Por Verónica Molina, Consultora en Seguridad Estratégica de la Asociación Chilena de Seguridad vmolina@achs.cl
Verónica Molina.
La acción disciplinaria se encuentra entre los temas más controvertidos en el ámbito de la seguridad. Por un lado, es evidente que las empresas deben tener reglas y procedimientos de seguridad que se respalden y apliquen, pero, por otro, el aspecto punitivo que estas suelen implicar parece perjudicar la colaboración y participación en el lugar de trabajo, aspectos esenciales para lograr el éxito en la productividad, calidad y seguridad.
El tema se hace aún más delicado cuando se aplican sanciones sistemáticamente luego de que ocurren lesiones o accidentes, pues los trabajadores involucrados tienden a ser vistos como culpables de haberlos provocado, lo que puede terminar disminuyendo la disposición a reportar futuros incidentes. ¿Puede una organización lograr un desempeño de excelencia si no tiene certeza de dónde ocurren los incidentes?
Al consultar a un grupo de trabajadores de una empresa del sector industrial si todos los accidentes eran reportados en su área, la respuesta de la mayoría fue que no, debido a que temían las consecuencias de hacerlo, manifestaban sentirse cuestionados y en el “banquillo de los acusados”. Algunos pensaban que ser vistos como alguien que se accidenta era equivalente a ser percibido como “problemático”, lo que afectaba sus posibilidades de permanecer y desarrollarse en la empresa.
Criterios claros
Antes de definir los criterios de aplicación de medidas disciplinarias, es fundamental comprender la finalidad y el papel que efectivamente tienen en un sistema general para prevenir lesiones. Hay principios importantes que ayudan a entender cómo se producen las lesiones, por qué se producen ciertas infracciones aparentemente inexplicables y qué pueden hacer los líderes de una organización al respecto.
El primero de ellos es la comprensión de los conceptos de exposición y potencial, los que nos ayudan a pasar desde una orientación retrospectiva hacia un enfoque proactivo para abordar la seguridad. La exposición alude a un estado de vulnerabilidad; cuando alguien está expuesto a un riesgo del ámbito laboral, esa persona es vulnerable al impacto del peligro en cuestión, mientras que el potencial se refiere al rango de resultados que pueden derivar de cualquier exposición. Aprender a distinguir entre situaciones con alto y bajo potencial es clave para asignar recursos destinados al control de exposiciones de manera eficaz.
El problema radica en que el potencial es exactamente eso: algo que aún no ocurre, lo que para algunos enfoques no es suficiente para despertar un sentido de urgencia y abordar con efectividad estas exposiciones. Un enfoque que considera el potencial ofrece algunos beneficios importantes, tales como: la optimización del uso de los recursos; el desarrollo de nuevas métricas y una mayor confianza de los empleados en la disminución de las probabilidades de incidentes graves. La excelencia en seguridad está directamente relacionada con la eficacia que logra la organización en el control de la exposición a riesgos en la interacción de los trabajadores con los procesos y la tecnología.
El segundo principio es entender cuál es el rol del comportamiento en la seguridad: cómo el comportamiento se relaciona con el equipo, las condiciones y los sistemas en la generación de lesiones y cómo interpretar los comportamientos riesgosos del ámbito laboral e influir sobre ellos. Concentrarse en el comportamiento no significa culpar a los trabajadores. Nadie sale a trabajar con deseos de lastimarse, pero los empleados muchas veces sienten que se los culpa por sufrir una lesión. La mayor parte de las lesiones responden a más de una causa. Es necesario ocuparnos de todas las causas de la lesión y hacernos preguntas como, por ejemplo, ¿qué provoca que en este sistema se elijan comportamientos riesgosos en vez de comportamientos seguros? En muchos casos, esto implica abordar el comportamiento de gerentes, supervisores, empleados del mismo equipo o de otras áreas.
Un rol importante de los gerentes, para lograr una cultura que valore la seguridad y que supere el clima punitivo, consiste en mantener la alineación intraorganizacional en torno al objetivo de la seguridad. Mediante una retroalimentación orientada a reforzar las conductas deseadas y dar retroalimentación sobre aquellas que no lo son, los gerentes ejercen influencia sobre personas y grupos específicos, mientras que a través de las comunicaciones de seguridad, los gerentes causan un impacto más amplio en la organización.
Involucrar a los empleados
El equipo de gerentes de una empresa del sector industrial se planteó el objetivo de realizar contactos de seguridad mensuales en las áreas operativas. Estos consisten en una interacción entre un gerente y el trabajador, en la que se observa una exposición, se proporciona retroalimentación y se mantiene un debate con el objeto de fortalecer el uso de las mejores prácticas y la comprensión de las exposiciones. Este tipo de interacción ayudó a cambiar el clima en torno a la seguridad, ya que los trabajadores percibieron un real interés por evitar accidentes con esfuerzos proactivos y con la participación decidida del alto liderazgo, cambiando la percepción previa en que la seguridad se miraba como un esfuerzo reactivo por mantener indicadores de accidentabilidad bajos.
Las organizaciones que logran la excelencia en seguridad y salud encuentran formas de involucrar a los empleados a través de toda la organización. Esto crea compromiso personal y responsabilidad, y esta última es crítica para mejorar la seguridad y crear una cultura orientada al desempeño.
Involucrar a los empleados significa, más que poner carteles, realizar concursos de seguridad o castigar los desvíos a las normas. La mayoría de los empleados tienen un interés natural en su propia seguridad y la de otros, y están abiertos a involucrarse. Pero esto requiere una cultura organizacional que valore altamente la seguridad, así como líderes que expresen ese valor congruentemente en las cosas que dicen, en lo que hacen y en las decisiones tomadas día a día.