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DOLENCIAS LUMBARES EN EL TRABAJO
Un enemigo silencioso
Por Leonidas Cerda Díaz, Kinesiólogo-Ergónomo del Departamento de Salud Ocupacional del Ministerio de Salud

Algunos especialistas sostienen que el dolor lumbar es un evento común en gran parte de la población mundial, mientras que otros sostienen que este síndrome puede estar relacionado con factores de riesgo derivado de las formas de ejecución de las tareas laborales. En este sentido, los avances tecnológicos y el conocimiento sobre los procesos productivos se contraponen al continuo aumento del síndrome de dolor lumbar en la población trabajadora.

Hace muchos años, el síndrome de dolor lumbar viene presentado un constante aumento entre la población trabajadora. En la actualidad, es sabido que no basta con identificar el factor de riesgo derivado de las tareas laborales, sino que también el tiempo de exposición a dicho riesgo. Ahora bien, éste puede resultar muy difícil de cuantificar, debido a diversos inconvenientes relacionados con las características con que se lleva a cabo la prevención y la ergonomía en nuestros sistemas productivos.

Relacionar el dolor lumbar con el trabajo por el simple hecho de identificar la presencia del factor de riesgo biomecánico, puede resultar equivocado y comprometedor. Esto último, porque significa iniciar un proceso de evaluación y de modificación de las formas de trabajo, como lo establece nuestra legislación (Ley Nº 20.001 del Ministerio del Trabajo y Previsión Social), y que, a su vez, involucra inversión de tiempo y recursos, siendo que su causalidad no está del todo probada una vez que no se tiene certeza de la fuerza de asociación entre el factor de riesgo y la patología descrita.


Controlar el riesgo


El control de los factores de riesgo, si bien puede disminuir la probabilidad de sobreesfuerzos en la estructura musculoesquelética del trabajador, no disminuye la susceptibilidad genética de la persona, como también la susceptibilidad dada por otros factores no biomecánicos, como los factores psicosociales y organizacionales, que en la última década han sido fuertemente asociados a esta patología.

Estudios han concluido que existen muchos factores derivados de las formas de trabajo que pueden estar relacionados al desarrollo del dolor lumbar, como la carga o las torsiones de tronco realizadas en los movimientos de levantamiento de objetos, y que también pueden estar potenciados por las características físicas de la persona, como la antropometría, la condición física previa y los eventos previos de patologías lumbares.

Estadísticas a nivel nacional reflejan que el dolor lumbar, a causa de sobreesfuerzo, ocupa el tercer lugar en términos de días totales de tratamiento o número de casos. En este aspecto, nuestra legislación, mediante la Ley Nº 20.001, regula el peso máximo de carga humana que puede manipular un trabajador en tareas que se tenga que levantar, sostener, colocar, empujar, portar, desplazar, descender, transportar o ejecutar cualquier otra acción que permita poner en movimiento o detener un objeto. Dicha normativa tiene un carácter preventivo, dirigida a evitar sobreesfuerzos físicos por parte de los trabajadores, dando cuenta de las obligaciones del empleador en materias de capacitación de los mismos.

En este sentido, nuestra legislación ha avanzado sustancialmente en la intensión de promover buenas condiciones de trabajo, enfocándose en exigir al empleador la disminución o eliminación de los factores de riesgo biomecánicos para evitar la exposición de sus trabajadores. Sin embargo, no se ha promovido de la misma forma la obligatoriedad de promover la ergonomía y prevención desde la misma empresa, situación que hace difícil generar cambio en las formas de trabajo.

Esto se refleja en el modelo actual de prevención en Chile, que se basa en la visita esporádica de un profesional externo a la empresas, quien generalmente es un profesional del organismo administrador del seguro social de la Ley Nº 16.744, que asiste frente a la solicitud de su empresa adherida, para identificar y evaluar el riesgo, como también promover y sugerir los cambios necesarios, cuestión que debería ser desarrollada por los profesionales de ingeniería y prevención de la misma empresa.

Si esta última condición se cumpliera, los profesionales de los organismos administradores podrían responder mejor a su labor de asesores en ergonomía y prevención, y dar mejores asesorías a aquellas empresas que no cuenten con ergónomos o prevencionistas propios, partiendo en principio de que los procesos productivos estarían perfectamente descritos y controlados.


Decisiones a tomar


Con todo, podemos hacernos varias preguntas: ¿Vale la pena invertir recursos y energía en estudiar en las empresas la posible relación entre factores de riesgo y dolor lumbar? ¿Qué podemos hacer a respecto usando las herramientas con que contamos, legales y administrativas? ¿Qué ganamos? Para saber si vale la pena destinar recursos a la mejora de las condiciones de trabajo, podemos hacer la siguiente reflexión. Por un lado, se ha visto que las cargas mecánicas sobre las estructuras de la columna vertebral provocan un aumento del riesgo de dolor y lesiones. También se ha visto que la prevención secundaria (intervención para disminuir el riesgo) puede ser benéfica si se considera el tiempo de duración del cuadro de dolor lumbar. Por otro, se ha comprobado que las mismas intervenciones que se han hecho para disminuir los riesgos biomecánicos de la columna vertebral, también han impactado positivamente en la productividad.

Finalmente, se puede concluir que, más allá de una fórmula para poder disminuir o eliminar el riesgo de dolor lumbar o lesiones de columna vertebral por sobrecarga y sobreesfuerzo, se debe incentivar la creciente aplicación de la ergonomía desde la empresa, no hacia ella, ya que innumerables procesos productivos que contienen tareas riesgosas, son imposibles de estudiar por un profesional que no esté conviviendo con sus integrantes y analizándolos día a día.

La única receta que podríamos atrevernos a dar estaría compuesta de los siguientes ingredientes: descripción de procesos y tareas, identificación de riesgos, evaluación de riesgos, intervención, control y mantención, considerando, dentro de todo, las características biopsicosociales de las personas que hacen posible el proceso productivo.

Marzo 2013
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