Al realizar un benchmarking en distintas industrias, es posible identificar mejores prácticas en seguridad. Un ejemplo de esto es la industria aeronáutica, que es líder en materias de prevención de accidentes y seguridad en sus operaciones, básicamente porque ha desarrollado una metodología centrada en el concepto de la conciencia situacional, base para el establecimiento de prácticas de trabajo seguro.
Al analizar las estadísticas de accidentes de aviación, se ha atribuido responsabilidad de éstas al factor o error humano en un 80% a 90% en la aviación civil general, 65% a 75% en la aviación militar, y 50% a 60% en aviación comercial de transporte de pasajeros, tasas que evidentemente son muy significativas. Dentro de estos factores humanos, en aviación militar se atribuye un 5% a fenómenos fisiológicos, un 20% a desorientación espacial, y un 70% a un concepto conocido como LSA (Loss of Situational Awareness) o pérdida de conciencia situacional.
Podemos plantear que existen similitudes entre la industria aeronáutica y la industria minera que tienen relación con el uso de tecnología (grandes equipos) y la exposición al riesgo de ciertos cargos.
La conciencia situacional es el resultado de la comprensión de lo que ha ocurrido, lo que está sucediendo y lo que podría llegar a suceder. Para aprender, la mente funciona bajo criterios de comprensión, interpretación y equivalencia entre unos eventos y otros; sólo así es posible predecir, diagnosticar y actuar. Se hace consciente para la persona que cierto evento, por ejemplo, de riesgo, está relacionado con otros anteriores; se vincula esto a lo que está haciendo en ese momento y lo que podría ocurrir. Los errores del pasado son claves en este modelo, pues es la falla la principal fuente de la toma de conciencia.
Desarrollo de capacidades
Las personas con una elevada conciencia situacional desarrollan una adecuada representación e interpretación de cualquier información relevante, con el objeto de poner sentido a los eventos que ocurren, pudiendo anticiparse a los acontecimientos futuros, tomando decisiones inteligentes y manteniendo el control.
En todo proceso industrial, por muy automatizado que se encuentre, se necesita la presencia de personas para la toma de decisiones. Si bien puede existir el error humano, en muchos casos se ha establecido que el problema reside en la ausencia de información relevante para afrontar las situaciones críticas, y especialmente, en cómo esa información es usada para generar aprendizaje y mayores niveles de conciencia sobre determinadas situaciones.
Entenderemos el error humano como falta de información procesada en una situación específica (conciencia situacional) o falla en los sistemas de información para la toma de decisiones. En este sentido, la conciencia situacional es clave en cualquier proceso donde el uso de tecnología y la complejidad situacional puede afectar la toma de decisiones y, por ende, la seguridad de las personas.
Un aspecto relevante a considerar es que hoy la mayoría de las iniciativas referidas a la prevención de accidentes se centran en establecer sistemas de control externos, entre los que podemos identificar auditorias de seguridad, observación de conductas, charlas de seguridad, visitas planeadas o liderazgo en terreno. Si bien estos sistemas consideran en mayor o menor grado aspectos internos de la persona, no los abordan integralmente.
Por ello es que planteamos el desarrollo de un sistema complementario basado en el control interno de la persona, donde se busca desarrollar conciencia situacional, aprender de la falla, estar alertas a las claves del entorno y actuar sobre ellas. Un buen complemento es contar también con apoyos externos (sistemas de información, tutores, alarmas externas), indispensables siempre que sirvan para aprender y sean oportunos, que no se transformen en ese puro control externo que termina por minar la propia conciencia.
El modelo propuesto describe el modo en que las personas que tratan sistemas complejos y dinámicos, como procesos industriales, buscan e interpretan activamente la información específica y cómo toman decisiones basándose en estos datos. Está orientado a cargos que manejan tecnología (equipos) y que tienen alto impacto en el proceso y a cargos que enfrentan una gran complejidad situacional (exposición al riesgo). También se puede dirigir a personas con un historial de reiterados accidentes.
La minería no está exenta de estas situaciones y posee cargos críticos en el proceso productivo en relación a exposición al riesgo y complejidad de los equipos y/o situación, como por ejemplo, los equipos de carguío o las consecuencias de las decisiones de los operadores de salas de control.
De acuerdo a nuestra experiencia, especialmente en la minería, hemos podido verificar que a mayor conciencia situacional, menor error humano y reducción de la tasa de accidentes. Al desarrollar la conciencia situacional en los miembros de la organización, aseguramos personas que no requieren una supervisión estrecha en materias de seguridad, por lo que se potencia el concepto del autocuidado, tanto propio como de las demás personas que participan en el proceso.