Según las revisiones efectuadas en diversas industrias nacionales, todas las empresas cuentan en general con protecciones tradicionales, cuyos conceptos técnicos redundan en limitaciones insalva-bles para proteger adecuadamente los equipos, mejorar los aspectos de seguridad industrial, cuidado del medioambiente, confiabilidad y calidad de servicio, y proveer de información oportuna y confiable, necesaria para el control de la gestión operacional. Asimismo, tampoco pueden cumplir con los objetivos de hacer más eficientes los procesos operacionales y de mantenimiento de estos importantes componentes de las instalaciones eléctricas.

Una falla catastrófica

A nivel mundial (y en Chile en particular), las estadísticas revelan que el año 2001 el 1% del parque total de transformadores de poder sufrieron explosiones e incendios, y se espera que esta cifra aumente a un 2% al año 2008. Estas fallas, de características catastróficas para las empresas afectadas, tienen gravísimos efectos en los ámbitos de la seguridad industrial, la contaminación medioambiental (por derrame de grandes volúmenes de aceite) y la polución (por la combustión de gases tóxicos e inflamables), además de provocar pérdidas de producción, efectos sobre equipos e instalaciones aledañas, pérdidas por suspensión del servicio de suministro, altos costos de reparaciones o de reemplazo del equipo, altas primas de seguros y demandas indemniza-torias, definiendo un cuadro que debe ser evitado a todo evento.

Las mismas observaciones demuestran que se comete un grave error al pretender resolver la falta de un sistema de protecciones para prevenir fallas mayores o catastróficas en transformadores de poder, tales como explosiones e incendios, instalando costosas fosas de acumulación de aceites, muros contra propagación de incendios y sistemas de extinción de éstos. Esta lamentable decisión significa aceptar la ocurrencia de estos siniestros, pues no previene, sino que sólo aminora levemente los derrames de aceite. En ese sentido, la solución correcta es prevenir la ocurrencia de fallas mayores y catastróficas.

Además, compatibilizar los nuevos requerimientos impuestos por las normativas vigentes con las actuales prácticas y procedimientos administrativos y de control de gestión, considerando los atributos de los actuales sistemas de protecciones convencionales implementados, resulta ser extremadamente difícil. Para cumplir cabalmente con las normas mencionadas, será necesario introducir tecnologías más recientes en el ámbito técnico y promover el uso de tecnologías de monitoreo y de información en línea como condición necesaria y suficiente.

Nuevas alternativas para la protección

El análisis y evaluación de este problema conduce necesariamente a la conclusión de que se requiere implementar nuevas herramientas tecnológicas -hoy disponibles en los mercados mundial y local- para resolver satisfactoriamente esta situación. En ese sentido, cabe preguntarse cómo las actuales instalaciones protegen los transformadores eléctricos de poder, frente a explosiones e incendios, si las válvulas de sobrepresión, de presión súbita y los relés Buchholz no son efectivos para proteger los equipos frente a cortocircuitos de baja impedancia.

Según estadísticas mundiales y pruebas certificadas de laboratorios internacionales, como el Cepel de Brasil, frente a fallas de baja impedancia, estas protecciones convencionales nunca han evitado explosiones e incendios en transformadores. La razón es que estos siniestros se hacen presentes en tiempos muy inferiores (incluso a 20 ms) a la operación de los sistemas convencionales de despeje de la falla, que actúan en tiempos superiores a 50 ms.

Por otra parte, ¿tienen los actuales sistemas de control de gestión y de formulación de planes y programas de mantenimiento la información necesaria, oportuna y confiable, para asegurar que sus acciones de operación y mantenimiento satisfacen las normas recientemente aprobadas?

La respuesta objetiva para estas preguntas y otras que se deberían formular a las empresas eléctricas, no puede ser otra que de absoluta negación. La ocurrencia de fallas mayores, incluyendo algunas consideradas catastróficas por sus efectos, seguirá afectando la seguridad y calidad del servicio y significando altos costos por pérdida de producción, reparación y reemplazo de equipos, disminución en la confiabilidad y disponibilidad de los sistemas de suministro eléctrico, como se ha señalado anteriormente.