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ACCIDENTES FATALES EN EL TRABAJO
Un problema sin control en Chile
Por Héctor Díaz Cancino, Docente en la Universidad Andrés Bello, y Director de Innovación en www.mpro.cl
La realidad aún nos sigue superando y solo estamos trabajando de forma reactiva en materia de seguridad laboral. Es necesario hacer un cambio y trabajar anticipándonos a los hechos.
Héctor Díaz Cancino.

El martes 30 de agosto del 2016, el diario “La Tercera” publicó el titular “Sernageomin dispone suspensión de operaciones en Chuquicamata y El Abra tras accidentes”, noticia que hacía referencia al fallecimiento de tres trabajadores en dichas mineras. En ambos casos, se suspendieron inmediatamente las faenas y se dio curso a los procedimientos de rigor: informar a las familias, dar aviso a las autoridades y la apertura de una investigación para determinar las causas. Dos semanas después, el 12 de septiembre, la agenda noticiosa fue tomada por el derrumbe en una construcción ubicada en Las Condes que terminó con dos trabajadores muertos y tres heridos. Al igual que en las mineras, las faenas de la constructora fueron suspendidas hasta esclarecer las causas del accidente.

En ambos hechos, las empresas paralizaron las obras y comenzaron las investigaciones para determinar las causas que provocaron los accidentes fatales. Esta medida concuerda con todos los programas de prevención de riesgos en Chile, los que indican claramente que por cada accidente, se debe elaborar una investigación, un análisis muy crítico donde participan distintos responsables de las empresas.


49 años de reactividad

A modo de antecedente, tengamos en cuenta que entre febrero y abril pasados, se produjeron un total de 2.422 accidentes del trabajo en distintos rubros, y lo más probable es que se hicieran 2.422 investigaciones que generaran 2.422 causas o más. No es posible que después de una investigación, tengamos que enterarnos de qué fue lo que no hicimos, qué nos faltó o qué no le entregamos a los trabajadores, en especial a aquellos que perdieron la vida. No se trata de hacer ver mal la gestión de casi cinco décadas de la seguridad en Chile*, sino que esto revela una necesidad de cambios, de innovación y nuevas metodologías para la gestión de la seguridad en nuestro país.

La formación de los profesionales de prevención de riesgos en Chile es reactiva, basada en el control de pérdidas, es decir, debemos tener accidentes y días perdidos para medir la seguridad. La planificación estratégica no es parte de la preparación de los profesionales de seguridad; la identificación de conductas proactivas, reactivas o pasivas, no son parte de su formación. Por otro lado, las mallas curriculares de otras profesiones no abordan la prevención como una asignatura importante, provocando que esta área transite por una carretera paralela a la producción o avance de los proyectos. La seguridad toma relevancia solamente cuando hay un accidente, pero mientras estos no existan, no es un agente importante.

Es posible que al leer estos enunciados echará chispas, pero de una vez por todas tenemos que transparentar y hacernos cargo de que necesitamos hacer un cambio.


Una propuesta de proactividad

Todos los esfuerzos hechos durante la historia de la gestión de la seguridad son importantes, como también lo es cada acto que permita proteger a trabajadores y empresas. Tenemos que proteger la productividad de nuestro país y, en consecuencia, uno de los primeros cambios que debemos hacer es entender que la prevención de riesgos debe proteger los negocios.

La propuesta es comenzar a utilizar una nueva tasa de medición, basada en la proactividad, partiendo de la idea de que anticiparse a un acto inseguro debe ser algo inherente a la prevención de riesgos. Inicialmente, debemos dejar claro que la primera misión de la proactividad es eliminar el criterio como herramienta de medición y hacer que esta sea binaria: cumple o no cumple. A la vez, ningún proceso puede quedar al azar o sin un responsable. En esta misma línea, lo mejor que nos puede pasar es encontrar un problema, ya que de esa forma seremos capaces de cambiar su estado de “problema” a “responsabilidad”. Por defecto, podremos asignar de esta forma un responsable para dar una solución a ese problema específico: dejemos de ser un país sin memoria laboral y tolerantes al fracaso, que tropieza siempre con la misma piedra.

La investigación aplicada de la proactividad en distintos procesos productivos, nos ha dado claras señales de que esta metodología puede ser un gran aporte a la producción y el desarrollo del país. No puede ser que tengamos que esperar un mes para saber dónde fallamos, cuánto perdimos o, desafortunadamente, qué no le dimos a ese trabajador que falleció. No tenemos por qué aguardar hasta fin de mes para enterarnos de que el día 14 tuvimos una pérdida; debemos ser capaces de tomar decisiones a tiempo.

La proactividad viene a proteger y apoyar a empresas, empresarios, gerencias, profesionales, supervisores y trabajadores, sin distinción, validando que todos sepan claramente lo que deben hacer, los recursos con que cuentan y, finalmente, que exista la máxima claridad sobre los aspectos por lo que serán medidos. De esta manera, el indicador proactivo nos señalará claramente si un equipo de trabajo cuenta o no con las condiciones mínimas de operación antes del inicio, y permitirá que cada vez que un profesional de prevención de riesgos acuda a terreno, mida aquello que planificó y no se encuentre con problemas imprevistos.


(*) Hace 49 años, se promulgó la Ley 16.744 de Accidentes del Trabajo y Enfermedades Profesionales.
Noviembre 2016
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Comentarios acerca de este artículo
Ximena Honorato EMIN S,A, (20/11/2016)

Este artículo es uno de los más interesantes que he leído en el último tiempo. Estoy segura que necesitamos hacer un cambio, ya que los accidentes ocurren porque no se consideran todos los riesgos; no estamos acostumbrados a pensar lo que podría ocurrir mal, simplemente reaccionamos ante hechos consumados, investigamos y tomamos medidas en muchos casos correctivas que simplemente no sabemos que tan efectivas son, dado que al tiempo ya nos olvidamos y seguimos actuando o permitiendo que las cosas se hagan de la manera que estamos acostumbrados. Creo que debemos comenzar a cambiar nuestra cultura país y tomar en serio los eventos que ocurren a diario, nada es al azar, todo tiene un por qué. Nos falta ser innovadores e invertir y creer en nuevas propuestas como la que se plantea en en este artículo, comencemos a invertir para tener un futuro mejor, con menos pérdidas humanas, materiales, económicas, entre otras. Trabajemos para realizar un cambio cultural que mueva a todos los sectores productivos e industriales a mejorar continuamente los procesos, empezando a planificar proactivamente. Gracias por este aporte.

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