La luz es la música de la noche, que hace vibrar al entorno y al hombre A fines del Siglo XIX, con la riqueza del salitre, y para celebrar nuestro centenario como nación en 1912, se construyeron grandes obras, especialmente en Santiago y Valparaíso, la mayoría de las cuales están hoy siendo recicladas o rescatadas. En el transcurso del Siglo XX, Chile llega a practicar la arquitectura moderna, aparece el Bauhaus, el movimiento universal, hasta el decon-tructivismo...Ylamentablemente, se perdió la escala del hombre en nuestra arquitectura, la preocupación por el hombre, por sus puntos de encuentro. El entorno urbano ya no le es tan amable. Ya no encontramos la vereda a media luz, donde hacer una declaración de amor, es más fácil encontrar una autopista con luminarias deslumbrantes, una estación de gasolina sobre-iluminada o un drugstore con 900 lux en su estacionamiento. Sin embargo, algunos estamos empeñados en devolver la sensibilidad o la posibilidad de ser sensible, al hombre de nuestras ciudades. Esto, a través de una iluminación estimulante, que permita la observación de un espacio y que, en este acto, el hombre pueda detenerse, llegar a su interior, soñar un poco. Hablamos de una iluminación respetuosa, que no traspase límites, que no se arroje protagonismo, que cuide la percepción del hombre, que esté al servicio de la arquitectura, descubriendo sus detalles, sin estridencias, sin deslumbramientos. El acto de poner luz sobre un espacio urbano, es más que tecnología de la luz Está más relacionado con el arte de vivir, con el cómo el hombre -con sus patrones culturales- hace uso y percibe ese espacio. Como diseñadores, debiéramos entonces tomar conciencia de las características sociales del lugar que vamos a intervenir y acercarnos a conversar con la atmósfera del lugar, involucrándonos con las connotaciones sociales del proyecto, incluyendo las expectativas de los usuarios. Nuestro trabajo está relacionado con las características emocionales desencadenadas por la luz. La luz es la música de la noche, que hace vibrar al entorno y al hombre Nuestro medio ambiente -el lugar de la comunicación- entrega mensajes, signos y símbolos que influencian el actuar del usuario. Tanto como éste modifica el entorno, dándole significado y contenido con su propia capacidad emocional, psicológica y creativa. Es una situación de intercambio e interacción entre muchos elementos manejables, entre ellos, el nuestro: la luz. Debemos coexistir con el medio ambiente, hacerlo sentir una zona amiga. El hombre depende de un medio ambiente físico: está siempre buscando auto-reconocimiento, reafirmación, estar en equilibrio con sus emociones y deseos, temores e ima-ginación
La luz viene a apoyar la comprensión y la apropiación de ese medio ambiente. El diseñador de iluminación tiene que transformar imágenes materiales en sensaciones con signifi-cado
Hacerlo aparecer en forma positiva, integrar impulsos subjetivos con funciones objetivas, dándole a cada proyecto una forma significativa, una respuesta con apoyo. La iluminación en un espacio público debe darle carácter y forma al espacio nocturno, facilitar la vida más allá de las horas de sol, permitir una buena comunicación. El medioambiente tiene una fuerte influencia en el estado anímico del hombre y la iluminación de los espacios tiene esa responsabilidad. Le podemos dar a un lugar la fuerza de la congregación o de la agresión. La luz tiene gran influencia en los atributos que se le dan a un espacio Debemos ver la luz como una herramienta, para el conocimiento del lugar, para la interacción con el lugar. Debemos ver un espacio, un objeto y darles un objetivo que vaya más allá de su mera presencia en el entorno, un objetivo que vaya más allá de la iluminación. |