| Hay etiquetas pasivas y activas; las primeras sacan la energía de la onda recibida mientras que las activas tienen energía de operación propia. Las frecuencias comunes han evolucionado desde 125 kHz; 13,5 MHz; 860-960 MHz; 2,45 GHz; y 5,8 GHz, acorde con el desarrollo de los circuitos integrados de comunicaciones. El contenido de la memoria puede ser fijo o regrabable desde un dispositivo externo, y con el avance de la integración, las capacidades de las memorias crecerán, aumentando sustancialmente la cantidad de datos en la etiqueta. Es una tecnología completamente asociada a los computadores, especialmente de equipos móviles, con una captura y procesamiento de los datos en forma rápida y eficiente; además, en caso de haber un operador, éste puede actuar por comandos de voz, touchscreen, equipad o teclados.  La frecuencia usada depende de la aplicación y de las características propias de la radiocomunicación. Una baja frecuencia necesita menos energía y la onda penetra en sustancias no metálicas, siendo ideales para monitorear objetos con alto contenido de agua, frutas y elementos biológicos, pero el rango de captación está limitado en centímetros, a un máximo de 25 a 30 cm. Por su parte, los 13 MHz son apropiados para monitorear distancias de hasta 1 metro en objetos de metal. En UHF 860 MHz, el rango de detección es de varios metros pero la onda es direccional en su radio de acción, usándose en embalajes o paquetes que atraviesan un portal. Algunos RFID activos operando en GHz, tienen un sistema de posicionamiento, el que -con la triangulación de tres receptores fijos- determina la posición y la transmite a un centro de recepción según un período establecido.
En otras aplicaciones, se han integrado sensores a la etiqueta para sondear valores de variables físicas; por ejemplo, en los instrumentos médicos se usa para monitorear la temperatura en forma continua en pacientes internados e incluso como elemento de localización dentro de un recinto. Se está trabajando en integrar estos sistemas con la telefonía celular para transmitir información en caso de emergencia o para el seguimiento de indicadores de salud.
Una tecnología universal
RFID es una tecnología que está comenzando a integrarse en la cadena productiva de las industrias y se espera sea tan universal como el código de barras o las tarjetas con cinta magnética. El desafío para los ingenieros está en abaratar costos: un código de barras impreso cuesta centavos de dólar estadounidense, en cambio las etiquetas están en unidades de dólares. No obstante, la facilidad y rapidez de lectura, junto a la posibilidad de un monitoreo continuo a distancia, permiten compensar el costo, por el servicio de control que permite. Por su parte, los lectores se encuentran a precios que fluctúan entre US$500 y US$1.500, dependiendo de la complejidad del sistema. Son de alta capacidad, pudiendo leer muchas etiquetas por minuto, y al integrarlos con computadoras y sistemas de comunicaciones permiten llevar un control del objeto en tiempo real y en línea. La gran diferencia entre RFID y otros sistemas de recolección de datos es que puede recoger datos de múltiples productos en corto tiempo, sin importar posición del objeto –mientras se encuentre en el rango de detección- y sin tener que pasarlo por un detector.
Ventajas y amenazas
Como con toda tecnología nueva, están los que la promueven y aquellos que ven amenazas. Entre estas últimas, se encuentra el temor que al integrar RFID en los artículos que usamos comúnmente, estemos siendo seguidos en nuestra actividad diaria, y que esta información sea usada con fines maliciosos o en violación de los derechos civiles de cada persona. Se teme que el conocimiento de las costumbres, hábitos y actividades sea usado para tener el control de las personas. Las etiquetas RFID podrían estar ocultas en artículos sin el consentimiento del usuario y deducir de su actividad las preferencias y aficiones de la persona y usar esta información en beneficios espurios. Entre los aspectos positivos se encuentran: ahorro de tiempo, reducción de errores, liberación de las personas de trabajos rutinarios, disminución de uso de papel y llenado de formularios. En las aplicaciones destacan: portales de ventas en tiendas del retail, logística de grandes almacenes, manejo de mercaderías en grandes supermercados, control de inventarios de la industria, tracking de productos desde el productor al consumidor, almacenaje inteligente, mayor seguridad al integrarlas en documentos y tarjetas bancarias, cobro de pasaje y tarificación, lectura de medidores a distancia, control de acceso, monitoreo de variables médicas… Prácticamente, las aplicaciones están abiertas a la imaginación de los ingenieros. 
Como toda tecnología en desarrollo, los diferentes fabricantes entregan sus soluciones propietarias, con problemas de compatibilidad y universalidad entre los productos. Ya hay normas y estándares que están fijando los marcos de referencia para usar sistemas y protocolos comunes. Ejemplos son la norma ISO 15693, que es un estándar internacional aplicado a las etiquetas "inteligentes", y la ANSI MU10.8.4 para la identificación de containers. |
