Uno de los problemas con los que deben lidiar y que impacta en el dormir de los trabajadores de la minería es el sistema de turnos, los que en general son rotativos, siendo los más comunes aquellos de 7 o 10 días de trabajo seguidos versus 7 o 10 días de descanso consecutivos. Esto quiere decir, trabajan la mitad de los días alternando entre turnos diurnos, días libres y luego turnos nocturnos.

Según la Octava Encuesta Laboral de la Dirección del Trabajo (2014), un 25,7% de las empresas encuestadas opera con sistema de turnos, los que son más frecuentes en el área de la salud, turismo, servicios básicos (agua, electricidad, entre otros) y la minería. Esto quiere decir que más de un 7% del total de los trabajadores en Chile, que son los que laboran con turnos, están sujetos a los efectos secundarios de estos, siendo uno de los más problemáticos los trastornos del sueño. Por su parte, la prevalencia de trastornos del sueño en trabajadores de la minería es tres veces mayor que en la población general.

Tener problemas para dormir asociados a este tipo de trabajos puede tener graves consecuencias en la calidad de vida: aumento de riesgos de enfermedades cardiovasculares (tasas de infartos cardíacos y cerebrales), cansancio durante el día (somnolencia diurna) y, por consiguiente, quedar expuestos a accidentes laborales.

La causa de estos problemas está en la alteración del ciclo circadiano, que es el ritmo biológico interno dado por la exposición de una persona a la luz día y noche, que permite regular factores corporales tan importantes como la presión arterial, la temperatura, frecuencia cardíaca, secreción hormonal, ritmo de alimentación y ciclos de sueño. Los constantes cambios horarios, más tener que trabajar despierto de noche, producen un desajuste de este reloj, somnolencia de día cuando tienen que trabajar en esas horas y problemas para conciliar el sueño de noche.

Este tipo de problemas se puede manejar a través de preajustes en los horarios de sueño previo a los turnos de noche, tratando de producir una adaptación paulatina de horarios. En casos extremos, se pueden usar algunos medicamentos como melatonina, que es una hormona endógena que ordena este marcapaso interno.

Altura geográfica y otros factores

Otro factor que influye en estos problemas es el trabajo en altura. Gran parte de las minas en Chile están a una gran altitud, provocando que se trabaje en condiciones en las que hay menos oxígeno, con el consecuente “mal de altura” asociado. Habitualmente, los seres humanos requieren entre 6 y 12 días, normalmente, para adaptarse a los cambios en altitud. Algo que no ocurre para los trabajadores de la minería. Este “mal de altura” provoca, además de la “Puna”, que es el dolor de cabeza, naúseas y también una alteración en el sueño, caracterizada por presentar apneas de tipo central en forma periódica, las que producen que la persona duerma muy mal, ya que se ahoga durante el sueño.

Si a esto sumamos sobrepeso u obesidad, estamos frente a un complejo cuadro. Tanto los ronquidos como las ya nombradas apneas están influídas fuertemente por estos factores. La gravedad radica en que al ahogarse la persona mientras duerme, entra menos oxígeno al cuerpo, lo que estresa al corazón y al cerebro, haciéndolos trabajar forzosamente. Además, los ahogos impiden además que el paciente alcance un “sueño profundo”, teniendo fragmentaciones en su dormir que hacen que esté cansado de día, con somnolencia importante, mal humor, más hambre y, en el trabajo, con un mayor riesgo de accidentes.

La mejor forma de diagnosticar patologías del sueño en este tipo de trabajadores es con un estudio del sueño o polisomnografía. Este exámen se realiza mientras el paciente duerme de noche, registrando su respiración, presión arterial, temperatura, frecuencia cardíaca, movimientos en la cama, entre otras variables. Esta información es analizada posteriormente por un médico especialista en sueño -neurólogo u otorrino-, el que diseñará el mejor tratamiento para que la persona vuelva a dormir bien.

Las soluciones son diversas, y encontrar una forma de dormir bien y curarse es una realidad. Una de las principales opciones terapéuticas para quienes padecen apnea del sueño grave es el uso de CPAP, dispositivo que mete aire al cuerpo a través de una mascarilla mientras se duerme. Esto evita que colapse la faringe y termina con el estrés del corazón y el cerebro. La mejora en la calidad de vida de los pacientes es radical; vuelven a dormir profundo y están activos de día.

Aun así, existen diversas opciones para tratar el problema antes del CPAP. El principal es el cambio en el estilo de vida: comer sano, no fumar y mantener un peso adecuado permiten mejorar la situación. Sin embargo, el llamado no es solo a trabajadores, sino también a los empleadores. Una empresa preocupada por la salud de sus funcionarios debe entender que estas variables son fundamentales. Si bien los sistemas de turnos muchas veces son inevitables, resulta clave una buena comunicación con los trabajadores que permita que libremente puedan expresar sus problemas físicos asociados al sueño, controlar periódicamente su salud, tener controles y hacer evaluaciones con especialistas de sueño para anticiparse a estos problemas. Si a esto sumamos tratamientos efectivos, se mejorará ampliamente la calidad de vida de sus empleados, se evitarán accidentes laborales y se protegerá la vida de todos los que participan del entorno laboral.