Ismael Tuakelna Campo.

Para iniciar este artículo, se debe entender que se denomina “caldera” a todos los recipientes cerrados con quemadores a leña, carbón, petróleo o a gas (muy empleado en la actualidad). Las calderas a vapor (de baja, mediana, alta y gran presión), son equipos críticos en el funcionamiento de las empresas, y al ser posibles causantes de accidentes, su operación está regulada por el Decreto Nº 10, del Ministerio de Salud, donde se establecen las disposiciones para su instalación, funcionamiento, pruebas de seguridad, y requisitos que deben cumplir las personas que las operan.

El principal riesgo que presentan las calderas son las explosiones, las que se se pueden clasificar en:

• Explosiones físicas por rotura de las partes a presión: se produce por la vaporización instantánea y la expansión brusca del agua contenida en la caldera, como efecto de la rotura producida en un elemento sometido a presión.

• Explosión química en el hogar (parte interna de la caldera): producida por la combustión instantánea de los vapores del combustible acumulado en el hogar o un destiempo en el encendido.

El aseguramiento de la calidad del agua de alimentación y del agua de caldera, se consigue cumpliendo con los requerimientos de las normas que definen los parámetros involucrados en el tratamiento. Por esta razón, es de suma importancia que este, así como las pruebas del agua, se lleven a cabo por compañías especializadas que trabajen con los operadores de las plantas de calderas.

Hay un papel complementario para ambas partes, con el fin de resolver los problemas que afectan al agua de calderas, de forma que puedan operarse con seguridad, eficiencia y de forma continua cuando se precise. Cualquiera que sea el tipo de caldera, puede esquematizarse sencillamente el ciclo del agua en el aparato de la siguiente forma:

a) La caldera de vapor recibe el agua de alimentación, que está constituida por una proporción variable por agua nueva, más o menos tratada (llamada agua de aportación), y de agua de retorno (que vuelve de la instalación a partir de los condensados del vapor).

b) En el interior del aparato, el agua de alimentación se convierte en vapor, el cual podría considerarse constituido por molé- culas de agua pura.

c) El agua que se mantiene líquida en el interior de la caldera se carga de todas las sustancias y elementos que contenía el agua vaporizada, salvo las que hayan sido arrastradas en el vapor por medio de purgas.

d) Si no se efectúa una desconcentración sistemática (denominada “purga” o “extracción”), las impurezas se irán concentrando, cada vez más, en la fase líquida, por lo que será necesario verter al desagüe una parte del agua de la caldera.

Para que su funcionamiento sea seguro, las calderas deben estar dotadas de diferentes accesorios (de seguridad, observación, limpieza, alimentación de agua, entre otros) que permiten la regulación, control y el trabajo en forma segura, evitando los riesgos de explosión.

Entre los elementos de observación, se destacan:

• Indicadores de presión (manómetro).

• Indicadores de temperatura.

• Indicadores de nivel de fluido.


Los principales accesorios de seguridad son:

• Válvulas de seguridad.

• Tapones fusibles.

• Sistemas de alarma.

• Puertas anti explosiones.

Los operadores de calderas y equipos a presión son fundamentales para hacerlas funcionar con seguridad. Por ello, deben ser autorizados por la autoridad de salud, necesitando aprobar un examen de competencia para obtener una licencia de operación.

Entre las múltiples tareas que deben realizar los operadores de caldera se encuentran:

• Verificar la presión de trabajo.

• Revisar el buen funcionamiento de las válvulas de seguridad, probándolas manualmente en cada turno.

• Monitorear de manera periódica, durante la jornada de trabajo, el nivel de agua.

Asimismo, para el buen funcionamiento de las calderas a vapor se debe ejecutar, al menos cada tres años, las siguientes pruebas:

• Revisión interna y externa.

• Prueba hidrostática.

• Prueba de la válvula de seguridad.

• Prueba de acumulación de vapor.

• Revisión de la red de distribución de vapor, componentes y accesorios.

• Pruebas especiales.


Las pruebas hidrostáticas a estos equipos tienen por finalidad comprobar si la caldera está preparada para resistir satisfactoriamente la presión de trabajo, observándose y detectándose que no existan pérdidas, fisuras ni deformaciones permanentes en la estructura de estos equipos.

Muchas veces vistos como equipos menores, las autoclaves se usan habitualmente para esterilizar material médico, tarros de conserva, o en la industria maderera, entre otras. Sin embargo, estos equipos pueden ser muy peligrosos si son mal utilizados, llegando también a explotar.

La autoclave más sencilla -que normalmente se emplea en los hogares- es la olla a presión, la que también ha ocasionado accidentes, por lo cual debe cumplir con medidas de seguridad similares a equipos más grandes.