Según la teoría del Tetraedro del Fuego, se necesitan cuatro elementos para la existencia del mismo:

1.- Combustible: Como ejemplo, podríamos mencionar el carbón, la madera, los plásticos, gases de hidrocarburo, la gasolina, etc.

2.- Comburente: El oxígeno del aire.

3.- Temperatura: Generada con una chispa, temperatura elevada u otra llama.

4.- Reacción en Cadena: Es la reacción mediante la cual la combustión se mantiene sin necesidad de mantener la fuente principal de ignición.

La suma de estos cuatro componentes da lugar a la combustión, y el fuego es su manifestación visual. Si se elimina uno o más elementos, no puede haber fuego, por lo que los métodos de extinción de incendios pueden variar dependiendo de qué elementos se eliminarán. Por ejemplo, los sistemas de CO2 reducen el oxígeno al desplazarlo con un gas más pesado, el Dióxido de Carbono.

Cuando el fuego ha comenzado, con frecuencia se lo clasifica por etapas de combustión, que son cuatro: la Etapa Incipiente o pre-combustión, Etapa de Humo Visible, Etapa de Fuego en Llamas y Etapa de Calor Intenso. A medida que el incendio atraviesa estas etapas, muchos factores se incrementan exponencialmente: el humo, el calor y los daños a los bienes, sin mencionar el riesgo a la vida, que se agudiza conforme aumenta la densidad del humo.

La investigación sobre incendios ha mostrado que la Etapa Incipiente es la que permite el período de tiempo más largo para detectar y controlar el desarrollo de un incendio, siendo en este lapso que los sistemas de detección de incendios pueden significar la diferencia entre la disponibilidad y la ausencia de ella. Cuanto más tiempo arda el fuego, más productos de combustión habrá, lo que hace que haya más riesgos de que los equipos fallen, incluso si se ha logrado extinguir el fuego. Estos productos de combustión conducen la electricidad y pueden corroer los circuitos de los equipos.

Cómo elegir una solución de protección contra incendios

Para diseñar una solución para un área crítica, se deben cumplir tres condiciones: identificar la presencia de un incendio, comunicar la existencia de dicho incendio a los ocupantes y contener el incendio y, de ser posible, extinguirlo. Estar familiarizado con todas las tecnologías asociadas con la detección, alarma y extinción de incendios le asegurará contar con una solución conveniente de protección contra incendios.

Antes de seleccionar un método de detección y extinción, el ingeniero diseñador debe evaluar los riesgos potenciales y otros aspectos: ¿Habrá pisos elevados en el área? ¿Tendrá techos altos? ¿El área estará ocupada por personal? ¿Los detectores quedarán obstruidos de alguna manera? Es necesario responder a estas preguntas, y a muchas similares, antes de elegir la solución de protección contra incendios más adecuada. Por ejemplo, si se sabe que los equipos que funcionan en un centro de cómputo resultarán dañados a una temperatura sostenida de unos 80°C (175°F), esto debería incentivar al diseñador a implementar detectores que den una señal de alarma mucho antes de que la temperatura llegue a este extremo. Además, se debe usar detectores de humo para detectar un incendio en su Etapa Incipiente.

Estudios realizados por nuestro sector nos dicen que el 43% de los negocios que cierran por un incendio nunca vuelven a abrir, y que el 29% de cuantos los reabren quiebran en tres años o menos. No es sorprendente entonces que en la actualidad al implementar y/o construir instalaciones críticas, la prevención, detección y extinción de incendios siempre sean preocupaciones prioritarias.