Dentro de los principios que usamos, podemos citar, el principio de Bernoulli (placa orificio, tubos Pitot, etc.), la ley de Faraday (medidores electromagnéticos), el efecto de Coriolis (fuerza de Coriolis, medidores másicos), el efecto Doppler (medi-dores ultrasónicos y radar), el tiempo de tránsito de ondas mecánicas (medidores ultrasónicos), el arrastre mecánico (área variable), etc. Cada uno de estos principios define una tecnología que lo aplica para obtener finalmente un caudal de paso en una determinada conducción del fluido a medir. Las tecnologías a su vez definen un área de aplicabilidad y condiciones de borde mínimas como también la precisión y repetibilidad.

Es aquí donde surge uno de los primeros mitos y de los más recurrentes cuando hablamos de medición de caudal. El primero, que llamaremos "el medidor Universal", se basa en lo anteriormente expuesto, ya que en realidad no existe el medidor universal, aquél que mide en cualquier condición, cualquier fluido, a cualquier temperatura, incluso cuando no existe fluido que medir… Este mito normalmente se origina por olvidar que existen muy pocas o casi ninguna solución universal o "panacea", y debemos revisar muy bien la aplicación para que de mano de la tecnología podamos efectuar correctamente las mediciones requeridas. Muchos fabricantes serios poseen herramientas que nos ayudan a seleccionar cuál equipo nos sirve para cada aplicación.

Siguiendo la misma línea, encontramos otra práctica recurrente que genera el segundo mito que analizaremos aquí. Lo llamaremos "la paradoja del micrómetro y el transportador escolar"que muchas veces vulnera también un principio básico: la Metrología. En este caso, la práctica común es querer "calibrar" un medidor de una mejor performance con uno de peor, es decir, intentar validar una medición con un transportador escolar de $100 para verificar o contrastar un micró-metro mecánico de $100.000; esto se observa normalmente cuando "dudamos" de nuestras mediciones que a veces están correctas y no nos sentamos a analizar en detalle nuestra aplicación, no del punto de vista de la tecnología sino de los principios físicos involucrados o bien considerando nuestra instalación hidráulica.

Como conclusión, es interesante ver que mas allá de seleccionar una tecnología por sí misma, debemos intentar conocer y dimensionar el o los procesos físicos involucrados, los requerimientos de precisión y repetibilidad, y luego con la asesoría de un experto o bien un proveedor de confianza, seleccionar la tecnología a usar, sin olvidar nunca el viejo libro de física, que la mayoría de nosotros tenemos un poco olvidado en nuestra biblioteca.