El almidón constituye más del 50% de la dieta alimenticia del ser humano y mucho más en los estratos pobres de la población. Sin embargo, de este porcentaje, la mayor parte proviene del trigo y del arroz y no del maíz. Con excepción de México, entre el 70% y 80% del maíz que se consume en el mundo se destina a ración de los animales. En consecuencia, el beneficio como alimento del hombre es indirecto a través del consumo de carne, leche, huevos, mantequilla, queso, yogurt, etc.

Ahora bien, el grano de maíz contiene alrededor de 62% de almidón, por lo que es una de las materias primas de mayor rendimiento industrial en etanol: más de 400 litros por tonelada. En el caso de caña y remolacha azucarera, el rendimiento alcanza sólo a 85 litros por tonelada.

Diversos cultivos para los biocombustibles

En Brasil, el etanol de caña de azúcar ha sustituido hasta ahora entre el 25% a 30% de la gasolina y este porcentaje aumentará gradualmente con el uso de vehículos flex fuel, que consumen bastante más etanol como combustible. En tanto, en Estados Unidos, más del 90% del consumo de etanol es como aditivo, debido a sus cualidades como antidetonante que aumenta el octanaje de la gasolina. Las compañías distribuidoras están voluntariamente usando alcohol como aditivo en reemplazo del MTBE (Metil terciario butil eter), conocido agente cancerígeno.

Es conveniente señalar que en el procesamiento industrial de etanol de maíz -sistema molienda seca- de una tonelada, además del etanol, se obtiene 300 kilos de un subproducto muy nutritivo, que contiene 27-28% de proteínas, 8-10% de lípidos, vitaminas y minerales, el que se usa intensivamente en ese país en raciones alimenticias para la producción de carne y leche bovina, así como en cerdos y aves.

En Alemania, de una tonelada de raps o canola, se obtiene aproximadamente 400 litros de aceite comestible o 500 litros de biodiesel y entre 600 y 550 kilos respectivamente de torta o afrecho, que tiene un elevado contenido de proteínas, que se usa bastante en raciones para el ganado.

En Estados Unidos y Brasil se está usando soya para producir biodiesel. Curiosamente, el producto principal de la soya es la torta o afrecho con elevado contenido de proteínas. De una tonelada de soya se obtienen 750 a 800 kilos de afrecho y como subproducto 180 a 200 litros de aceite debido al bajo contenido de aceite que tienen las semillas de soya.

En consecuencia, cuando se dice que la producción de biocombustibles aumentará el hambre en el mundo, es muy discutible en ambos casos, ya que del procesamiento de las materias primas para la producción de etanol y de biodiesel, se obtienen productos o subproductos que tienen un excelente valor nutritivo para el ganado, de donde el hombre obtiene su alimentación proteica.

El futuro de los biocombustibles

Para tener una visión a futuro de qué pasará con los biocombustibles y las materias primas con valor alimenticio, analizemos brevemente la disponibilidad de suelos agrícola y su uso actual.

Según un estudio de la Fundación de Administración de la Universidad de San Pablo, Brasil, en el mundo existen 1,86 mil millones de hectáreas de tierras cultivables, distribuidos en 14 países de mayor área agrícola. De este total, se utilizan para la producción agropecuaria 944,3 millones de hectáreas, quedando un saldo correspondiente al 49% de las tierras que no se aprovechan.

En el caso de Brasil, se sabe que posee un enorme territorio donde pueden producirse las materias primas sin restricción alguna, tanto para etanol como biodiesel. No obstante, en Estados Unidos y Europa, la producción de etanol y biodiesel se complica bastante, ya que sus fronteras agrícolas están en el límite y no tienen más suelos cultivables.

A corto y mediano plazo, la viabilidad de producir biocombustibles a nivel mundial dependerá fundamentalmente del precio del barril de petróleo. En el caso de etanol del maíz en Estados Unidos, se estima que si el precio del petróleo bajase a US$30/barril, la producción dejaría de ser rentable, a no ser que el precio del maíz bajara a US$2/bushel ($4.200/quintal). Este valor significaría un retroceso para los productores agrícolas, ya que es una vuelta al triste pasado de bajos precios.

El caso de Chile

Con respecto a la producción de biocombustibles en Chile, se puede señalar que la superficie de suelos disponibles para raps -aceite comestible y biodiesel- es limitada y su expansión dependerá del precio que se les pague a los agricultores. En la actualidad, más del 95% del aceite comestible que se consume en el país es importado, ya que es más barato. En la actualidad, la producción tanto de aceite como biodiesel de raps es inviable debido a que el costo de producción es muy elevado.

Sin embargo, para la producción de etanol convencional y sobre todo de etanol de celulosa, se dispone de un enorme volumen de biomasa agrícola y forestal, que podría sustituir, por lo menos, el 50% del consumo de gasolina prevista para el año 2015. El costo de etanol de maíz, en la actualidad, es competitivo con el costo medio de las gasolinas que se venden en el país.

Finalmente, y coincidiendo con otros especialistas, se debe recordar que los biocombustibles no son la solución mágica para resolver los problemas energéticos del planeta, pero a corto y mediano plazo -antes del advenimiento del hidrógeno- no se espera que aparezca algo mejor.