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La importancia del reglamento interno
Por Ricardo Zúñiga Sánchez, Docente Prevención de Riesgos en INACAP Santiago Sur. Registro AM/P 2199.

En cualquier organización o empresa, el reglamento interno debe privilegiar la seguridad de cada uno de quienes trabajan en ella; además debe ser acatado por todos, sin distinción de cargo.

Cuando a los 14 años necesité salir a trabajar, la mejor alternativa para poder seguir estudiando fue desempeñarme en pequeñas empresas familiares. En ellas, no había contrato, las remuneraciones eran de acuerdo con el tiempo trabajado, y no había requisitos ni obligaciones específicas. Los accidentes del trabajo y las enfermedades profesionales simplemente no eran un tema y tampoco había vacaciones, ni pago por horas extras. Todo era informal, y los únicos vínculos eran el parentesco, el cariño y, por supuesto, el respeto.

Cuando a los 18 años ingresé a mi primer trabajo formal en una empresa más grande, me pidieron llenar un montón de papeles y fichas de ingreso, además de presentar certificados previsionales que ni siquiera tenía, certificados de estudio, etc. No entendí por qué la empresa necesitaba tanta documentación, y cuando consulté, me dijeron que era para mi carpeta personal y para confeccionar el contrato de trabajo. A cambio, recibí unos papeles que informaban mi ingreso a la empresa y un librillo que tenía escrito en su portada “Reglamento Interno de Orden, Higiene y Seguridad”.

Me llamó mucho la atención lo detallado del documento, las normas de seguridad y la preocupación por su cumplimiento, los procedimientos que debía seguir frente a cualquier eventualidad y, por sobre todo, algo que hasta el día de hoy llevo conmigo, que enseño y escribo: “Este reglamento ha sido confeccionado pensando en su seguridad y en la de sus compañeros, ha nacido por exigencia legal, pero su compromiso es fundamental para que siga existiendo”.

Cuento esta experiencia personal, porque quizás a la gran mayoría de los trabajadores de nuestro país se les ha entregado alguna vez un Reglamento Interno, y eso tiene un sentido. Junto con el contrato de trabajo que formaliza la relación entre empleador y trabajador, de acuerdo a las características de la función propia a ejecutar por este último, deben establecerse las reglas para la seguridad de las partes, las que no dependen de la función de cada trabajador, sino que se aplican a todos por igual y sin excepciones. Por ello, las reglas deben ser claras y simples, y además deben ir de la mano con políticas que incentiven la participación, colaboración y cumplimiento de todos los trabajadores, comités paritarios, sindicatos, gerentes, supervisores, etc., pues así como el empleador tiene la obligación de velar por la vida y seguridad de sus trabajadores, el trabajador también está obligado a cumplir con el reglamento interno.


Toma de conciencia


Me gustaría poder escribir que todos los trabajadores de Chile han recibido y leído el Reglamento Interno de su empresa, pero sabemos que no es así. No todos conocen lo que dice ni todos se preocupan de que no atente contra sus derechos, de que contenga los procedimientos ante accidentes del trabajo o enfermedades profesionales, ni de que mencionen los riesgos típicos de su trabajo y cómo enfrentarlos. No todos leen en el Reglamento sobre los elementos de protección personal específicos que deben usar frente a ciertos riesgos y en qué labor o área deben siempre utilizarlos.

¿Por qué ocurre esto? ¿Acaso no existen el Código del Trabajo, la Ley 16.744 y el D.S. 40 que exigen que los Reglamentos pongan énfasis en la proactividad de cada uno en temas de seguridad? La verdad es que el Reglamento Interno es mucho más que un simple librillo que se entrega para cumplir con la ley y evitar sanciones; éste plasma las normas que se deben cumplir para nuestra seguridad, y cuando escribo nuestra, me refiero a la mía, a la suya, a la de la empresa. Me refiero a la de todos sin exclusiones, desde el Gerente General hasta el más humilde de los trabajadores, pues todos somos necesarios para que la empresa pueda existir.

Por ello, tan importante como la estructura y el contenido del Reglamento –con su preámbulo, disposiciones generales, normas de orden, obligaciones, prohibiciones, sanciones y procedimientos de reclamos–, es que cada uno de estos capítulos lleve un llamado urgente a la cooperación, a la colaboración, al compromiso. El compromiso tiene más fuerza que un buque de guerra, más validez que la firma y más peso que un camión de minería, porque más importante que acatar la ley es comprometerse con el reglamento y asumir de verdad el tema de la seguridad.

Y esto es así porque el reglamento regula nuestras conductas, unifica nuestros criterios, satisface nuestros estándares, mejora nuestra calidad de vida. En suma, hace agradable nuestro segundo hogar. Porque para mí, mi trabajo es mi segundo hogar y mis compañeros de trabajo son mi familia. Por ello estoy obligado, no por ley, sino por convicción a buscar la manera más segura de realizar mi trabajo, y cuando cumplo con las normas escritas en el reglamento estoy siendo coherente con lo que me enseñaron en casa: el respeto por la dignidad de las personas y los trabajadores.

En temas tan importantes como éste, su palabra debe valer más que su firma.

Marzo 2013
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Comentarios acerca de este artículo
Priscila nn (28/01/2016)

excelente énfasis de la importancia del reglamento interno. Mas que una obligación un compromiso.

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