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La búsqueda de “acuerdos comerciales alternativos” sería la clave del Reino Unido para evitar apagones o cuentas de la luz más altas producto de su inminente salida de la Unión Europea, la que debería producirse, sin mediar novedad, el próximo 31 de enero. Esto porque el 40% del suministro de ese país proviene de otros países europeos, como Irlanda, Francia y los Países Bajos.
Sin embargo, fuentes del gobierno de Boris Johnson no han querido entregar detalles acerca de qué significan los llamados “acuerdos comerciales alternativos”, cuáles ería esos países con los que entablaría esa relación y si tales acuerdos se restringirán al suministro de energía. El tema energético se ha vuelto muy importante toda vez que el Reino Unido ha demostrado tener una red frágil e inestable, algo que quedó de manifiesto con el apagón de agosto de 2019.
No sólo eso: la estadística demuestra que en 2018 el país retrocedió en la generación autóctona de energía en un 1,6%, esto debido al cierre de centrales a carbón sin haber suplido estas fuentes de generación con energías limpias como la eólica, la predilecta en el norte de Europa.
Las autoridades británicas aseguraron a la opinión pública que, independiente de si firman estos acuerdos comerciales alternativos, el suministro de gas y energía eléctrica no se verá afectado. Cosa distinta piensan en el continente, donde creen que las generadoras europeas privilegiarán el suministro a los países miembros de la UE en caso de alta demanda por exceso de frío o calor.
El caso es que hay voces que creen que el Reino Unido tendrá que retrasar el cierre de otras centrales que operan gracias a la combustión fósil y que la salida de la Unión Europea redundará, sí o sí, en un aumento en las tarifas de los usuarios británicos, ya que el comercio de electricidad con Europa podría encarecerse. “Veríamos facturas más caras para los consumidores”, explicó Joseph Dutton, del think thank E3G.
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