro tema en cuestión, frente a graves accidentes en el trabajo, los tres factores de resiliencia antes mencionados pueden ser claves en el proceso de recuperación y reinserción en la vida laboral.

En primer lugar, podemos deducir que aquellos trabajadores que cuenten con relaciones familiares sanas y de real apoyo, tendrán mayor posibilidad de salir airosos del evento adverso. En otras circunstancias, este rol pueden cumplirlo también compañeros cercanos de trabajo y/o profesionales de apoyo, en tanto establezcan con la persona una relación basada en la escucha, el respeto y la comprensión. La organización a la que el trabajador pertenece también juega un papel importante en este aspecto, por medio de la información y contención oportuna. No cabe duda que en los momentos de dificultad son la familia, los amigos y los buenos compañeros de trabajo quienes se constituyen en motor e incentivo para seguir adelante.

En segundo lugar, consideremos el concepto de autoeficacia o confianza en las propias capacidades. La literatura expone que las personas con mayor autoeficacia son más resilientes frente a las dificultades. La autoeficacia supone ser consciente de las fortalezas personales y mantener creencias del tipo “yo puedo”. En ningún caso nos referimos a un “yo puedo” vacío, algo así como repetir tres veces frente al espejo, sino al resultado de un proceso de autoconocimiento que es capaz de proveer una conciencia profunda de la propia fortaleza para lograr crecimiento en medio de los obstáculos.

En tercer lugar, hemos mencionado las emociones positivas. Las personas más resilientes son capaces de producir tales emociones para hacer frente a los sentimientos negativos que acompañan de manera natural al sufrimiento. Utilizamos el término “producir” en el sentido de una acción consciente para seleccionar respuestas positivas dentro del repertorio emocional disponible. Tan útil es el sentido del humor con el cual algunos logran reírse de sí mismos y de la adversidad, mejorando su bienestar subjetivo. Del mismo modo, ayudan los pensamientos optimistas respecto del futuro y la capacidad de otorgarle un nuevo sentido a las circunstancias.

En resumen, podemos decir que cultivar relaciones sanas y profundas, ser conscientes de nuestras fortalezas, aprender a reír en medio de las dificultades y mirar el futuro con optimismo son elementos claves para lograr una exitosa recuperación y reinserción luego de un accidente laboral.

Mayo 2014
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