Alfonso Salinas, Gerente de Sustentabilidad de GNL Quintero “Todas nuestras acciones se realizan desde la perspectiva de la prevención de riesgos”

En la bahía del mismo nombre se ubica GNL Quintero, terminal de recepción, descarga, almacenamiento y regasificación de Gas Natural Licuado. Dada la complejidad de este último y del tipo de combustible con el que trabajan, la empresa ha desarrollado un programa de seguridad laboral inclusivo y de mejora continua, que involucra procesos, tecnología y personal capacitado, donde la seguridad es asumida como un valor. Una vocación por la seguridad que le ha valido completar más de 2 millones de horas-hombre sin accidentes con tiempo perdido y recibir, entre otros reconocimientos, el Premio de Honor de la Asociación Chilena de Seguridad (ACHS) 2012. Para conocer más detalles de esta gestión, HSEC Magazine conversó con Alfonso Salinas, su Gerente de Sustentabilidad.

¿Qué rol juega la seguridad laboral en GNL Quintero? En nuestra compañía, los temas de HSSE (“Health, Safety, Security and Environment”), es decir, Salud Ocupacional, Seguridad Laboral, Protección y Medioambiente, dependen de la Gerencia de Sustentabilidad, la que, a su vez, reporta directamente al Gerente General. Nuestra preocupación por la Seguridad Laboral ha estado presente desde la construcción del terminal (una inversión que superó los mil millones de dólares). Entonces, dada la magnitud de la obra y la cantidad de trabajadores involucrados, había que entregar altos niveles de seguridad. En este sentido, todas nuestras acciones se llevan a cabo desde la perspectiva de la prevención de riesgos, lo que permite que el presupuesto no represente una restricción. ¿Qué representa trabajar con GNL (Gas Natural Licuado)? Trabajar con GNL implica que la seguridad de los procesos debe observarse con un perfil integral, incluyendo también el impacto ambiental. Por ello, nos basamos en una gestión del mejoramiento continuo con una declaración de una política corporativa transversal sobre HSSE, que se aterriza en procedimientos específicos de buenas prácticas, en los que son entrenados todos los trabajadores y que auditamos para ver efectivamente que se estén llevando a cabo. Asimismo, reforzamos su cumplimiento con un compromiso que incluye a todos los ejecutivos y operarios. ¿Han definido pilares en esta gestión de seguridad? En nuestra organización, seguimos el principio de “hacer las cosas bien”; muchas veces se comete el error de apresurarse para obtener certificaciones o implementar sistemas que, al final, no logran madurar ni incorporarse al “ADN” de la organización. En este sentido, se trata de avanzar seguro, más que rápido, e incorporar efectivamente los procedimientos y sistemas para que no queden solo en el papel. Para eso, se necesita difusión, entrenamiento, revisión periódica y auditoría. ¿Cómo incorporan la investigación de los accidentes? Entendemos que todos los accidentes y lesiones son evitables a través de buenos sistemas de gestión y entrenamiento; y si estos incidentes llegan a ocurrir, contamos con sofisticados sistemas, equipamientos y protocolos para mitigar sus consecuencias. Bajo esta lógica, cuando ocurren accidentes o cuasi accidentes, se deben estudiar, investigar y aprender de ellos; la clave es llevar estadísticas y seguimiento de los cuasi accidentes, es decir, aquellos que no ocurrieron pero que podrían haber sucedido, y entenderlos como mensajes para hacer investigación de su causa-raíz, para sacar lecciones y corregir antes de que ocurran realmente. ¿De qué manera han reforzado el mensaje entre los trabajadores? Creemos que la seguridad es responsabilidad de todos, tanto de la plana gerencial como de todos los operarios. En este sentido, es un tema cultural y de compromiso genuino, y como cualquier otro objetivo organizacional, se logra enfocándose en el liderazgo. En otras palabras, no se puede pretender que los trabajadores actúen de una determinada manera si ese mensaje no emana desde el líder, lo que se manifiesta en acciones concretas. Por ejemplo, en nuestra organización, extendemos muy excepcionalmente la culpa al trabajador; creemos que la responsabilidad es de la organización que no lo entrenó o que no implantó los sistemas adecuados de inducción y entrenamiento, porque nadie se accidenta voluntariamente. Asumimos, entonces, la obligación común de intervenir cuando se detecta una conducta o una condición insegura, y a su vez, una obligación de aceptar esta intervención. Si un gerente se está paseando por la planta sin un EPP, cualquier trabajador tiene la obligación de decirle que se ponga el casco, y el ejecutivo debe acatar. ¿Cuáles han sido las mayores dificultades enfrentadas? La mayor dificultad es que se trata de un programa de mejora continua, lo que significa un desafío permanente en ir perfeccionando todos los procedimientos, para mantener nuestros resultados de cero accidentes con tiempo perdido. Por ello, insistimos en realizar simulacros para hacer las observaciones correspondientes, lo que redunda en procesos más seguros y nuevas formas de manejar la seguridad. También es relevante la relación con los contratistas, que vienen de otras culturas organizacionales. Por ende, debemos incorporarles desde el comienzo nuestra visión de la seguridad. En este sentido, antes de contratar a un proveedor, no solo tenemos en mente la calidad o los costos, sino también buscamos que sus principios de prevención de riesgo estén acordes a los nuestros o, por lo menos, tendientes a equiparárseles.