Dr. Álvaro Henríquez Olate.

Los computadores y dispositivos electrónicos con pantalla, como los smartphones, se han incorporado definitivamente a la vida diaria de las personas. En el ámbito laboral, una gran parte de las actividades se han concentrado y se ejecutan con la ayuda de un computador, mejorando la producción, calidad y eficiencia del trabajo. Sin embargo, con el aumento de su uso, cada vez son más las personas que experimentan molestias asociadas a ellos.

Los estudios han mostrado que los síntomas oftalmológicos son los que se reportan con más frecuencia entre los usuarios. Estos síntomas pueden ser causados por factores extraoculares (ergonómicos) y factores oculares (anormalidades de superficie ocular/espasmos acomodativos), siendo el síndrome de ojo seco (que se encuentra entre estos últimos), el que contribuye en mayor medida a estas molestias.

El ojo seco es una enfermedad multifactorial de la película lagrimal y la superficie ocular que causa síntomas de malestar, trastornos visuales e inestabilidad de la película lagrimal, con daño potencial en la superficie ocular. Va acompañado por un incremento en la osmolaridad (medida en osmoles) de la película lagrimal e inflamación de la superficie ocular. Esto puede llevar a un círculo vicioso, en que la inflamación final altera los mecanismos reflejos de producción de la lágrima, profundizando la severidad inicial.

Si bien este síndrome se relaciona con el uso de computador y dispositivos electrónicos con pantalla, y generalmente es de carácter leve, puede llevar a un importante deterioro estructural y funcional, con una afectación significativa de la calidad de vida de las personas. Por lo tanto, la prevención y detección precoz es la clave para evitar problemas y complicaciones mayores asociadas a esta enfermedad.

El principal factor que contribuye al síndrome del ojo seco, es la baja frecuencia de parpadeo que se produce cuando se está en el computador, la que puede disminuir hasta en un 60% (normal 15-20 por minuto). Parpadear ayuda a lubricar la superficie ocular y a mantener una lágrima de buena calidad. Además, algunos estudios sugieren que la mayor exposición que se produce de la superficie ocular al mirar hacia el frente, donde habitualmente están ubicadas las pantallas de los PC, contribuye a una mayor evaporación de la lágrima.

A esto hay que sumar otros aspectos que pueden estar presentes en los lugares de trabajo: aire seco, aire acondicionado, ventiladores, calefacción, polvo, materiales particulados de distintos tipos, contaminantes, entre otros. También hay que considerar características propias de cada persona que pueden favorecer la aparición de ojo seco, como el envejecimiento, sexo (hay mayor porcentaje de mujeres con ojo seco), uso de ciertos medicamentos (como los antihistamínicos), uso de gotas oftalmológicas con preservantes, alteraciones de los párpados, uso de lentes de contacto, alergias, enfermedades (por ejemplo, la artritis reumatoide), entre otras.

Los síntomas más frecuentes descritos por las personas con ojo seco son: cansancio o fatiga ocular, ojo rojo, irritación ocular, sensación de ardor, sensación de puntada, sensación de cuerpo extraño, sensación de ojo seco, visión borrosa, visión doble, visión de halos, y, paradójicamente, pueden presentar lagrimeo intenso como respuesta a molestias provocadas por estímulos que normalmente no lo harían (viento, aire acondicionado, computador, luz, etc.).

Habitualmente, estos síntomas son más intensos al final de la jornada laboral y pueden desaparecer durante el fin de semana o cuando se realizan actividades que no implican uso de una pantalla. Como mencionamos anteriormente, estos generalmente son de carácter leve, pero pueden llegar a ser severos.

Los trabajadores pueden manejar activamente los factores que se relacionan con el desarrollo de ojo seco. Algunas recomendaciones generales son:

• Aumentar la frecuencia de parpadeo durante el trabajo.

• Ubicar el centro de la pantalla del computador entre 10 y 20 grados abajo del nivel de los ojos (lo que ayudaría a exponer menos la superficie ocular y disminuir la evaporación de la lágrima).

• Evitar que fuentes de aire frío o caliente se dirijan directamente a los ojos.

• Hacer pausas cortas cada 30 minutos, enfocándose en un objeto lejano (por ejemplo, mirar a través de una ventana una montaña o un árbol), lo que evitaría molestias asociadas a espasmos acomodativos.

Sin embargo, lo más importante es el reconocimiento precoz de los síntomas asociados a esta enfermedad. Ante esto, se debe consultar siempre con un oftalmólogo para detectar factores agravantes eventualmente modificables, así como implementar un tratamiento adecuado.

Fundamentalmente, este comprende el uso de lágrimas artificiales de forma local, siempre bajo prescripción y supervisión médica. Esto puede ser suficiente para el manejo de ojo seco leve o moderado, aunque en casos severos se puede llegar a requerir fármacos de uso local y de uso sistémico, cuyo objetivo principal es manejar la inflamación y las complicaciones provocadas por el síndrome de ojo seco.