Olly Parsons.

¿Qué rol juegan las comunicaciones móviles durante una emergencia?
Las comunicaciones móviles son muy importantes en situaciones de emergencia y desastres, porque permiten a las personas contactar a sus seres queridos, asegurarse de que están bien, y contactar los servicios de emergencia y recibir informaciones de respuesta (por ejemplo, dónde deberían ir o qué deberían hacer). En este sentido, como industria que provee el servicio, sabemos el rol que jugamos en estas situaciones y que es un papel crítico que puede ayudar a salvar vidas.

¿GSMA promueve este rol?
Sabemos de la responsabilidad que implica nuestro papel de asociación gremial, y la mayoría de la industria reconoce esta función, ya que a través de la comunicación las personas se alinean en una emergencia y se potencian las posibilidades de resultar a salvo y de tomar decisiones correctas.

Por ello, como asociación, estamos interesados en promover buenas prácticas y compartir experiencias que operadores alrededor del mundo han aplicado en sus mercados. Esta información es relevante, ya que finalmente se consigue visualizar elementos que permiten, en las zonas afectadas por un desastre, aumentar la resiliencia, y volver a tomar el curso regular de la vida en corto tiempo.

¿Cómo es la relación entre Estado y privados en este ámbito?
Resulta muy relevante tener discusiones y conversaciones periódicas entre privados y Gobierno, de modo de poner de manifiesto estos requerimientos en tiempo de desastre y que funcionen efectivamente. Es necesario conocer y planificar con antelación cómo se abordará la situación y destinar acciones para cada esfera; de otra forma, se desperdiciarán fortalezas y experiencias que no convergerán en una respuesta consistente. Lo importante es ir generando instancias de diálogo y desarrollar propuestas que resulten en estrategias para actuar de manera coherente ante un desastre.

¿Conoce ejemplos de estos acercamientos?
GSMA tiene programas para desastres en todo el mundo, a través de los que conectamos a los operarios para intercambiar mejores prácticas, así como generar reuniones en conjunto con autoridades gubernamentales para hablar de estos temas y de cómo podemos servir ante una emergencia.

Por ejemplo, en Medio Oriente, en Nepal, Sri Lanka, Indonesia y Jordania, se han creado espacios seguros en donde estas organizaciones pueden presentar planes potenciales, trabajos en conjunto. Son reuniones en las que se han podido realizar trabajos planificados, potenciando las fortalezas de cada parte y definiendo acciones. En este sentido, creo firmemente en que tales reuniones son el camino para abordar de manera correcta los desastres.

¿Se podría aplicar en Chile?
Absolutamente. Lo que hay que tener claro es que cada país presenta diferencias y sus propios puntos de riesgo; por ello no se puede considerar una receta única, sino que se debe analizar caso a caso. Pero lo que se mantiene son los principios de las discusiones que se enfocan en el incremento de la colaboración, preparación ante desastres, observaciones de situaciones predecibles y la presencia de todos los organismos involucrados.

En este aspecto, continuaremos visitando otros países con la idea de conversar sobre hacerlos más resilientes ante desastres, y creemos que vamos en el camino correcto. Específicamente en Chile, creo que podemos ser un gran aporte en la manera de abordar los riesgos.