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ROTACIÓN LABORAL
Un desafío constante para las
empresas en la gestión de su accidentabilidad
Por Michael Cisternas, Jefe del Departamento de Investigación Aplicada de Mutual de Seguridad CChC.

La rotación laboral es inevitable y ocurre a menudo en las empresas. No obstante, cuando se produce en un porcentaje importante, debe ser materia de cuidado, porque inminentemente terminará afectando los procesos de la compañía -dentro de lo que se incluye, por supuesto, la correcta gestión de los riesgos-, poniendo en jaque la productividad.

En momentos de alto crecimiento económico, cuando existe una alta demanda de mano de obra en algunos sectores productivos (hoy en día, en nuestro país, incluso se habla de pleno empleo), la rotación laboral se presenta como un factor común.

No obstante, este fenómeno puede presentar una importante problemática: los trabajadores que ingresan a un nuevo sector o empresa aún no cuentan con el expertise o la sensibilidad necesaria para el correcto desempeño en el rubro, y no han integrado de forma total la preparación necesaria para enfrentar los riesgos propios de dicha actividad. Asimismo, con los trabajadores que abandonan la empresa también se marchan los esfuerzos que han sido destinados a reforzar su protección y calidad de vida en el lugar de trabajo, lo que incidiría en el mejoramiento constante de los indicadores de accidentabilidad. Por lo tanto, la empresa experimenta una merma en el desarrollo de su seguridad ocupacional y en la conformación de la tan necesaria “Cultura de Seguridad”.


Señales de alerta


La experiencia internacional sugiere que la alta rotación laboral está relacionada con los accidentes, porque el trabajador se encuentra poco familiarizado con la organización, sus prácticas y las potenciales fuentes de riesgo laboral, lo que puede llevar a sufrir accidentes, especialmente en los primeros meses de su nuevo trabajo.

Existen estudios que dan cuenta de que hay una relación entre la rotación y el aumento en la accidentabilidad, pero ésta siempre dependerá de las medidas que adopte la empresa. A principios de los años ‘50 se realizó un estudio en una empresa minera norteamericana, en el que se demostró que la accidentabilidad aumentaba proporcionalmente al incremento de la alta rotación laboral, especialmente en los tres primeros meses desde que ingresaba el trabajador (Van Zelst, 1954). Asimismo, la Oficina de Estadísticas Laborales de Estados Unidos ha indicado que el riesgo de que los trabajadores tengan un accidente durante su primer mes de trabajo es tres veces mayor a que lo tengan en los nueve meses siguientes y que, de ellos, los trabajadores bajo los 25 años son los que tienen mayor posibilidad de sufrir un accidente.


¿Qué hacer?


Es importante cómo se involucran los diferentes niveles de la empresa en este proceso, ya que el asunto no puede ser una preocupación únicamente del departamento encargado de la Prevención de Riesgos, sino que debe involucrar una estrategia mayor que abarque a toda la organización y que esté presente desde el proceso de selección de los nuevos trabajadores hasta la posterior inducción y reforzamiento constante de la seguridad a nivel de la cultura organizacional.

Adicionalmente, la inserción de los nuevos trabajadores resulta especialmente relevante, ya que su inducción y capacitación deberían proporcionar las capacidades y conocimientos requeridos por la compañía, su rubro y labores específicas. Cuando éstos provienen de rubros muy diferentes al de la empresa, lo recomendable es generar un plan de capacitación que permita un seguimiento y una evaluación del trabajador en materia de seguridad, además de darle a conocer abiertamente los valores y metas que se persiguen y cómo ellos se involucran en su cumplimiento.


El papel de los trabajadores


Existen ciertas recomendaciones puntuales que tienen que ver con la retención de los talentos. Por ejemplo, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) recomienda metodologías para pequeñas y medianas empresas, que impulsan a los empresarios a contar con estímulos permanentes que incentiven a sus trabajadores a mantenerse en la compañía, considerando estrategias de reconocimiento a las labores bien ejecutadas y que no necesariamente deben ser económicos. Esto permitirá su desarrollo y, en línea con el objetivo buscado por la firma, conservar sus conocimientos y experiencia en beneficio de la continuidad de sus procesos seguros y productivos.

En este sentido, hay que tener conciencia de que la participación de los trabajadores antiguos resulta clave en la inserción de los nuevos. Su apoyo y acompañamiento es importante en el traspaso de un conjunto de prácticas, valores y creencias que pudieran permitir la adopción de conductas y actitudes positivas y seguras. Por esto, empoderarlos para que puedan realizar correctamente esta función -así como también reconocerlos por esto-, es una buena medida que jugará a favor del control de la accidentabilidad.

Nuestra experiencia indica que las empresas que tienen instalada una cultura basada en la seguridad tienen muy buenos resultados. Finalmente, esto no sólo termina viéndose reflejado en sus indicadores de accidentabilidad, sino que también en su clima laboral y reputación corporativa interna, lo que potencia el involucramiento genuino de los diferentes niveles de la empresa en sus resultados.

Abril 2013
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