Samuel Ramírez.

En videovigilancia las necesidades de la industria son diversas según el sector o área de negocio, aunque podemos destacar factores en común, como obtener alta definición (hoy disponible hasta 4K), compresión de video (para el aumento de capacidad y ahorro en almacenamiento o respaldo de grabación), eficiencia en la transmisión de datos, flexibilidad en la administración y operación, inteligencia integrada y, por supuesto, el costo-beneficio de la inversión.

Si miramos al pasado, obtener una grabación de una situación puntal, que otorgara la posibilidad de saber qué fue lo que ocurrió en un momento determinado, era suficiente para satisfacer los requisitos de la industria. De un tiempo a esta parte, la demanda exige contar con información en el momento (en línea), con el fin de tomar acción en tiempo real.

Estas nuevas necesidades, también exigen mayor capacidad de respaldo de grabación y en la transmisión de datos (imágenes o videos). Por esto, las tecnologías de compresión de videos han tomado relevancia ante el diseño global de una solución.

Es así como hemos sido testigo de los nuevos requerimientos de la industria que, en líneas generales, llevaron la videovigilancia desde un ámbito netamente de seguridad a un plano mucho más integral. Hoy, las videocámaras, no solo se utilizan para resguardar una zona; también se emplean para análisis comerciales, de operación, de control, de procesos, entre otras aplicaciones.

Ante estas nuevas necesidades, la tecnología debe permitir la entrega oportuna de datos e información concreta, que otorgue mayores herramientas ante la toma de decisiones.

Estructurar soluciones en base a mercados verticales, como Gobierno (Safe City, Tráfico y Transporte), Retail, Banca, Industria, Energía y Minería, entre otras, parece ser el camino tanto para la oferta en productos como para la especialización de empresas que provean el servicio.

La industria TI destaca por el segmento profesional, cuya demanda crece mayormente sobre hardware con capacidad de análisis inteligente. Se trata de equipos que cuentan con inteligencia embebida, que incorporan un algoritmo dentro de la misma cámara. De esta manera, pueden generar alertas tempranas o actuar si detectan a un intruso en una zona de interés o si traspasa el cruce de una línea, para el conteo de personas, análisis de flujo, comportamiento anómalo, detección de temperaturas de riesgo, entre otras aplicaciones.

Así como la inteligencia evoluciona técnicamente, la tecnología en videovigilancia debe estar en línea con el desarrollo de cómo dar soluciones a todo esto. A través de nuevos productos de captura de video, visualizamos el camino hacia el “desarrollo de inteligencia artificial”.

Las cámaras de videovigilancia no solo capturarán información de un evento, sino que, ante determinados comportamientos conductuales, serán capaces de detectar su habitualidad (si se trata de comportamientos recurrentes o no) y generar un desarrollo cognitivo. De esta manera, si el patrón conductual cambia, se genera la alerta.

Un escenario es lo que podemos obtener a través de cámaras termales, con tecnología termográfica, cuya capacidad analítica permite reaccionar ante cambios en la temperatura. Así, por variaciones de temperatura, por ejemplo, en una red o central de distribución eléctrica, no habría que esperar a que se declare un incendio para que se gatille la alarma; bastaría la detección previa de un nivel de temperatura anómalo. Aná- lisis inteligente, que también es posible aplicar en controles de tránsito o trá- fico, permitiendo la tecnología realizar ciertos análisis a través de cámaras que pueden identificar una conducta imprudente de un vehículo o una falta en la Ley de Tránsito del conductor o de los peatones.

Asimismo, es posible registrar la velocidad máxima de autos que transitan por un lugar, y generar información de una avenida, por ejemplo, cuántos vehículos circulan, a qué velocidad, etc., o si se detecta un comportamiento de riesgo o errático, generar una alerta. En definitiva, proveer un sistema inteligente de conteo de vehículos, con el que las autoridades pueden establecer flujos de trá- fico que den información relevante que ayude en la toma de decisiones.

Extendiendo el concepto de integración, este año se observa una tendencia a sumar intercomunicadores y altavoces, dando como resultado que al registro de video y todas las potencialidades de gestión sobre este, se sume la posibilidad de interactuar. Si lo observamos desde el ámbito de la seguridad perimetral, sería posible en forma automática activar todos los parlantes de un sector, con un mensaje pregrabado. De esta forma, se podría generar una alerta temprana ante cualquier situación de riesgo.

Una de las tendencias que marcarán este sector es la introducción de la “Inteligencia Artificial”, integrando habilidades para la toma de decisiones, resolución de problemas y, por supuesto, para entender mejor el entorno y comportamiento de las personas. Inspirada en cómo funciona el cerebro humano, la tecnología utiliza un proceso de aprendizaje en capas que permite clasificar, almacenar y acceder a los datos, a los que posteriormente se puede referir para el aprendizaje. Podemos explicarlo, como un proceso acumulativo: mientras más elementos tiene para basarse, mejor será la clasificación, por lo tanto, el aprendizaje será mejor y más efectivo. Se proyecta que cada vez más las técnicas que incorporan la Inteligencia Artificial ampliarán su uso en este mercado.

Un ejemplo concreto es el reconocimiento e identificación facial. Si bien la detección de rostros es algo disponible desde hace un tiempo, hoy la capacidad de capturarlo a través de una cámara, y llevarlo a un proceso de comparación sobre una base de datos y entregar la probabilidad que tal rostro pertenece a tal persona, es algo que crecerá a pasos agigantados, dada su aplicación en diversos escenarios como comercios, transporte, ciudades y todo aquello en que se requiera identificar a una persona.