¿El libro recoge gran parte de su experiencia en el tema energía?
Así es. El libro incluye más de 26 técnicas para lograr ahorros de energía en distintos ámbitos aplicadas a diferentes tipos de empresas. Se presentan diversos casos -todos reales y que forman parte de mi experiencia personal-, se describe el problema técnico que los afecta, se sugieren posibles soluciones y se hace la evaluación económica de la inversión y los ahorros que implican las medidas a tomar en cada caso.

Mi meta es lograr ahorros energéticos no sólo en lo tarifario. Todo esto sin afectar la actividad del cliente.

¿A quién está orientado?
Al ser un libro bastante didáctico, permite no sólo a los profesionales de la electricidad entender esta problemática, sino que incluso a los gerentes de finanzas de las compañías, para quienes muchas veces pagar la cuenta de electricidad cada fin de mes es un gran tema.

¿A qué rubros corresponden los casos citados?
Entre otros, hay casos de clínicas, empresas papeleras y de celulosa, mineras, distribuidoras eléctricas y petroquímicas. Respecto de las soluciones, generalmente se piensa a priori que es preciso hacer recambio de equipos, pero no siempre es así. Por eso planteo que hay tres formas de proyectar ahorros de energía en una empresa: a través de acciones blandas, acciones semi-blandas y acciones duras.

¿En qué consiste cada una?
Las acciones blandas están relacionadas con medidas más bien restrictivas acordadas con la gerencia y que no implican inversión alguna, por ejemplo, apagar la luz o modificar los turnos de trabajo. Y esto, en el caso de algunas empresas, implica, por ejemplo, desconectar uno de sus transformadores y generar con eso grandes ahorros.

Las medidas semi-blandas requieren pequeñas inversiones, por ejemplo, colocar sensores en los pasillos, para que la luz se encienda sólo cuando haya presencia de personas y aumentar la eficiencia de la luz utilizada.

Finalmente, están las acciones duras, como cambiar el motor de una planta, una subestación o comenzar a co-generar energía. Esas son determinaciones del negocio, mucho más relevantes, y si bien producen ahorros importantes, requieren grandes definiciones y recursos también.

¿Qué deben hacer las empresas interesadas en aumentar su Eficiencia Energética?
Permitir a un consultor visitar sus instalaciones, para que sea posible hacer un diagnóstico y definir el potencial de ahorro de la empresa en particular. Por ejemplo, estamos trabajando con dos grandes hoteles, donde a través de la aplicación de medidas blandas y semi-blandas estamos proyectando ahorros del orden de 21%, lo que además permite conocer el gasto real de energía eléctrica y de otros energéticos también en todas las áreas. Lo importante es atreverse, ya que muchas empresas no saben cómo mejorar sus índices de Eficiencia Energética; por eso es preciso ayudarlas a conocer cuál es el consumo concreto y cuánto es lo que se puede llegar a ahorrar.