El polvo en suspensión es una realidad que afecta a diversas industrias. Ya sea en las correas transportadoras de una minera, en el traspaso de carbón de una termoeléctrica o en actividades de acopio o apilamiento, se generan nubes de polvo que conllevan una serie de dificultades, afectando la salud de los trabajadores, la visibilidad de las maniobras y, a su vez, la productividad. Además, pueden representar un grave problema para las comunidades vecinas.
Como solución a los casos anteriores, se encuentran actualmente en el mercado equipos como los cañones disipadores de partículas de polvo, máquinas que expulsan agua pulverizada mediante toberas ubicadas en el flujo de aire y que, gracias a un potente ventilador, lo hacen a una presión de 230 PSI con gotas de 90 micrones de tamaño (misma dimensión de las partículas de polvo). Con estos mecanismos -que funcionan con motorización eléctrica o diesel de acuerdo a su dimensión- se puede llegar a una distancia de hasta 500 metros, atrapando el polvo en el aire, generando humedad pareja en el suelo y evitando la generación de barro. De esta forma, el polvo que se levanta es abatido por las partículas de agua de manera constante.
Según Juan Carlos Cerda, Gerente General de Technology Swiss, estos equipos pueden reducir en un 80% las partículas de polvo desde PM 2,5 (partículas en suspensión de menos de 2,5 micras) y en un 40% las más pequeñas, agregando que el único requisito es que el material soporte algún grado de humedad.
Las aplicaciones de estos equipos pueden abarcar diversos procesos que impliquen movimientos de material suelto o disgregado. De acuerdo a Cerda, dentro de las ventajas se puede mencionar el menor consumo de agua, que corresponde a un 20% del sistema tradicional de riego con aspersores o pitones; además se puede incrementar su eficiencia al adicionar al agua nebulizada tensioactivos de origen natural o sintético para mejorar la capacidad de captura y abatimiento del polvo en suspensión.
Comunidades vecinas protegidas contra el polvo
Muchas de las faenas extractivas de minerales están ubicadas cerca de zonas pobladas, que comúnmente se ven perjudicadas con las emanaciones de polvo desde los trabajos, ocasionando problemas tanto para la salud de los habitantes como en las estructuras de los inmuebles. Para contrarrestar este efecto, se han desarrollado barreras especialmente diseñadas con tecnologías que permiten un perfecto control de las partículas de polvo. Estas estructuras se levantan hasta 30 metros de altura para mantener las partículas volátiles dentro de límites físicos de la faena.
En su desarrollo, se ha incluido alta tecnología que permite que, por ejemplo, las partículas de polvo no puedan atravesar los microporos de la malla (por su tamaño), pero que el viento sí pueda circular libremente. Otra de sus características es que pueden soportar fácilmente condiciones climáticas adversas.
Las industrias siguen la tendencia
En el mundo, este tipo de mecanismos es altamente requerido por la industria minera, la que ha liderado su uso. Otros rubros que siguen la tendencia han sido la industria siderúrgica y centrales termoeléctricas que utilizan estas tecnologías para disminuir el polvo generado por el traspaso de carbón. Esta situación se puede explicar por las rígidas normativas internacionales en relación al control del polvo en suspensión, como las promovidas por la Agencia Europea para la Seguridad y Salud en el Trabajo (EU- OSHA).
Actualmente en Chile, su uso se ha restringido principalmente a las grandes empresas del sector minero, aunque otros rubros ya se han mostrado interesados en incorporar estos equipos a sus procesos, siendo el sector de la Construcción (y de Demoliciones) uno de los más interesados. No obstante, el alto costo de estas tecnologías aún sigue siendo una de las principales barreras para su adopción.