Hasta hace unos años, algunos trabajos estaban reservados únicamente para los hombres, en especial aquellos donde se requería mayor capacidad física, ya que erróneamente se señalaba que la mujer no poseía la fuerza necesaria para desempeñarse en ciertas áreas. Eso ha ido cambiando paulatinamente y es cada vez más común ver a mujeres manejando camiones y microbuses, desempeñándose en plomería o trabajando en la construcción.
En las grandes empresas, ocurría algo similar: los cargos de alta responsabilidad o gerenciales estaban prácticamente reservados para los hombres y era poco común, o incluso discutible, cuando una mujer llegaba a ocupar un puesto estratégico en una compañía. Junto con su llegada, comenzaban los temores de cómo iba a poder desenvolverse en un mundo más agresivo, donde se debía tener carácter, y los miedos aumentaban si tenía responsabilidades como madre y esposa.
Sin embargo, dichos temores poco a poco se han ido disipando y los buenos resultados están a la vista: recientemente, la Ministra del Trabajo y Previsión Social, Evelyn Matthei, destacó que de los 707 mil empleos creados desde que asumió el actual gobierno, la mitad han sido ocupados por mujeres.
Asimismo, según el último estudio dado a conocer por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), Chile es el segundo país de la Región donde más ha crecido la participación laboral femenina, siendo superado sólo por Colombia. Esto quiere decir que entre 2003 y el primer semestre de 2012, la participación femenina del país anotó un incremento de 10,9 puntos porcentuales, pasando de 36,6% a 47,5%.
Las políticas sociales han facilitado la inserción de las mujeres al mundo laboral. Sin embargo, aún existen muchos prejuicios arraigados en nuestra sociedad que impiden avanzar por completo en este tema; tal es el caso de las trabajadoras de casa. Un informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) señala que en el mundo hay 52 millones de personas que trabajan en el hogar, de las cuales el 83% son mujeres. De ellas, el 45% no tiene derecho a descanso semanal o vacaciones anuales remuneradas.
Si bien éste es un análisis global, llevándolo a nuestra realidad se estima que en América Latina y El Caribe, una de cada seis mujeres se desempeña en algún trabajo doméstico, siendo necesarias mayores acciones que permitan garantizar las mejores condiciones de trabajo para este importante sector laboral de nuestro país.
La participación de la mujer en el ámbito laboral es de suma importancia para alcanzar el pleno desarrollo económico y social de una nación. Si bien las cifras actuales de participación femenina aún están lejos de alcanzar a países europeos o Estados Unidos, no se puede desconocer que ha crecido en forma acelerada en los últimos años.
Según la Encuesta de Ocupación, elaborada por la Universidad de Chile en el Gran Santiago a mediados de 2012, la participación de la mujer superó por primera vez en la historia de nuestro país la barrera del 50%. Sin embargo, aún quedan tareas pendientes en materia de empleabilidad, en especial las que tienen relación con la calidad de las ofertas laborales y el aumento de capacitaciones, ya sea a nivel comunal o por región, a las cuales puedan acceder las mujeres para insertarse a la fuerza trabajadora, lo que no sólo se traducirá en mayores recursos económicos para una familia, sino que además beneficiará a la superación de la pobreza de todo un país.
A modo de reflexión, y a pesar de que la paridad de responsabilidades entre hombres y mujeres ha aumentado considerablemente en la última década, todavía queda un largo camino que recorrer para eliminar algunos aspectos que afectan a muchas trabajadoras, como es el caso de la brecha salarial.
El derecho a una remuneración justa, independientemente del área donde se desempeñe, o a su género, es un aspecto importante que debe concentrar todos los esfuerzos de las autoridades competentes para que así más mujeres puedan sumarse a la fuerza trabajadora de nuestro país, aportando con una mirada diferente a la industria financiera, TIC, salud, hotelera y tantas otras, fundamentales para el desarrollo del país.
