¿Por qué prefiere denominar los incendios ocurridos en la temporada anterior, como “rurales”?
Porque afectan a todo tipo de vegetación y biomasa, siendo un 37% plantaciones forestales y, el resto, otras vegetaciones y bosque nativo.

¿Qué lecciones dejó la pasada temporada de incendios?
La primera lección es que un grupo de mega incendios que superan en diez veces el promedio histórico –y que antes eran inimaginables-, es posible y eventualmente repetible. Por lo tanto, los esfuerzos preventivos y capacidades de combate deben calibrarse a estas nuevas magnitudes.

El segundo aprendizaje más importante es la relevancia de las zonas de interfaz rural-urbana, donde se origina la mayoría de los incendios y donde también hay mayor potencial de daño a vidas humanas y viviendas, así como nuestra carencia a nivel nacional de un programa adecuado de prevención y gestión de emergencias en zonas de interfaz.

Otra lección es que es necesario mejorar la capacidad para combate nocturno de incendios, que se encontraba limitada. También la experiencia confirmó en forma dramática la importancia de la prevención y el combate oportuno. Bajo condiciones meteorológicas adversas, cuando un incendio alcanza un cierto tamaño, puede transformarse en incontrolable, como se demostró en incendios en California y Europa, donde no existen carencias de medios de combate.

¿Se cuenta actualmente con equipos y personal para enfrentar una nueva temporada de mega incendios?
Tanto el Estado como los privados han incrementado sustancialmente sus medios de prevención y combate. El sector privado ha elevado su inversión en un 60%, alcanzando un nivel de US$80 millones al año, con alrededor de 2.700 personas y 49 aeronaves, incluyendo dos helicópteros pesados con capacidad de combate similar a los grandes aviones tanque que nos apoyaron la temporada pasada.

De acuerdo a su visión, ¿qué responsabilidad le cabe al sector forestal ante estos siniestros?
No debemos olvidar que los combustibles no se encienden solos; el 99% de los incendios en nuestro país son por causa humana. La primera responsabilidad está en prevenir los incendios por negligencia, y el Estado tiene una gran responsabilidad tanto en evitar los incendios intencionales, como en perseguir a sus causantes para evitar que la impunidad sea un incentivo. La intencionalidad de los incendios supera el 30%, y en algunas zonas específicas alcanza el 70%, de modo que la responsabilidad en la prevención es de todos.

El sector privado ha reforzado y mejorado sus prácticas de prevención, y se ha focalizado en la construcción de una “red de Prevención Comunitaria” para zonas de interfaz urbano-rural, en colaboración con la Agencia de Sustentabilidad y Cambio Climático, Conaf y autoridades regionales. A la fecha se han identificado más de 350 puntos y desarrollado comités de prevención comunitaria en 150 de ellos. Estos son dirigidos por las comunidades y convocan a los vecinos urbanos, municipios, Bomberos, Conaf y los vecinos rurales, sean estos empresas forestales, forestadores independientes, agricultores o dueños de predios. Los comités generan un plan que conlleva acciones de prevención, educación y reacción coordinada en la gestión de emergencias.

Por otra parte, los recursos de combate de las empresas privadas contribuyen a la extinción de incendios fuera de su patrimonio: históricamente, alrededor del 50% de los incendios combatidos es en predios de terceros.

Para esta temporada se pronostican incendios iguales o peores. ¿En qué medida se aplicarán estas lecciones?
Como hemos comentado antes, la aspiración es aplicar el aprendizaje en su totalidad. Debemos también destacar que las medidas consideradas no solo apuntan al corto plazo (esta temporada) o mediano plazo, sino que se pretende mejorar en el largo plazo las condiciones de las nuevas plantaciones.

Para ello se ha trabajado en el ámbito del Consejo de Política Forestal en la creación de un Protocolo de Plantaciones Forestales, consensuado entre los distintos actores sociales, y uno de sus ejes se focaliza en la gestión preventiva a través del manejo predial y la silvicultura. Este protocolo ya fue entregado al Ministro de Agricultura y puesto a disposición de las partes interesadas.

Asimismo, se está trabajando para lograr la mejor coordinación posible con Conaf, Bomberos, las policías, el Ministerio de Defensa y el Ministerio del Interior.

¿Es posible gestionar el riesgo de incendio en la industria forestal?
No olvidemos que el sector forestal tiene más de 22 mil propietarios de plantaciones. Las empresas integradas, que poseen gran parte de la superficie, pueden gestionar medidas en forma relativamente rápida y eficaz, lo que no sucede con los miles de forestadores medianos y pequeños que, en la mayoría de los casos, carecen de medios para gestionar las actividades necesarias. Es por ello que debe realizarse una gestión público-privada focalizada en apoyar a esos sectores, para lograr los estándares de prevención que se requieren.

Existen, como ya hemos comentado, muchas medidas que se pueden mejorar para gestionar el riesgo, pero no hay que olvidar que, independientemente de la gestión de riesgos que el privado efectúe con sus combustibles, quienes provocan los incendios están fuera de su control. Lo mismo sucede con las condiciones adversas del clima, las que el verano pasado fueron las principales responsables de propagar y expandir incendios hasta un nivel pocas veces visto en el mundo.