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27/01/2023

Transición energética y defensores del carbón

Por Sara Larraín, Directora Ejecutiva del Programa Chile Sustentable.

En días recientes la prensa internacional ha dado a conocer los montos que invirtió en lobby y publicidad la industria de los fósiles en el contexto de la COP27, lo que ha vuelto a posicionar en los medios el reportaje The New York Times, de septiembre pasado, titulado “Ejecutivos petroleros contradijeron en privado declaraciones públicas sobre el clima”. Dicho reportaje da cuenta de la revisión de documentos de audiencias públicas y citaciones de la Cámara de Representantes de los Estados Unidos, en el contexto de las discusiones sobre compromisos climáticos de ese país.

La revisión de esos documentos dio cuenta de los esfuerzos de la industria fósil, durante décadas, para engañar al público sobre su responsabilidad en el cambio climático, descartando la evidencia científica de que la quema de combustibles fósiles estaba provocando un aumento en las temperaturas globales. Ello, aun cuando sus propios científicos les advirtieron sobre un vínculo claro entre quema de fósiles y calentamiento global.

Lo que evidencian estos hechos, no es solo la existencia de eventuales responsabilidades por parte de esta industria, sino también la constatación de un problema más profundo: la tergiversación de la evidencia científica y la desinformación planificada a la opinión pública para seguir lucrando de una actividad devastadora. Un correo interno de un alto ejecutivo de la industria fósil, sobre las campañas comunicacionales de su empresa que expresaban compromisos en la lucha contra el cambio climático, señala: “El anuncio de la compañía de un camino hacia las emisiones netas cero no tiene nada que ver con nuestros planes de negocios”.

Por desgracia, esta mentalidad de los ejecutivos norteamericanos de las industrias fósiles no es exclusiva de dicho país. La distancia entre lo que se anuncia en público y lo que realmente se piensa y hace, parece ser la tónica del sector a nivel mundial. Quienes han forjado sus carreras en las llamas del petróleo, el carbón y el gas no consideran nada más, no creen en nada más y apenas son capaces de adaptar –a regañadientes– sus dichos –obligados por la opinión pública–.

En el contexto del compromiso de Chile con la descarbonización y con el desarrollo de las energías limpias, apenas se conoció la declaración de insolvencia de algunas empresas de energía solar, actores que debían cumplir un rol clave en la viabilización de la transición energética de nuestro país terminaron por evidenciar sus verdaderas convicciones. En público y en privado. Es el caso de un exsecretario ejecutivo de la CNE, antiguo ejecutivo de Enel, y quien ocupó el cargo de máxima responsabilidad en el diseño e implementación del cierre progresivo de las centrales a carbón, que se permitió afirmar, en una reciente columna, que “cerrar térmicas por dogma arriesga el suministro y eleva los costos de abastecimiento. No podemos seguir creyendo ingenuamente que está cerca el día en que haya suficiente ERNC para reemplazar el indispensable suministro térmico”.

Además de preocuparnos profundamente que este exfuncionario de Gobierno se esmere en decir estas cosas en público, nos aterra pensar lo que dirán –y harán– en privado contra las políticas climáticas. El mismo caso ocurre con otros exejecutivos de generadoras, actualmente en funciones públicas, como el Presidente del Consejo Directivo del Coordinador Eléctrico Nacional, quien fuera histórico directivo de las principales empresas carboneras en Chile (AES Gener y Guacolda, solo por nombrar algunas).

La autoridad máxima del Coordinador Eléctrico, el mismo día en que se conoció que dos empresas solares entraban en insolvencia debido a problemas financieros, se dedicó a difundir, entre diversos actores de la industria, dos documentos: “Cambio Climático: Una transición cara y poco probable” y “The Net Zero Transition: Cuánto cuesta y qué nos puede entregar”, cuyo mensaje es que la descarbonización de la matriz energética y la transición a las energías limpias (que él mismo dice liderar) es en realidad una mala idea, demasiado cara y poco probable.

Estos dos casos preocupan por haber ejercido y ejercer responsabilidades públicas en el contexto de la transición energética, pero esta visión persiste en sectores importantes de la industria de la energía. Aunque entendemos que es difícil que personas que por décadas apoyaron el desarrollo de energías contaminantes, las defendieron, e hicieron oídos sordos a sus consecuencias, hoy puedan liderar una transición energética en base a energías limpias, a las que han mirado con sospecha, incredulidad y desconfianza. Pero si ocuparon u ocupan cargos de representación pública no pueden atornillar al revés de lo que nuestro país ha establecido en sus políticas de transición energética y sus compromisos de mitigación del cambio climático.

Continuar respondiendo a las necesidades energéticas del país con recetas basadas en la quema de combustibles fósiles, constituye una franca obstaculización del proceso de descarbonización. Continuar esgrimiendo razones de seguridad energética para no acelerar la entrada de energías limpias al Sistema Eléctrico Nacional; y perpetuar como única respuesta, siempre y en cada ocasión, “yo tengo una idea, volvamos a quemar más fósiles”, a estas alturas ya no es aceptable.

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