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Ruido en oficinas: No hay daños, pero sí alteraciones
Por Ana Alcayaga, Directora de Ingeniería en Prevención de Riesgos y Medioambiente, de la Universidad San Sebastián.
Psicológica y fisiológicamente, el ruido es un sonido indeseado que perturba o que causa daño, y aunque no se analice en oficinas, efectivamente es un factor que puede causar desórdenes en los trabajadores.
Ana Alcayaga.

Cuando las personas se encuentran muy expuestas a ruidos intensos tienen una alta probabilidad de contraer una enfermedad profesional por hipoacusia, y justamente es por esto que se regula. Sin embargo, este agente puede producir algunos efectos no patológicos, como las molestias e incomodidades (que son considerados “subjetivos”), y las alteraciones al rendimiento (que se clasifican como efectos “objetivos”), entre las que se pueden presentar el enmascaramiento, la distracción y la desactivación.

Pero ¿cuáles son las tareas afectadas por el ruido en oficinas? Primero, la comprensión lectora, la memoria verbal, cálculos aritméticos mentales y tareas complejas en general, es decir, tareas que requieren de concentración. Se trata de un listado que seguramente abarca las principales características de las labores que se cumplen en las distintas oficinas del país (y del mundo) de forma transversal.


Las fuentes

En espacios como las oficinas, los niveles de ruido son bastante bajos. Para los lugares de trabajo, propiamente, el DS 594 no detalla una tabla de valores, sino más bien, solo se consideran ruidos molestos aquellos que afectan tareas de alto nivel de concentración. A nivel de industrias, se regula que los ruidos molestos no superen los 85 decibeles, pero en el caso de las oficinas, si existen ruidos, estos no superan los 70 decibeles. Lo que sí hay son ruidos molestos que se perciben más intensos de lo que parece, justamente por tratarse de una oficina. Existen, por un lado, las propias fuentes de ruido que provienen de la oficina misma, como por ejemplo, el aire acondicionado, máquinas -ya sean computacionales o no-, y otros factores que tienen relación con las actividades propias de las personas.

Este ruido al que se exponen los trabajadores, genera molestias que se perciben psicológicamente, afectando y limitando su labor. En ningún caso va a provocar una enfermedad profesional, pero probablemente lleve a que la persona cometa errores, a que no pueda ejecutar bien las tareas que requieren concentración y, por ende, sus resultados en el trabajo van a ser otros.

Sin necesidad de medir los niveles de ruido en una oficina, una prueba evidente de que estos están por sobre lo adecuado, es que cuesta establecer una conversación a un tono de voz regular, recurriendo entonces a elevaciones de la voz, entre otros recursos. Junto con esto, los ruidos molestos también provocan que los trabajadores se vuelvan irritables y manifiesten dolor de cabeza, entre otros síntomas.

Sin embargo, también existen fuentes de ruido en las oficinas que tienen un origen externo, como es el caso de los automóviles pasando a gran velocidad, exceso de tráfico, etc., y que pueden alcanzar muchas veces alrededor de 85 decibeles. Las oficinas, mientras, pueden aislarse cerrando las ventanas para evitar las molestas.

Cuando el ambiente acústico se ve contaminado por este tipo de ruidos, las tareas que requieren alto grado de concentración se ven imposibilitadas de realizar, debido a que está comprobado que el ser humano no puede alcanzar una concentración óptima frente a ruidos superiores a los 55 decibeles. En casos así, puede ser efectivamente un riesgo alto que una persona esté expuesta a más de 85 decibeles en jornadas diarias, sobre todo cuando se cumplen con 45 horas semanales.


¿Qué hacer?

Cuando hay ruidos externos a las oficinas, como por ejemplo altos flujos vehiculares o nuevas construcciones, se requiere que la oficina sufra de cambios para generar un aislamiento en su material de construcción. En caso de que esto no pueda hacerse o que el ruido sea una situación temporal, la recomendación apunta a que se traslade aquel equipo a una oficina temporal, para evitar afectar su calidad de vida y de trabajo. Ahora bien, si no se puede llevar a cabo, una tercera opción es hacer turnos de trabajo, con menos sobreexposición al ruido y con horarios menos extensos. Lo importante es destacar que, idóneamente, un trabajador no debiera estar expuesto a esto durante más de dos horas seguidas.

En general, para evitar cualquier problema por ruidos, se sugiere que las organizaciones tomen medidas sencillas que pueden mejorar los ambientes. Por ejemplo, se puede alejar los equipos ruidosos o encerrarlos en salas separadas de los puestos de trabajo, evitando que queden en las esquinas porque el ruido alcanza a esparcirse más aún. Otras recomendaciones incluyen regular los volúmenes de los teléfonos, poner más paneles divisorios y alfombras más gruesas, realizar mantención en los equipos, planear los espacios de trabajo y reemplazar las máquinas ruidosas.

Octubre 2016
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